Bloody Beetrootsportada

Salvajada, ese es el único término clarividente que me queda del paso de los italianos por la Barcelonesa Apolo. El resto, nublosas sensaciones, instintos primitivos y unas agujetas dignas del más duro entrenamiento militar.

Foto: Miles Dufrasne

 

Con el recuerdo fresco de su show por el Primavera Sound 2010, volvían los tipejos con máscaras de la antítesis de Spiderman por Barcelona. Algo tan poco original como efectivo, que se ha convertido en el santo y seña del guarrismo electrónico más actual. Aunque no sea el mal el que queda representado en esta ocasión sobre el escenario, sino el sonido más garrafonero, facilón y gamberro. Los máximos exponentes de la electrónica zapatillera. Si Autechre fuese el Spiderman de la electrónica, los Bloody Beetroots sin duda serían Venom con su lengua fuera y su rictus de cerdo depravado.

La fama de tener un live brutal les precede, el recuerdo de su paso por el Parc del Forum me saca una sonrisa al recordar una marabunta saltando mientras los más puristas abandonaban el lugar completamente horrorizados. Así son, un grupo que no deja indiferente a nadie, un sonido que no pretende entrar en de los anales del buen gusto musical, pero sí hacer de la experiencia del directo un torbellino que lo arrase todo, una hora y media de zapatilla pura y dura, de esas en la que cuentas las canciones por el número de subidones. 

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Foto: Miles Dufrasne

Igual no son los más innovadores, pero a crear un espectáculo salvaje con las ideas más trilladas, pocos les ganan. Comienzan a retrasarse, pasan los minutos, entre impaciencia y murmullos nos preguntábamos de qué irá esa parafernalia sobre el escenario, cuando de repente y con media hora de retraso, Bob Rifo y los suyos salen a escena como acostumbran las estrellas más brillantes. Haciéndose de rogar, con la sala rozando el sold out y al borde del ataque de nervios. Veinte minutos para acabar descubriendo que todo aquello de The Church of noise iba a ser el enclave perfecto para hacer brillar al trío sobre el escenario. Un juego de luces rotundo para perpetrar con más éxito si cabe toda esa montaña rusa de beats y subidones de escándalo.

Uno a las mezclas, otro a los teclados y Edgard Grinch destrozando la batería para hacer que esa salvajada de sonido haga lo que parece ser imposible, salir de tres tíos con instrumentos y no de unos platos cualesquiera. “1985” y “Mac mac” para empezar directos a la yugular, frenéticos en el ritmo y con la potencia que se espera de ellos, todo a velocidad vertiginosa y el público enloquecido, parece que solo ha venido a saltar con los brazos lo más alto que permita la física newtoniana. Velocidad de vértigo a compás de sesión que nos lleva hasta Warp en el primer cuarto de hora. Como era de esperar, la locura acaba por desatarse mientras nos damos cuenta de que increíblemente, aquello podía ir a más. Brazos, desenfreno generalizado y más brazos saltando entre destellos de luz blanca que hacen de aquello, lo más grande que recuerdo en mucho tiempo en la sala del paralelo. Bestial.

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Foto: Miles Dufrasne

A partir de aquí, parones de cortesía para que no haya muertos entre el público (ellos tres no los necesitan) y versiones sin anestesia de Vitallic como “La rock” o “Second lives” que se entrecruzaban en el camino con otros de sus trallazos más reconocibles como Welcome. La versión al teclado del tema principal de “28 semanas después” empezó a cerrar un desenfreno que acabaría por todo lo alto con Cornelius y la versión 7.7 de Warp. Más de hora y media de éxtasis, pogos y crowd surfing entre el público llegaban a su fin.

Garrafón, zapatilla o basura de la electrónica, no importa la etiqueta que les pongan, porque estos tíos son unos genios en lo suyo. Unos auténticos especialistas de esto de la fiesta por la fiesta, de hacer que varios cientos de personas salten al unísono para sentir la genuina locura colectiva.

Directos de Bloody Beetroots por decreto en cada gimnasio de este país y acabamos con la obesidad para siempre. Ahí dejo mi propuesta.

Fotos realizadas para: http://www.underscore.es/

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