No se me ocurre una mejor manera para empezar el mes de Diciembre que con el concierto de uno de los grupos más originales de la escena musical actual, los neoyorkinos Battles.
El trío de ‘mathrock’ formado por John Stanier, ex-Helmet, a la batería, el ex-Don Caballero Ian Williams a la guitarra/sintetizadores/samples y el ex-Lynx Dave Konopka a la guitarra y bajo, pisaban por primera vez Madrid, de la mano de la promotora ‘Heart of Gold’, en el marco idílico que supone la Sala Joy Eslava, sin duda una de las mejor preparadas para acoger este tipo de eventos.
Me llamaba especialmente la atención comprobar cómo la ausencia de Tyondai Braxton, guitarrista/vocalista/teclista de la banda desde sus inicios, y que abandonó la formación hace apenas unos meses de forma amistosa, se supone, para dedicarse a su carrera en solitario, podría afectar al directo de la banda. Y es que tras tener la suerte de verles en el ‘Dour Festival’ del 2008, quedaba claro que se trataba de un componente ‘básico’ y a priori insustituible en la maquinaria tan bien engrasada que forman Battles.
Con toda la parafernalia montada encima del escenario, formada a la izquierda por dos sintetizadores en forma de V invertida y una guitarra pertenecientes al ‘feo’ de Ian Williams, la particular batería del ‘malo’ de Stanier, con el crash colocado a prácticamente dos metros de altura en el centro, una amalgama tremenda de pedales y efectos para la guitarra y el bajo del ‘bueno’ de Konopka a la derecha, y dos pantallas LED verticales colocadas detrás de la banda, todos esperábamos ansiosos a los tres protagonistas de la película para que diera comienzo el espectáculo.
El concierto empezaba con una larga y desestructurada, aparentemente, introducción a la que Konopka se encargaba de dar forma jugueteando con sus efectos y creando atmósferas delirantes mientras Ian Williams, guitarra al cuello cual bandolero de espagueti western, comenzaba su particular show de bailes y gestos, aporreando casi sin mirar los dos teclados como si de instrumentos de percusión se tratasen y dibujando las divertidas notas que caracterizan a ‘Africastle’, primer corte del último disco. Cuando la inmensa pompa sonora empezaba a absorbernos, ese animal de bellota también llamado John Stanier saltó a escena para darle forma, bajo el delirio de los allí presentes, que empezamos a movernos al ritmo que marcaban sus ultra violentos y milimétricos golpes de bombo y caja.
Cuando ves a la nueva formación en directo, te das cuenta que cada uno de los protagonistas ha sabido reinterpretar a la perfección su nuevo papel y entre todos, han logrado suplir la ausencia de su anterior ‘frontman’ a base de sampleados del mismo, y la ayuda de un extra melenudo, casi imperceptible para la mayoría, que les echa una mano en algunos temas agazapado con un portátil en la parte trasera del escenario.
Y es que quien quiera comparar a los Battles de aquel genial ‘Mirrored’ (2007) con los nuevos Battles del ‘Gloss Drop’, corre el peligro de meter la pata hasta el fondo ya que tanto el directo de la banda, como los nuevos temas, poco tienen que ver. De hecho el setlist, forzosamente idéntico en todos los conciertos de su gira, se compone de un noventa por ciento de temas del ‘Gloss Drop’ y sólo ‘Tonto’ y ‘Atlas’ se salvan de la quema, seguramente para complacer al público más que por decisión propia, olvidándose, en mi opinión de manera acertada, de otras composiciones tan increíbles como ‘Leyendecker’ o ‘Race:In’ del ‘Mirrored’ o ‘SZ2’ de su primer EP C, que no sonarían igual sin la colaboración de Tyondai Braxton.
El concierto fue tremendo. Genial en todos los aspectos. Como dije anteriormente, la nueva formación llena por completo el escenario, explotando al máximo sus cualidades y con los roles perfectamente defindos, como en la peli de Sergio Leone: Konopke es ‘El Bueno’ y lleva la mesura, la sincronización y estabilidad, Williams es ‘El Feo’ y sus geniales locuras le aportan dinamismo, creatividad y mucha diversión al directo. Stanier, ‘El Malo’, la otra mitad de ‘Helmet’ (una de mis bandas favortias), es un espectáculo en sí, uno de los bateras más espectaculares que he visto en directo, y no precisamente por su técnica pero si por su fuerza, su sincronización, por sus ritmos tan simples pero a la vez tan originales y pegadizos, y porque cada vez que levanta su enorme brazo para golpear el ‘Crash’ es capaz de removerte el estómago.
Las nuevas composiciones son complejas y pulidas joyas con las que se les ve muy cómodos encima del escenario, complementadas además de manera exquisita por imágenes en primer plano de los vocalistas con los que han contado en este último disco como Matías Aguayo, en su single ‘Ice Cream’, uno de los temas más bailados y coreados de la noche, ‘My Machines’, la canción más agresiva de Glass Drop, con Gary Numan al frente o la japonesa Kazu Makino, que interpreta magistralmente la juguetona y excéntrica ‘Sweetie & Shag’.
Casi sin darnos cuenta se despidieron con ‘Futura’, mi canción favorita de este último disco. Una auténtica obra maestra del rock contemporáneo, loops matemáticos, atmósferas complejas, melodías dramáticas y el ritmo siempre agresivo y electrónico que acompaña a todas las composiciones de la banda.
Como bis, y después de agradecimientos varios por parte de Konopke y alguna frase graciosa de Williams, que nos preguntó ‘si prefiríamos pizza o marihuana’ (ellos como buenos neoyorkinos nos dijeron que, salvo Stanier, preferían pizza), la banda interpretó ‘Sundome’, el último corte del disco y se fueron bajo una manta brutal de aplausos, gritos y silbidos de un público que al igual que yo quedó muy satisfecho y con ganas de más.
Más Fotos en: http://www.flickr.com/photos/feiticeira_org/
Nota: 9.0/10.
Setlist:
Africastle
Sweetie & Shag
Dominican Fade
Atlas
Wall Street
Tonto
Ice Cream
Inchworm
My Machines
Futura
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Sundome