CASS MCCOMBS
INTERIOR LIVE OAK
Domino
Nota: 7.7
Comentario:
El presente disco supone una nueva perspectiva para el folk. En donde los instrumentos eléctricos tienen la misma cabida que los acústicos, en el que los climas creados nos hacen olvidar de la duración de muchas de las canciones. Las letras, muchas de ellas irónicas, son interesantes, así como las narraciones que se dibujan a lo largo de este Interior live oak. Sin embargo, aún podría haber sido mejor. Si el artista estadounidense llega a haber cribado mejor sus composiciones, si no hubiera abusado de la saturación en las distorsiones de ciertas guitarras, el resultado rozaría la excelencia. Al no ser así, nos hallamos ante 16 cortes. Y claro, a menos que uno sea un Bob Dylan, un Paul Simon, un Leonard Cohen, un Neil Young, un Billy Joel, un Tom Waits o un Bruce Springsteen (por traer a colación ejemplos anglosajones), es complicado mantener el nivel sin incurrir en temas de relleno o errores que se solucionarían con una discriminación musical más rigurosa.
La primera canción, Priestess, es la invitación irresistible para acabar de escuchar el álbum, ocurra lo que ocurra después. Habla ésta sobre la pérdida. Los instrumentos que figuran son la guitarra eléctrica con distorsión y delay, la batería, el bajo y otra guitarra eléctrica limpia que se encarga de los arreglos. Cabe destacar la rítmica que generan las repeticiones del delay, que ayuda, además, a que avance la narrativa de la letra. Peace (acerca de la despedida, la aceptación del adiós), por su parte, consta de guitarra acústica y de otra -eléctrica- que ejecuta un sólido riff y batería. La voz, en otro orden, está doblada.
Missionary bell se refiere a los diversos simbolismos que entrañan las campanas o, más específicamente, el sonido de las campanas. El ambiente que se crea a partir de las dos guitarras es muy adecuado. Una de ellas emula la melodía vocal. Miss Mabee, primer síntoma de declive, versa sobre el arrepentimiento. El instrumento principal es una guitarra eléctrica con distorsión y compresión. Home at last describe irónicamente el retorno a casa del narrador. Curiosamente, aquí la batería y percusión suenan más secas, sin efectos y la voz está mucho más tratada en ese sentido. En I’m not ashamed (sobre el orgullo) hallamos un par de guitarras eléctricas con tremolo y reverb que gestan un ambiente reposado y elegante. Who removed the cellar door? transmite inquietud por lo oculto. De todas formas, uno se distrae por el apabullante volumen de los elementos musicales: batería, bajo, órgano eléctrico, guitarra eléctrica y otra pedal steel.
En A girl named Dogie se relata la experiencia del cambio. En suma, debería durar menos. Si a esto le sumamos la pésima ecualización de la siguiente pista, Asphodel, de tempo acelerado, habremos enumerado los dos principales inconvenientes de Interior live oak. I never dream about trains, a pesar de su enigmático o, si se quiere, disparatado título, trata del arrepentimiento amoroso. Aparece aquí, por primera vez, el piano, al que acompañan la guitarra pedal steel y la batería. Van Wyck expressway es otro momento olvidable del disco. No así Lola Montez danced the spider dance, retrato histórico-legendario de aquella bailarina y cortesana inmortalizada por Max Ophüls. El compás y la producción parecen estar inspirados en I want you/She’s so heavy de los Beatles.
Juvenile aborda el tema de la juventud, como ya sugiere su título. Molesta más que suena aquí un sintetizador de timbre irritante. Por otra parte, Diamonds in the mine, otra canción enteramente acústica, aboga por encontrar el valor de lo cotidiano. Strawberry moon, tema de corte romántico, consta de muy buenos arreglos de guitarra, instrumento que aparece por triplicado entre la acústica, la eléctrica y la tocada con slide. Finalmente, en la composición homónima se emplea (con ciertos toques humorísticos) el árbol como metáfora del crecimiento humano, del origen, de la unidad, del tiempo. Si esto ya les suena es porque Octavio Paz ya lo hizo, con más seriedad, complejidad y otros matices, en poemarios como Árbol adentro.
En conclusión, si bien Interior live oak dista de ser perfecto, por ciertas canciones –ubicadas, en su mayoría, en la primera mitad del disco- implica estar ante un hallazgo muy singular. El folk es, junto al indie, el género predominante. Los mejores pasajes, no obstante, tienen lugar cuando la música se acerca hacia el primero de ellos. Las atmósferas están, además, muy logradas y varias de las letras son muy meritorias. Lástima que el tal McCombs no haya recortado la cantidad de temas, su duración y se haya pensado mejor la ecualización de los mismos. Aun así, su nueva propuesta no dejará indiferente a nadie.