Título original: Mission: Impossible - Rogue Nation
Año: 2015
Duración: 131 min.
País: Estados Unidos
Director: Christopher McQuarrie
Guión: Christopher McQuarrie (Historia: Christopher McQuarrie, Drew Pearce; Personajes: Bruce Geller)
Música: Joe Kraemer
Fotografía: Robert Elswit
Reparto: Tom Cruise, Rebecca Ferguson, Sean Harris, Alec Baldwin, Jeremy Renner, Simon Pegg, Ving Rhames, Simon McBurney, Jingchu Zhang, Hermione Corfield
Productora: Paramount Pictures / Skydance Productions / China Movie Channel / Bad Robot / Alibaba Pictures
Nota: 7.8
Pese a que el listado de profesionales situado al frente de las distintas entregas de esta dignísima saga cinematográfica (Brian de Palma, John Woo, J.J. Abrams y Brad Bird) dé una perfecta idea de la seriedad con la que los productores han tratado de facturar un espectáculo siempre superior a la estruendosa nadería a las que nos tiene acostumbrados la mayor parte del cine hollywoodiense que se mueve dentro de estos parámetros, a estas alturas de la misma, a nadie se le puede escapar que las múltiples peripecias del brioso y leal Ethan Hunt en modo alguno son ajenas a la voluntad de la estrella interpretativa que le ha puesto carne, hueso, músculo y concentración.
En otras palabras, el patrón con el que están medidas las hechuras de exterior e interior del personaje no es otro sino el deseo de retornarlo que posee Tom Cruise. Vista la quinta entrega, cabe certificar que todos aquellos que habían corrido a endiñarle una defunción artística, tras algunos sonoros y recientes fracasos en taquilla, deben de hacer posible la misión de metérsela por allí por donde no hay más misión que posibilitar. El protagonista de AL FILO DEL MAÑANA derrocha todavía nervio, sagacidad y voluntad renovadora, suficientes como para pilotar la franquicia durante varias entregas más. Desde luego, si llegan nutricionadas con la perspicacia que muscula ésta, gastamos impaciencia desde ya.
Por lo pronto, Cruise sigue manteniendo ese sano principio vertebrador que es “gástate en guiones mucho más que en entrenador personal, en tacones o en siquiatras infantiles especializados en niños obligados a vérselas de mañana con madre bombardeada de bótox”. Esto es, el actor/productor no mueve ficha ni saca a Ethan Hunt para hacer el ridículo (o, lo que es lo mismo, pelelizarlo cual John McClane de JUNGA DE CRISTAL), si no media la colaboración de un material escrito que proteja el honor de la criatura, velando por saludable integridad que ha lucido hasta la fecha, como se pudo constatar en la magnífica entrega anterior, dirigida admirablemente por Brad Bird.
Lo mejor que cabe decir de MISIÓN IMPOSIBLE: NACIÓN SECRETA es que, pese a que Christopher McQuarrie no alcanza el desparpajo innovador que supo asestarle Bird a la factoría, por fortuna sí sabe defender con soltura la envidiable garantía de calidad comercial exigida. Este nuevo laberíntico fragor de identidades, desafíos y traiciones funciona con la milimétrica capacidad para el asombro despedazado e in crescendo requerida por la estructura acumuladora de inusitados “set pieces” marca de la casa.
En esta ocasión, quedan para el recuerdo dos mayúsculos: el que tiene lugar entre las bambalinas de la Ópera de Viena (en el que queda reivindicada la importancia de la solución de guión mucho antes que la aportada por una posible pirotecnia) y el acuático dentro de la gigantesca turbina, un auténtico prodigio de intensidad y silencio a licuadas, asfixiantes partes iguales. Y, cómo no, asistimos a la irrupción de un personaje femenino que promete visos muy entusiasmadores: la sueca Rebecca Ferguson incinera con oscura gelidez candente todos los planos en los que aparece. Su Ilsa Faust exige plaza fija en el equipo: la pericia evolutiva con la que está acometida la pérfida ristra de vaivenes posicionales a la que es sometido su incierto y expeditivo personaje da buena idea de la seria disposición para la complejidad sorpresiva con la que está pergeñado el muy nutrido de incidentes libreto de la nueva peripecia.
En definitiva, Cruise sigue apostando por el espectáculo puro, duro y al revés. Saludemos la llegada de productos de este tipo, pues, por desgracia, las altas instancias hollywoodienses no suelen estar por la labor de atender tanto y tan bien las entretelas escritas para sus vacuas funciones. La saga MISIÓN IMPOSIBLE continúa empeñada en hacer del entretenimiento un sano ejercicio evasivo, hipnótico, no degradador. Causa gratitud ver que aún quedan profesionales que tienen claro que una cosa es el tocino, otra la velocidad, y, otra, la inteligencia de comerse el tocino a toda velocidad sin que el cerdo se dé cuenta de ese gustirrinín es su último aliento.