SIBERIA
Dirección: Abel Ferrara
Guión: Abel Ferrara, Christ Zois
Reparto: Willem Dafoe, Dounia Sichov
Sinópsis:
De un mundo a otro que es extraño y frío, un hombre huye. Pieles y fuego le proporcionan el calor necesario para mantenerse vivo. Una cueva le sirve de refugio. El hombre quiere mantener a raya su soledad. Está herido por dentro. En realidad, ha decidido emprender el más incierto de los viajes. Ha decidido poner rumbo hacia lo más convulso de sí mismo.
Nota: 0
Comentario crítico:
Causa pena, penita, pena, pena de mi corazón contemplar a un cineasta admirado relamiendo las mieles herrumbrosas de su propio vacío. El otrora atractivísimo Abel Ferrara lleva ya mucho tiempo empeñado en hacer de su cine un apocalipsis de egofilia que ya resulta más cansino que hacer un ajoaceite con un mortero y un palillo.
De hecho de tanto girar en ese mortero de autotolerancia, sus obras no son ya sino un chimichurri que se quiere provocador, sacudido y canalloide, pero que, caducado ya al punto de servirlo, en lo que quedan convertido es en caldoso desperdicio de almirez boticario. La pócima de, por ejemplo, TENIENTE CORRUPTO, se le ha quedado tan lejana como a la pitonisa Lola su primera vela negra. SIBERIA es la vela Lola de una pitonisa muerta.
Ferrara ha decido no molestarse en nada. Solo en incontenerse. Y para tirar de incontención, creemos, hay que tener un mínimo de voluntad constructora; invisible, pero constructora. Esto es, que sea fruto de una intencionalidad soterrada que actúe en todo momento de cauce hondísimo, secreto, pero amarratoriamente capaz de sugerir una lógica, una lógica aguda y progresiva, que haga cómplice al espectador de esa escalada de subjetividad colérica. En definitiva, no se incontiene quien quiere, sino quien quiere. Por citar un ejemplo, Ferrara está tan cerca de Lars von Trier, como Melendi de Wilco.
SIBERIA es otra prueba más de que el autor de TOMASSO no entiende así su función desmadrativa, esa atalaya grandilocuente y tosca desde la que acomete ese yermo desatar la furia, con la furia hecha unos aburridos e inanes zorros descompuestos. Volvemos a ver al pobre Williem Dafoe convertido en coartada física de la, claro está, en principio siempre atractiva propuesta de partida impuesta por un creador dispuesto a someter un malestar o una vacilación creativa como material a abordar fílmicamente.
Pero como en tantas otras veces, a Ferrara le pierde quedarse en la dermis más facilona de esa premisa. La huida de este hombre a través de cavernas, desiertos y de sí mismo no obedece más que al único atolladero estructurador que debiere, en este tipo de films, ser evitado con lúcido mimo discernidor: el capricho. Lo que vemos, por tanto, es una locura prefabricada por aleatoria e inútil por reiteración. Hasta la más aguerrida anarquía debiere tener unas tablas con sus mandamientos. SIBERIA lo que tiene es cacao mental de saldo. Y por eso es más mala que tomarle a tu padre la tensión con un cirio pascual.