Título original: Fifty Shades of Grey
Año: 2015
Duración: 124 min
País: Estados Unidos
Director: Sam Taylor-Johnson
Guión: Kelly Marcel (Novela: E.L. James)
Música: Danny Elfman
Fotografía: Seamus McGarvey
Reparto: Dakota Johnson, Jamie Dornan, Max Martini, Eloise Mumford, Luke Grimes, Marcia Gay Garden, Jennifer Ehle, Rita Ora, Andrew Airlie, Victor Rasuk, Callum Keith Rennie, Anthony Konechny, Dylan Neal, Emily Fonda, Jason Cermak
Productora: Universal Pictures / Focus Features / Michael De Luca Productions / Trigger Street Productions
Nota: 0
Era de esperar. Consumada la chorrada, la nadería y la celebración de la blandura. La adaptación cinematográfica de la famosa novela de E. L. James está a la melindrosa altura del referente literario desde el que parte. Nos hallamos frente a la prefabricada culminación de una morrocotuda operación comercial, hecha a mayor gloria de los látigos que no hacen daño… esto es, de la flagelación con papel de celofán, del gemido Barbie Mocosete, del orgasmo de media punta, del corrimiento a distancia, de la salvajada profiláctica dentro de un orden … Nada por aquí y nada por allá... de aquí te cepillo, aquí te mato, ni media. 50 SOMBRAS DE GREY no es un film, sino una burda excusa para que pasen por caja las millonas de lectoras que han sucumbido a esta ñoñez indolora.
La película, de sobra conocido por todos, narra los encuentros amorosos entre un multimillonario, joven, guapo, guarrillo, bajabragas intocable, que se lo quiere montar de transgresor sin cuero con una inocente chica, a quien conoce en su despacho, cuando ésta acude a hacerle una entrevista para una publicación. El amor surge waltdisneyforme. Un cuento de hadas puesto al día, al que se intenta oscurecer mediante un ardid que se quiere siniestro y perversísimo: al tal Grey, le van los dildos de Famosa qe se dirigen al portal… dice que no hace el amor, sino que folla, y tiene una cámara con un surtidito de juguetes para el sado que ya quisiera Falete para sodomizar, más aún, a su flotador patito… el meollo juguetón de la peli lo ocasiona la aceptación de ella del juego de sumisiones que le plantea el bizarro forrado…
La película es un infausto compendio de mediocridades escénicas y literarias estiradas, ralentizadas y sobadas hasta la extenuación. No hay más conflicto que la contemplación del patético fotonovelón con ínfulas peligrosas. Los dos personajes están pincelados a golpe de tópico facilón: él, un príncipe azul con ganas de mamporrear glúteo después de poner el zapato de cristal… y, ella, la cenicienta con ganas de agacharse en bolas después que la calabaza se convierta en coche de lujo... Alí Chuscar y la cueva de los 40 consoladores... Ábreme, Sésamo... No hay más sorpresa que la de contemplar con qué caprichito (o caprichoto) caro y volantinero (que si un paseo con helicóptero, que si otro con un aeroplano donde ni siquiera habemus polvo sin motor) le sorprenderá él niño bonito a la bella obediente del cuarto con cosas para pegar y meter.
La realización de Sam Taylor-Johnson es igual de calentorra que el jardín de cubitos de un iglú. Caligráfica, torticera y modosona, confunde elegancia con bocadillo de papel de Albal por dentro, y, calentura, con cremallera de candado de cancela antigua. La directora únicamente se aviene a que nada incomode la clarita transparencia de la función: ni un solo deslizamiento oscuro, ni un solo momento que intente sobresalir de lo castradoramente aplicado, ni una sola voluntad de transgresión. Tramposo como un Photoshop de Kiko Rivera con la cintura carmina de Cayetano, Taylor-Johnson se limita a fornicar sin echar ni gota… Lo suyo no es un coitus interruptus, sino un kiki de caca sobre sábanas de mucho raso y poco pelo.
En resumidas cuentas, un video clip de lujo casto, que ni vale como radiografía del sentimiento amoroso, ni como estudio de los mecanismos del deseo, ni como ahondamiento en las entrañas emocionales de la tortura, la dependencia y el acatamiento afectivo. Un NUEVE SEMANAS Y MEDIA al que le sobra la semana y tres días... Con puesta en escena tan desabrida y empalagada como las fantasías húmedas de Bob Esponja pensando en una peli de porno entre algas, ni siquiera los esfuerzos de los dos intérpretes pueden hacer nada por evitar la mustiez generalizada. Él está especialmente nefasto. Jamie Dornan pone todo el rato cara de estar haciendo el exámen de química de selectivo. Dakota Johnson enseña toda la física, pero, nada… como si te tocas los bajos haciendo un examen de religión. Un calvario de vulgaridades, un suplicio de mandangas, una exquisita tortura para retinas pacientes. El que quiera polvo del bueno, que no se arrima a esta era. Y el que pretenda castigarse con un porno mejor que éste que se imagine a la Campos con su Arrocet catándole el Bigote...