Título original: Begin Again (Can a Song Save Your Life?)
Año: 2013
Duración: 104 min.
País: Estados Unidos
Director: John Carney
Guión: John Carney
Música: Gregg Alexander
Fotografía: Yaron Orbach
Reparto: Keira Knightley, Mark Ruffalo, Hailee Steinfeld, Adam Levine, James Corden, CeeLo Green, Catherine Keener, Mos Def
Productora: The Weinstein Company / Exclusive Media
Nota: 6.5
John Carney irrumpió en el actual panorama cinematográfico de la mano de una delicia titulada ONCE, aquella tierna, creíble, sencilla y hondamente musical pieza de cámara a dos voces, en la que, con los escasos mimbres de las calles de Dublín y un músico callejero encontrando la complicidad atenta y fértil de una emigrante checa pluriempleada, se dirimía una escueta relación afectiva, pródiga en alumbramientos creativos y personales. ONCE, en el fondo, emplazaba una encendida y precisa reflexión sobre la creación artística.
El éxito de esta pequeña aventura fue inversamente proporcional a la modestia presupuestaria desde la que partía el producto. De ahí que sean lógicas las expectativas ante una nueva propuesta del mismo realizador en la que, desde un punto de vista argumental, además, a primera vista, pareciere que decide ahondar en la relación música-cine que tan buen resultado le diera en 2005.
BEGIN AGAIN vuelve a incidir en el enigma de la creación musical, pero salta a la vista que Carney se esfuerza por que ésta se desmarque abiertamente de ONCE. Sin embargo, aunque el tejido argumental que la sustenta, el tipo de protagonistas, el ambiente en el que éstos se desarrollan y el espacio geográfico en el que se desarrollan todos los hechos son bien distintos entre sí, BEGIN AGAIN, quizás sea su mayor lastre, no cesa de convocar íntimamente a su predecesora.
De la capital irlandesa por la que deambulaban Glen Hansard y Markéta Irglová, nos trasladamos al Nueva York de nuestros días. La reconocible urbe estadounidense sirve de marco geográfico a un nuevo encuentro entre dos desconocidos a los que la música les va a dar la oportunidad, primero, de entrecruzarse las vapuleadas existencias y, segundo, de estimular un acicate para reemprender con ansias renovadas el torcido itinerario vital en el que ambos se hallan sumidos. BEGIN AGAIN se centra en el recíproco auxilio que van a procurarse Greta y Dan; ella, una joven compositora a quien su novio, una vez convertido en cantante reconocido, abandona tras conocer las mieles de un éxito que ella ha ayudado a lograr; él, un cazatalentos musical en horas muy bajas, empleado en una importante productora musical, a quien sus superiores han retirado la confianza. 
Los dos se conocen en un local neoyorkino en el que ella, de súbito, es invitada a tocar. A partir de ese momento, entre ambos se va a establecer una fecunda complicidad creativa que los llevará a tomar una serie de desconcertantes decisiones.
De alguna forma, da la impresión de que Carney decide distanciar BEGIN AGAIN de ONCE tolerando en ésta una visión más completa, más honda y más descarnada de los modos y maneras con los que se maneja la industria musical hoy en día. El intimismo creativo de la segunda da paso a una pericia más bregativa en la primera. Mientras gran parte de los esfuerzos abordados en ONCE eran de índole creativa y personal (las dificultades y los combates inspirativos en torno a la gestación de un tema musical), en BEGIN AGAIN prima las dificultades de infiltrarse en los entresijos de una industria que sólo prima la estandarización, el gusto masivo y, por supuesto, el puesto ocupado en las listas de ventas. En ésta, gran parte de la atención prestada por el realizador, la ocupa el modo de grabación del disco que ambos protagonistas luchan por sacar adelante, sin que se detenga jamás en los esfuerzos personales de la autora en componerlos.
El déficit de BEGIN AGAIN con respecto a ONCE se fragua en el tono excesivamente amable, condescendiente y frívolo con el que esta mirada más colectiva, industrial y de entresijos está emplazada. La porosa verosimilitud cuajada desde el primer momento en ONCE sólo emerge aquí a ráfagas. Se vuelve en su contra, por ejemplo, que la cumbre de su magia aparezca muy pronto: esa maravillosa escena en la que Dan imagina el enriquecimiento musical del tema que Greta está cantando en el escenario con la única compañía de su guitarra no empapa su chispa al resto de secuencias posteriores.
De la misma manera, la extrañeza callejera cercana, semidesconocida que aportaba el marco de fondo que imponía Dublín y sus alrededores resulta imposible de ser retomada al empeñarse el realizador en brindar un Nueva York postalero, tópico y, por ende, nada sorpresivo. A todo ello cabe añadirle, la prescindible pincelación de caracteres con la que están despachados personajes como el novio de Greta o la hija y la ex-esposa de Dan. En definitiva, muchas de las aportaciones maquinadas por Carney en el guión para que BEGIN AGAIN escape con autonomía del influjo de ONCE no funcionan y, por lo tanto, toleran, primero, que el recuerdo de aquella sea constante y, segundo, que la propuesta actual no funcione de la forma tan concentradamente sensible que lo hacía aquella.
Ahora bien, pese a estos reparos, BEGIN AGAIN no resulta en modo alguno un film despreciable. Carney vuelve a acertar con la exquisita propuesta musical que exhibe y, sobre todo, con el tacto bien milimétrico que tiene en no caer jamás en el sentimentalismo más burdo e insoportable. Su cámara sabe capturar con escueta nitidez la incuestionable química que se establece entre los dos actores principales. Cuando el film se centra en las respectivas aflicciones, en el reconfortante júbilo que ambos pronto suponen a su encuentro, en esquivar una consabida historia de amor, gana en atractivo y en concentración. BEGIN AGAIN no llega a la altura de ONCE, pero la solvente ternura con la que está alentada merece (y mucho) que le sigamos dando una oportunidad a su director para que nos reencontremos con la limpia grandeza mínima de ésta. Lo agradable de su visionado así lo requiere.
