Star Trek 2009

Título original: Star Trek (Star Trek XI)

Año: 2009

Duración: 126 min.

País: Estados Unidos

Director: J.J. Abrams

Guión: Alex Kurtzman, Roberto Orci (Personajes: Gene Roddenberry)

Música: Michael Giacchino

Fotografía: Daniel Mindel

Reparto: Chris Pine, Zachary Quinto, Zoe Saldana, Eric Bana, Simon Pegg, Karl Urban, Bruce Greenwood, Anton Yelchin, John Cho, Leonard Nimoy, Winona Ryder, Ben Cross, Chris Hemsworth, Jennifer Morrison, Rachel Nichols, Jimmy Bennett, Faran Tahir, Clifton Collins Jr., Tyler Perry

Productora: Paramount Pictures

Nota: 7

Notable recuperación cinematográfica la que fue lograda con esta nueva entrega de una de las sagas más veneradas  del universo de la ciencia ficción galáctica. La numerosísima secta “trekkie” (fanáticos del culto a la serie original) puede descansar tranquila. Los temores ante el descalabro han quedado disipados muy pronto.

Este STAR TREK (2009) supone una inteligente aproximación a los orígenes de todos los famosos tripulantes de la nave “Enterprise”. Y es que su creador, el profesionalísimo J. J. Abrams, alabado firmante de algunas de las mejores series de televisión de la última década (PERDIDOS, entre ellas), tuvo  a bien no acomodarse creativamente, empeñándose en un resurgimiento basado en la continuación argumental de los últimos episodios  (últimos y nefastos, todo hay que decirlo: la saga estaba agotada dentro de su monocorde, fanática apuración de restos presuntamente  gloriosos).

Esta aproximación concluía siendo una dignísima puesta al día de un producto, por lo tanto, exprimido, desahuciado y visto para insultable sentencia. Asistimos, gracias a ella,  al resurgimiento de un extinto tebeo televisivo, que no merecía, para quienes andamos con más de cuarenta quilates de existencia en la barriga, la penuria de una patochada esperpéntico-paranormal de cósmicas dimensiones abochornantes. Por fortuna, Abrans no cogía el relevo demacrado que en 2002 quedó en manos de STAR TREK: NÉMESIS.

El film adecuaBA la reestructuración de su perdida dignidad en torno a una idea mucho peor explotada, por ejemplo, en la por entonces reciente X-MEN ORÍGENES: LOBEZNO, de Gavin Hood. Abrams y su equipo de guionistas decidieron retrotraer en el tiempo al conocido grupo protagonista. STAR TREK (2009), pues, parecía apuntarse a la moda de la precuela, esto es, al retorno a los inicios; a la fabulación de unos orígenes, entendida, calibrada como metodología mediante la que encauzar el camino desbocado en chamusquina de un ilustre referente al que reconducir a salvación.

El director de MISION IMPOSIBLE III no se conformaba, afortunadamente, con concluir su apuesta en la rutinaria plasmación del alumbramiento biográfico, sino que ponía al servicio de la historia su nada despreciable sabiduría escenográfica. De resultas, disfrutábamos de una brillante parafernalia audiovisual, que brindaba una particular dimensionalidad espectacular, facturada con elegancia, desenvoltura y pericia.

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Con todo, y pese a las insalvables rendiciones prestadas a los peajes característicos que siempre ha de transitar un producto de la presente potencialidad comercial –evidentemente, no nos hallamos ante la osadía autoral de EL CABALLERO OSCURO, de Nolan-, STAR TREK (2009) consigue desmarcarse de la vulgaridad narrativa en la que se refugian la mayoría de sus caros semejantes. No hace falta más que detenerse en el prólogo, esa primera gran secuencia, que narra las dramáticas circunstancias coincidentes en el momento del nacimiento de uno de los dos protagonistas.

Abrams se esfuerza por dotarla de una densidad emocional, que otro, en su lugar, hubiera desestimado por inapropiada o por incapacidad. Los breves –demasiado breves, quizás- instantes en los que transcurre la conversación entre los dos padres valen como contundente ejemplo de ese afán desmarcador. El realizador puntúa de esta misma forma el transcurso de toda la peripecia narrativa sobre la que está construido su hábil producto. STAR TREK (2009) se eleva por encima de la media, esgrimiendo una sutil sobriedad escenográfica, lograda mediante la utilización de unos silencios asaz significativos. Abrams rebaja, atenúa con ilustrativo tacto la potencia de la espléndida fanfarria audiovisual que dispone para el exhibicionismo escenográfico. La película se lo agradece. Y los que buscamosstar trek-5 cierta rotundidad expositiva en esta clase de films, también.

A todo ello hay que unir la dignidad con la que se asume el lastre convencional insalvable de las carencias asimilatorias y tópicas que debe pagar al someterse a una franquicia. Aquí es en donde Abrams saca mayor partido a la decisión de explorar en los orígenes de la saga. La maquinación de un pasado no visto camufla la lógica mediocridad dramática que tan pocas veces es esquivada por los equipos artísticos de estas megaproducciones.

La película incide fundamentalmente en sus dos personajes principales: el capitan Kirk y su fiel comandante Spock, el archiconocido vulcaniano de orejas puntiagudas. El argumento describe el inicio de la lealtad y admiración mutuamente profesadas, sobre las que ha ido cabalgando toda la seri. La descripción de estos dos personajes, la invención de un pasado traumático, condicionador de su conducta y de su comportamiento personal otorga al producto una hondura y un reposo dramático nada común en estas lides espaciales.

Con todo, la mayor sorpresa para los añorantes de los buenos primeros tiempos llega con una jugosísima aparición del veterano Leonard Nimoy, star trek-1el entrañable actor que ha prestado seriedad y garbo espigado, desde su inicio, a una de las parejas de pabellones auditivos más famosas de la historia del cine. Resulta entrañable la escena en la que contempla el alumbramiento de su mítica notoriedad. La treta espacio-temporal en la que se inscribe su aportación es ciertamente destacable. La suya no es una mera aparición “souvenir”, sino que deviene en síntoma de la seriedad con la que está calculada la empresa.

La nave Enterprise puso  en marcha hace cuatro años, de nuevo,  sus vigilantes motores. La propuesta era realmente digna de alabar, pese a que todo el resultado final pecara de cierta gelidez, de cierto envaramiento. Al film se le notaban demasiado sus costuras reemprendedoras. El tamaño de la empresa concretada por su creador hacía casi imposible escapar a esta consecuencia. Afortunadamente, ahora, en 2013, hemos podido contemplar que Abrams ha sabido enderezar de forma notabilísima estos mínimos daños: STAR TREK: EN LA OSCURIDAD desarrolla con brillantez las virtudes sembradas en ésta.

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