Extraterrestre Cartel 1

Título Extraterrestre (Extraterrestrial)

Año 2011

Duración 90 min.

País España

Director Nacho Vigalondo

Guión  Nacho Vigalondo

Música Jorge Magaz

Fotografía Jon D. Domínguez

Reparto Michelle Jenner, Julián Villagrán, Carlos Areces, Raúl Cimas, Miguel Noguera

Productora Arsénico Producciones / Sayaka Producciones Audiovisuales

Valoración 7

Una atractiva rareza. Una extraña cinta,  modesta y descarada,  es la que Nacho Vigalondo nos propone en su regreso a la dirección tras su irregular LOS CRONOCRÍMENES. EXTRATERRESTRE pertenece a esa clase de films, en los que el ingenio y la capacidad para el apuramiento de una situación se aúnan por pergeñar una obra distinta, ingeniosa y práctica.

EXTRATERRESTRE goza del encanto de lo imprevisible y de lo pequeño. Vigalondo sabe amarrar en todo momento el delirante devenir de la historia. La película no se agota en lo variopinto de su planteamiento, sino que lucha por hacer muy respirable y verosímil el excéntrico punto de partida sobre el que gravita el encadenado de acontecimientos.

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 El film, su titulo se apresta a evidenciarlo, debe de ser enmarcado dentro del género de la ciencia ficción. De hecho, durante todo su metraje, la sombra de una posible invasión de alienígenas se cierne sobre el devenir de los escasos personajes que convoca la historia. Sin embargo, el hallazgo más impactante del film no es que la historia  decida ahondar expresamente esa premisa fantástica, sino cómo aquella se atreve a bombardear, a faltarse con ésta.

Vigalondo traza una imprevisible historieta de afectos súbitos, que sitúa al planteamiento invasor como un telón de fondo que condiciona la urgencia de los hechos contados, pero sin hacer de él la médula espinal del relato. De alguna manera los personajes, al estar enrolados en una peripecia amorosa de lo más terrena, se comportan como insolentes extraterrestres del género al que, en principio, han sido convocados.

La película  comienza en avanzado estado de resaca. Julio y Julia despiertan al día después del clásico “no me acuerdo de nada”, tras noche de mucho. La única contrariedad es que aparecen juntos en la cama del piso de ella, sin que ninguno tenga nada claro el punto de inicio que ha concluido en ese fin. El ambiente de irresoluble perplejidad se acentúa ante la soledad de la calle exterior y el no funcionamiento  de líneas telefónicas, televisión y conexiones a internet.

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Julia tiene pareja y quiere que Julio desaparezca de allí inmediatamente. Lo intenta, pero, ¡oh, fatalidad!, al abrir una ventana ven que una descomunal nave espacial permanece flotando en el cielo. Parece ser que ha dado inicio una invasión a la Tierra y ellos son los únicos ciudadanos del planeta que no se han enterado. El film se inicia con los desesperados intentos de Julio por permanecer en el piso, pues da la impresión de que Julia le ha cautivado más de lo tolerado en un mero desliz nocturno con alcohol de por medio, concluido en subidón  y tributo al deseo.

A los protagonistas, mucho más que la amenaza de una nave espacial flotando sobre el cielo de Madrid, lo que les importa es solucionar la particular “invasión” emocional que, de súbito, les irrumpe en ese planeta desconocido que son sus respectivos corazoncitos.

Ésta es la primera de las curiosísimas desafecciones que Vigalondo impone al género de los platillos voladores. A Julio, por ejemplo, el que aparece por encima de ellos, más que un elemento terrorífico del que huir, le vendrá a la perfección como aliado para conseguir su propósito.

La segunda la hallamos en la puesta en escena emplazada para dar cabida al desmarcante trazo argumental. Lejos de las parafernalias atacantes,  explosivas,  pirotécnicas, mutantes, bélicas y armamentísticas a las que nos tiene acostumbrada la ciencia ficción cinematográfica, EXTRATERRESTRE torpedea descaradamente esas expectativas dirimiendo una tan sencilla como efectiva y coherente mediación de escuetos elementos escénicos.

De hecho, casi tres cuartas partes del film tienen cabida dentro del piso de su protagonista femenina. Hablamos de coherencia escénica, pues ese desprecio por lo que se esté dirimiendo lejos de las paredes del socorrido escenario hace que Vigalondo atienda a las peripecias de los personajes sin apenas sacar la cámara de allí. Es decir, deviene lógico que una peli de marcianos que prescinde de ellos y que se muestra más preocupada por los sentimientos de los personajes trace como territorio físico un espacio reducido y con habitaciones varias como es el de un  hogar.

A tal efecto hay que reconocerle a Vigalondo una formidable pericia realizadora. Su labor tras la cámara es impecable, pues sabe extraer el máximo partido al escenario (puertas entrecerradas, reencuadres aprovechado ventanas), a los objetos (la cámara de vídeo, la pantalla de televisión, el tarro de melocotones), a los escasos elementos ajenos a aquel (la vacía desolación de las calles, la decisión de no incluir ni un solo plano de la casa del pesado vecino) y al off visual de todo lo que ni el espectador ni los personajes ven.

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 Y, finalmente, el repaso a los elementos sorpresivos que hacen de EXTRATERRESTRE la inteligente propuesta que es ha de concluir haciendo mención  al tono humorístico que Vigalondo impone para narrar toda la historia. La observación de ésta en clave humorística está emplazada con simpática y creíble desinhibición. El buen trabajo de los actores se alía con ello.

Sólo un evidente bache narrativo en el arranque del último tercio impide que no nos hallemos ahora calificando como sobresaliente a la desprejuiciada y novedosa propuesta.  El rigor de Vigalondo en cuanto a no salirse de la premisa de partida le juega una notoria mala pasada, justo cuando se produce la salida al exterior de uno de los personajes (el novio de Julia).

Sin embargo, el film aún tiene el brío de enmendar el bajón y nos brinda unos diez minutos finales espléndidos, en los que el aprovechamiento máximo de todos los elementos convocados o mencionados en el arranque del film exhibe un hallazgo “espacial” descacharrante.

EXTRATERRESTRE es pequeña, bromista, juguetona  y hábil. Vigalondo sale más que ileso de esa tentadora experiencia que es la de intentar ofrecer algo distinto.

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