THE WEATHER STATION
HUMANHOOD
Fat Possum
Nota: 7
Comentario crítico:
Las crisis personales, la angustia. Algo tan común como difícil de lidiar. Las sombras y luces, sobre todo las sombras, del ser humano. A grandes rasgos, eso es lo que aborda Humanhood de la banda canadiense The weather station. Y lo hace a través de las talentosas composiciones de una Tamara Lindeman (o Hope, a uno no le queda claro cuándo procede emplear cada apellido) que se viste aquí de Bergman o Dreyer, desde el punto de vista temático, que nadie se escandalice. La lástima es que la música no acompañe al nivel de las letras, pero como dijo Baudelaire, no se puede ser divino sin interrupción.
El disco cuenta, curiosamente, con cuatro temas instrumentales. Sin ir más lejos, así es el primero, Descendent, cuya estructura enlaza con la primera canción propiamente dicha. Piano (líder absoluto de este Humanhood), flauta, sintetizador y un shaker. Todo transcurre a baja intensidad para que, finalmente, se sume la batería y, con esa idea, comienza Neon lights. Tamara canta a media voz, arropada por el piano, que funciona como un elemento rítmico más, y el estribillo y la letra están muy bien. En Mirror se mantiene la dupla de piano y batería. Por su parte, la voz suena seca, sin efectos. Nuevamente, la letra está bien elaborada. Window ya está más recargada en términos de producción, la lírica, por tanto, supera a la música.
Passage, como su propio nombre indica, es un fragmento instrumental en la línea anteriormente descrita. Se advierten sonidos electrónicos, probablemente reproducidos al revés, como hicieran los músicos de los sesenta en sus obras más psicodélicas (los Beatles, Jimi Hendrix...). En Body moves, ese cuerpo es lo único que se mueve, pues hay muy poca variación instrumental, lo que nos despista a la hora de captar el mensaje. Ribbon abre con unos riffs de piano sin pisar el pedal derecho. Es más bien minimalista, a pesar del violín y el bajo que se oyen. La letra, por otra parte, es depresiva.
Fleuve, río, es otra pieza instrumental, con piano y armonías vocales. Pasando a la canción homónima del álbum, ésta arrana con una escueta introducción rítmica a cargo de la batería. Al poco, se suman el piano y una armonía vocal que imita a un instrumento de viento metal. La voz está doblada, por primera vez en el disco. Finalmente, la letra vuelve a ser el punto fuerte de la pista. Irreversible combina lo ya oído; piano, armonías vocales, batería y sintetizador, con una curiosa estructura posterior, que consta de saxofón y la voz que declama. Algo similar a aquellos recitales beatniks tan populares en su época.
Lovely, que paradójicamente, versa sobre el desamor, es, probablemente, el mejor momento del álbum. Consta de batería, flautas, piano, sonidos sintéticos y la voz de Hope. Pasamos ahora a la última sección instrumental, Aurora, en la que figuran el piano, la flauta, una guitarra y cuerdas. Cierra este trabajo Sewing, cosiendo, cuya letra combina lo descriptivo y costumbrista con lo metafórico. La canadiense vuelve a optar por la media voz, acompañada, principalmente, de la batería.
Humanhood tiene muy buenas intenciones artísticas y retrospectivas, mas, lamentablemente, la parte musical no acompaña en calidad a las fantásticas letras de la música y actriz canadiense. Es evidente que Tamara alberga un notorio talento lírico, no obstante, bien el género, bien la instrumentación, ocultan sus habilidades. Tal vez un jazz o un folk estrictos ensalzarían más sus composiciones.