La Llegada 1

Título original:  Arrival

Año:  2016

Duración: 116 min.

País: Estados Unidos

Director:  Denis Villeneuve

Guión:  Eric Heisserer (Relato: Ted Chiang)

Música:  Jóhann Jóhannsson

Fotografía:  Bradford Young

Reparto: Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker, Michael Stuhlbarg, Mark O'Brien, Tzi Ma, Nathaly Thibault, Pat Kiely, Joe Cobden, Julian Casey, Larry Day, Russell Yuen, Abigail Pniowsky, Philippe Hartmann, Andrew Shaver

Productora:  Paramount / FilmNation / Lava Bear Films / 21 Laps Entertainment

Nota: 8.1

Desde luego, si algo no se le puede escatimar a Denis Vileneuve es reconocerle el ansia por inmiscuirse en andaduras cinematográficas de empeño siempre distante a la comodidad, al encasillamiento, a esa infecunda salvaguarda que es la evitación del riesgo. El canadiense muta intereses en cada una de sus propuestas.La Llegada 2 Ha acreditado ya de sobra una pugnativa capacidad por salir indemne de esa apetencia por cambiar de rumbo genérico proyecto tras proyecto, pese a que en todos pueda advertirse un soterrado germen unificador: el severo análisis de la conmoción dramática a la que son enfrentados sus protagonistas. Quizás una de las bazas principales de esta magnífica incursión en el terreno de la ciencia ficción sea la de no quebrantar esa máxima. LA LLEGADA no puede entenderse sin esa pregnancia de ciencia ficción dramática desde la que parte su singularísima y fecundamente novedosa andadura.

Acaso por eso mismo, el film apenas tarda en descerrajar esa agria, inasumible consternación, pertinaz saña de la casa. No desvelaremos cual, pero sí interesa destacar que la protagonista de la trama viene ungida de luctuosidad desde el arranque. La doctora Loise Banks, una reputada lingüista, es un personaje que llega a la trama sancionada por un hecho medularmente desgarrador, que, desde luego va a ir definiendo su comportamiento dentro de la concatenación de hechos a la que va a ser llamada, cuando, de súbito, unas extrañas y enormes naves extraterrestres comienzan a instalarse en el cielo de varios puntos del planeta.La Llegada 8

 Banks, que, en principio, dada la apatía anímica en la que la vemos instalada (los recuerdos de su tragedia, la soledad, el aislamiento de su morada, el modo en el que trata la lógica angustia de su madre por teléfono), no da muestras de sentirse presa del pánico colectivo que se ha propagado a su alrededor, deberá inmiscuirse en ese enigmático acaecimiento tras ser recabados sus servicios por un militar a cuyo cargo ha recaído la vigilancia de una de las naves que se ha posicionado en territorio norteamericano. Aquí arranca el extraordinario meollo argumental del film: la doctora, junto Ian Donnely, un prestigioso físico matemático, deberá acercarse hasta ella y tratar de establecer una comunicación con los alienígenas que la comandan. Los militares necesitan saber cuáles son sus intenciones antes de tomar la decisión de una posible respuesta bélica.

El autor de SICARIO aprehende la oportunidad de pergeñar un artefacto narrativo que le permite desarrollar algunos aspectos de su soberbia La Llegada 5ENEMY con un eximio talento observador. Su acercamiento a un género tan trillado y (últimamente) degradado como es el de la ciencia ficción, claro está, va a situarse en las antípodas de la desfachatez estridente, aparatosa y yerma contra la que sucumben la mayoría de las ofertas. Lejos de caer en una propuesta en la que ha de primar  una trama pugnativa, de combate, LA LLEGADA nos traslada hasta una esencialidad apenas tratada, una búsqueda apenas emplazada: el lenguaje como núcleo de esa suposición futurible, un idioma como espacio ignoto La doctora Banks deberá ingeniárselas para tratar de sociabilizar con los extraños visitantes y, a partir de ahí, intentar traducir sus signos, descifrar sus palabras, acotar sus significados, alumbrar sus interrogantes, restañar respuestas. El film nos somete a un viaje hacia el interior de ese enigma que es el acuerdo mutuo, entre dos entes, para postular esa convención que es el nombre de las cosas. El mundo existe en tanto que puede ser nombrado. Lo que queda fuera del alcance de esa capacidad, es extraño, no nuestro, desconocido. El nacimiento del lenguaje como arcano, como entresijo irresoluble. Las entidades alienígenas lo son en tanto que entidades con las cuales no existe posibilidad de comunicación, puesto que la articulación de un lenguaje que haga de intersección cognitiva no se da.La Llegada 9 La misión de Louise Banks no es otra que la del origen de todo conocimiento, esto es, el acto del nombrar, condición previa a todo saber.

El elemento más extraordinario de esta nueva contundencia fílmica deparada por el creador de PRISIONEROS se articula en torno al tono reflexivo, denso, calmo y escrutador que impone a todo el film y, cómo no, a la calculada, novedosa, espléndida puesta en escena que dispone para conseguirlo. Desde ese punto de vista, no cabe otra cosa sino rendirse ante la evidencia del impecable dispositivo escénico elucubrado y dispuesto para los dos primeros tercios del film. Insuperable. Por ajustado, genuino y cautivador.

La solución visual dada tanto al diseño de la nave, a los alienígenas, como, fundamentalmente, al habitáculo en el interior de la primera donde tienen lugar los encuentros entre el equipo liderado por la doctora y los heptápodos: ese largo hueco rectangular, en cuyo límite un luminoso muro transparente la separará del contacto con éstos. El recuerdo del cristal que hermetizaba a Clarice Starling del aliento de Hannibal Lecter en EL SILENCIO DE LOS CORDEROS se hace presente. La Llegada 7La transparencia permite, de un lado, establecer un contacto visual con los signos humeantes enviados por los tentáculos de Abbot y Costello (ejerciendo labores de pizarra nívea) y, por otro, evidenciar de forma nítida la gradación en el proceso de privilegiado alumbramiento significador que va a vivir la protagonista, una, digámoslo ya, inconmensurable Amy Adams, que resuelve con oscura y radiante contención la compleja unicidad de un personaje roto y, al tiempo, arrollado de curiosidad y gozo frente la magnitud del enigma que se lanza a conquistar. El rostro de la actriz es capaz de transmitir al espectador la fragilidad, el entusiasmo y la concentración requeridos; de, sin aparente esfuerzo, estar a la altura de las profundas agudezas de un personaje asaeteado de continuos flagelos intimados e inusitadas fosforescencias sensoriales y contemplativas

En este sentido, sólo cabe apercibirse, La Llegada 4valorar, estableciendo justificadas comparativas, el revelador paralelismo que, escenicamente, propone Vileneuve para, en primer lugar, resolver la escena en la que se describe la irrupción en el relato de las naves, y para, con posterioridad, desarrollar la larga secuencia que concluye con la primera visión de los alienígenas que tripulan la nave que es objeto de la investigación de la doctora. En ninguna de las dos se exhibe una visualización inmediata, sino que el realizador, imponiendo una exquisita coherencia con la verdadera, esencial razón de ser de su film, decide graduarla esquiva y suculentamente. En la secuencia del aula, será un mensaje de móvil el que alerte de la invasión. Tras él, la doctora decide encender un monitor televisivo situado a sus espaldas. Vileneuve resuelve la situación situando su cámara frente al rostro impactado de ésta, negando la visión esperada, mientras el sonido de los comentaristas televisivos aluden a lo que está ocurriendo: a la par que anticipando lo que va a suceder después y, por lo tanto, condensando el sentido global del film, queda evidenciado, así, el elemento generatriz de la urdimbre argumental; este no es otro sino las elucubraciones de ese rostro de mujer abocado a ese ámbito incomprensible que ha irrumpido llegado de no se sabe donde.

En la magistral, memorable secuencia que relata la primera vez que suben a la nave alienígena, ocurre lo mismo. El autor de INCENDIES vuelve a ralentizar la aparición de las criaturas extraterrestres, haciendo mediar una detallada descripción de los esfuerzos de todos los integrantes de la patrulla hasta llegar a la pared transparente.La Llegada 3 Vileneuve pormenoriza el proceso de ese avistamiento, se muestra muy atento a los detalles de ese abordar, que, en el caso de la doctora, viene abundado de malestar por causa de los efectos secundarios de un vacuna recién inyectada. Esto es así, puesto que de forma sagaz, taimada y lógica, se está escenificando el enigma sobre el que gravita la integridad del film: la dificultad está en el proceso,  en el plan concebido para arribar a la conciliación comprensiva del otro, en el camino entre un mundo y su correlato no conocido, en la pugna irreconciliable entre un emisor y un receptor interrelacionados por un mensaje sin claves para ser interpretado: en definitiva, la creación de un lenguaje, el misterio de su germen, la insondable angustia de su necesidad.

Sin embargo, para quien esto escribe, LA LLEGADA no concluye siendo la obra maestra que anuncia porque en su último tercio el (hasta ese momento) implacable guión que le da cuerpo propone un requiebro, una pirueta narrativa cuanto menos muy discutible, que se antoja de difícil asimilación tras el magnánimo desarrollo previo de todos los acontecimientos. Y no sólo eso, sino que, incomprensiblemente, decide in viraje formal a los hechos encuadrados, desentendiéndose del asombroso y genuino dispositivo escénico gestado, y proponiendo un acercamiento a la resolución final en el que la vindicación de Terence Mallick no puede por menos que chirriar, desconcertar, empequeñecer los logros. Vileneuve ha dado ya muchas muestras de poseer un dúctil, firme modo de ejecutar sus intenciones; por eso decepciona que eche mano de un universo creativo ajeno (la parte familiar de EL ÁRBOL DE LA VIDA, en concreto) para ultimar un film que había gravitado sobre la más astuta, depurada y subyugante unicidad. LA LLEGADA, por lo tanto, deviene un film extraordinario, que no consuma su grandeza por causa de una resolución que no merecía la cumbre de su portentoso planteamiento y su sobresaliente desarrollo. Eso sí, el talento de Vileneuve como severo y radical narrador mantiene incombustible su férrea versatilidad cinematográfica. Esa sólida sapiencia que lo ha encumbrado a ser uno de los imprescindibles del cine contemporáneo.

 

 

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