Título: Looper
Año 2012
Duración 118 min.
Director Rian Johnson
Guión Rian Johnson
Música Nathan Johnson
Fotografía Steve Yedlin
Reparto Joseph Gordon-Levitt, Bruce Willis, Emily Blunt, Paul Dano, Piper Perabo, Jeff Daniels, Garret Dillahunt, Tracie Thoms
Productora Sony / TriStar Pictures / MG Entertainment / Endgame Entertainment / FilmDistrict
Valoración 7.5
Tras el fiasco futurista de TOTAL RECALL, de Len Wiseman, llega a nuestras pantallas la nueva producción de un realizador al que va a valer mucho la pena seguir a partir de ahora, pues parece estar llamado a brindar sugestivas satisfacciones al gran público. Rian Johnson confirma en LOOPER las expectativas creadas con BRICK (2005), su atractiva ópera prima. En ella dejaba confirmada una sana voluntad desmarcativa y, sobre todo, la capacidad realizadora suficiente para estar a la altura de ella. Ese debut se quedaba lejos del, por desgracia, abundante y típico film, en el que una buena idea de partida queda desbaratada por la cicatería y la impersonalidad de quien, tras la cámara, no sabe emplazar una puesta en escena que apure, hurgue, desarrolle todas las posibilidades planteadas en el inicio. El cine comercial está llenito de ese tipo de flagrantes ocasiones perdidas.
Afortunadamente, LOOPER sabe escapar a esta decepción. La mayor virtud que atisbamos en la labor de su director es precisamente el firme brío emplazador de una efectiva puesta en escena, que le permite exhibir en la pantalla un resultado global astutamente parejo al desafío argumental dispuesto. El film propone una trama de ciencia ficción no muy lejana a nuestras fechas, en la que ese esfuerzo por escenificar un paraje geográfico muy reconocible a ojos del espectador actual contribuye poderosamente a la concreción de un sólido extrañamiento físico, que impregna de turbiedad y pesadumbre a la mayoría de los planos esgrimidos.
La película arranca dirimiendo el consciente tono confesional que aporta la experta y convencida voz en off del protagonista del film. Brendan nos cuenta la rutina laboral de su insólita profesión. El narrador del film es un “looper”, un encargado de liquidar y hacer desaparecer personas que bandas de malhechores de un futuro de treinta años más tarde desean liquidar. En el año 2072 el asesinato está prohibido. Mediante una máquina del tiempo, los primeros envían al pasado (al 2042) a un maniatado con la cabeza tapada con una capucha que, nada más llegar al pasado, es ejecutado por el “looper”.
El problema le sobrevendrá a Brandy cuando sorpresivamente uno de los encargos le llegue sin la capucha y reconozca a ese hombre como él mismo más viejo. El Brandy adulto logra escapar al joven. A partir de ese momento Brandy, perseguido por los miembros de su propia compañía al no cumplir el encargo, deberá poner todo su empeño en conseguir el llamado “cierre de bucle”, esto es, acabar con su yo adulto del futuro.
Así pues, la trama argumental se fundamenta en torno a una original propuesta en la que confluyen, de un lado, un hilo narrativo futurista y, de otro, la contrariedad biológica de un problema derivado de un viaje en el tiempo. Johnson asume el reto con una flamante desenvoltura y brinda una poderosa lección de seriedad narrativa, en la que destaca sobremanera el hecho de que su trabajo cercene con firme frontalidad la tentadora posibilidad de abandonarse a una mera mostración de apabullantes efectos especiales. En LOOPER se valora mucho más los conflictos personales de todos los personajes que el peso de la acción espectacular resultante de la tesitura adjudicada a cada uno de ellos.
El film, esencialmente, es un potente ejercicio artesanal, en el que la indesmayable tensión acumulada viene vertida por el dramático objetivo vital perseguido, y no por el estruendo grandilocuente de una imperativa finalidad de orden superior. En tiempos de tanta vacuidad multimillonaria se debe de valorar en su estimulante medida el esfuerzo de un director por devolverle al celuloide de consumo masivo la paciencia mostrativa suficiente, que sirva para que el espectador asimile reflexivamente los hechos relatados.
En este sentido es en el que deviene fundamental y pertinente la elección de situar la demarcación espacial de los hechos dentro de un entorno geográfico y urbanístico no muy lejano al nuestro. La atención del espectador no es reclamada para ser deslumbrada por un diseño escenográfico imaginado. Ésta ausencia de elementos de fondo secundarios cobrando un estético protagonismo visual permite que el conflicto de los personajes emerja con una depurada y masticable intensidad.
Los personajes son, en el fondo, vulnerables criaturas enfrascadas en su propia supervivencia. Johnson se muestra muy firme en la mostración de esa vulnerabilidad, saldando los distintos enfrentamientos con una violencia muy puntual, muchísimo más angustiosa que sanguinolenta, elegantemente ocultada como en la magnífica escena en la que se cierra el bucle del compañero de Brandy. No hay aparatosidad en la resolución de los conflictos, sino que se echa mano de interesantes revelaciones (el personaje del niño y la escena en la que su madre está a punto de ser apresada) para aumentar la tensión y el factor sorpresa de la escena.
A la notabilísima aptitud de Johnson tras la cámara, hay que añadirle a la solidez de LOOPER la inestimable aportación de partida de un material escrito soberbio, que sabe apurar al máximo la confrontación de biografías temporales que impone el peso central de la acción. El guión de la película es magnífico por el severo ahondamiento en la idea del enfrentamiento entre la misma persona con dos edades distintas, por la jugosa referencia a TERMINATOR, de James Cameron, que dirime la particular odisea del personaje incorporado por Bruce Willis –el Brandy adulto-, por el cálculo en la dosificación de los datos más importantes y por el peso que se le da a ciertos pasajes en los que la acción se detiene en beneficio de la relación de los personajes. En este sentido llama poderosamente la atención la valentía en disponer en la segunda mitad del film todo lo que sucede en el hogar de la mujer, cuyo hijo es buscado desesperadamente. Dice mucho del buen hacer de Johnson el espacio dialectico que presta a que esta mujer y Brady desarrollen un vínculo de necesidad de sensible y eficaz dramatismo.
En definitiva, nos hallamos ante un film original en su trama y muy sabio en la resolución visual de ésta. LOOPER impone una astuta angustia narrativa dentro de un relato muy poderoso en recovecos espacio temporales que, mucho más que la pasiva actitud contemplativa de casi siempre, reclama del espectador que esté atento a la actitud y a las razones de los personajes envueltos en la vigorosa acción central. Éstos se ven arrastrados por la urgente inercia confrontativa de un bucle que los arrastra hacia un final muy incierto. No podemos sino saludar con admiración la cordura con la que está expuesto semejante dilema.