Título original: Vivir es fácil con los ojos cerrados
Año: 2013
Duración: 108 min.
País: España
Director: David Trueba
Guión: David Trueba
Fotografía: Daniel Vilar
Reparto: Javier Cámara, Natalia de Molina, Francesc Colomer, Ramón Fontserè, Jorge Sanz, Ariadna Gil
Productora: Canal+ España / Fernando Trueba Producciones Cinematográficas / Televisión Española (TVE)
Nota: 6.8
Tras ese paréntesis experimental -realmente fallido- titulado MADRID, 1987, David Trueba regresa al terreno de la amabilidad melodramática, dentro del cual ha sabido pergeñar sus mejores resultados, hasta la fecha, como realizador cinematográfico. En esta VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS queda meridianamente claro, desde la primera de sus escenas, que el madrileño ha decidido cercenar la más mínima oportunidad a esa inquietud innovadora que anidaba en la esencia del film protagonizado por José Sacristán y María Valverde.
En la última obra del creador de SOLDADOS DE SALAMINA, nos reencontramos con la singularidad cálida, evocativa, costumbrista y benévola que ha caracterizado su filmografía, esto es, con esa amalgama de tonalidades emocionales y narrativas aglutinadas en torno al concepto de lo tragicómico.
Trueba persiste en la exigencia de una historia central de carácter conceptualmente dramático, a la que la observación impuesta por una mirada tierna, cómplice con el dilema adjudicado a cada personaje, y continuamente aliviada por un eficaz punteo cómico, procura una fluidez que evita el ahondamiento arrojado y desgarrador del melodrama más puro.
VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS nos traslada hasta los inciertos días tambaleantes y atenazados del tardofranquismo. Los tiempos menos duros socialmente de una dictadura que ya iba encontrando respuesta a las pacatas, controladoras firmezas morales, culturales y educativas preconizadas por el poder de un tirano que ya llevaba treinta años ejerciendo su negro poder. El film nos evoca, justamente, esa inclemencia personal que principió a larvarse en una generación de jóvenes que empezaban a contestar, a sentirse incómodos con la severidad y la planicie de ese incontestable código de comportamiento.
Año 1966, Antonio, un modesto y entusiasta profesor de inglés de un instituto de Albacete, que enseña dicho idioma haciendo que sus alumnos traduzcan canciones de THE BEATLES, tiene noticia de que su venerado John Lennon se halla en la costa almeriense rodando un film y decide emprender un viaje hacia ese lugar del sur de España con el ánimo completamente esperanzado de mantener un encuentro personal con su ídolo. De camino, aceptará la compañía, primero, de Belén, una joven que ha escapado de un centro en el que pretendía ocultar su embarazo de tres meses y medio, y, después, de Juanjo, un adolescente que, por causa de sus desavenencias con su padre, acaba de huir de su casa.
Así pues, la película se aferra estructuralmente a la disposición itinerante y alumbradora de una clásica -e hispana- “road movie”. Los tres protagonistas se embarcan en una ruta que, poco a poco, revelará una sutil naturaleza simbólica que trascenderá la mera exposición de los hechos que irán acaeciendo durante el periplo. Antonio, Belén y Juanjo partirán, sobre todo los dos últimos, con un dilema personal que los aconteceres sobrevenidos en el viaje ayudarán a afrontar de un modo consecuente al aprendizaje asumido durante el peregrinaje suscitado por el ímpetu exaltado, fogoso, pedagógico y cultural del buen maestro.
Lo curioso de VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS es que sus limitaciones son, a la vez, el garante de su sentido encanto. Para bien y para mal la película es un flagrante y concienzudo ejercicio de limpieza narrativa. Trueba lo acomete con una transparencia que, en determinados momentos, acartona, empobrece, desnaturaliza el relato y, en otros, lo colma de sensibilidad y verosimilitud. De ahí la evidente irregularidad con la que se salda su contemplación. La última obra del autor de OBRA MAESTRA, por momentos, se duele de la falta de garra dramática que requiere la inocencia desde la que parte y, al mismo tiempo, cuece su encanto en esa sobria y emotiva sencillez narradora y descriptiva.
El film juega su baza principal en el protagonismo fundamental que otorga al personaje incorporado con una inspirada y conmovedora convicción por Javier Cámara. El retrato que emerge del profesor manchego no cesa de escrutar en su positivismo, en su autoconfianza, en su amor por su tarea pedagógica profesional, en el apasionamiento por resaltar los valores del aprendizaje de la cultura, en su desinhibida y consciente soledad, en su callado sometimiento a las normas establecidas y en las escurridizas fisuras que se impone para combatirlas sin estridencias. Sin embargo, la elección de esta primacía conlleva el descuido en la pincelación de los otros dos personajes, sobre todo el de Juanjo, que apenas escapa al espíritu apocado, silente e inmaduro con el que se presenta.
Película agradable, modesta, reconocible, portadora de un panorama sociológico mucho más oscuro del que aparenta (el empleo por parte de varios personajes del sopapo deja intuir la extrema represión de la época retratada), para nada equiparable con la ranciedad televisiva (CUÉNTAME) a la que algún burdo ha aludido, VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS depara un enternecedor rato de cine que vuelve a poner de manifiesto la validez realizadora de su autor.