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Este Viña Rock arrancó muy fuerte!!!

Ya ha pasado la mayoría de edad, ya ha pasado una generación entera, ¿ya ha pasado todo lo que tenía que pasar? NOOOOOOOO. Ha llegado a la diecinueve edición reventando todos los límites que tenían marcada la organización, reventado todos los límites que los asistentes esperaban disfrutar y revivir. Esta edición no fue la diecinueve, sino la más salvaje, multitudinaria, entregada e inolvidable de todas.

El festival comenzaba el jueves día 1, pero ya el miércoles se le daba la bienvenida con la fiesta Red Bull tour Bus. Por primera vez, se organizaba en una feria dentro del recinto el Viña Grow 2014, y lo más aclamado por muchos de  los asistentes en los años anteriores,  el nuevo escenario Negrita Reggae, el mayor acierto que ha tenido este festival.

Todos los condicionantes ajenos a nuestra voluntad, estuvieron de nuestro lado. No se produjeron incidentes destacables, el tiempo fue espléndido, mucho calor el jueves, pero poco a poco empezó a levantarse la brisa típica de esas tierras, que sin llegar a ser violenta como en años anteriores, nos regalaba un viento  alegre y fresquito según se alejaba el sol. Eso sí, según se adentraba la noche, abrigarse era la mejor solución para seguir disfrutando del calor de la fiesta.

En cambio, la posibilidad de acampar se volvió una odisea. Como consejo viña roquero, lo mejor que se puede hacer para encontrar un sitio donde acampar, es venirse uno o dos días antes, porque de lo contrario, te vas a encontrar con un laberinto interminable donde los únicos huecos que puedas encontrar será lo más parecido a acampar en Marte. Establecida la acampada entre los escenarios y las rave, sitio ideal para no perderme nada, me dispuse camino del comienzo.

De todos los grupos que actuaron el miércoles, se lamentó el grave problema que sufrió  Godmad! & Monster , que no pudieron actuar debido a cuestiones técnicas, algo que hizo que el público no se lo tomara bien, sobre todo porque era de madrugada y el público pedía marcha. El chuletón de ese día lo ofrecería el grupo legendario de Vitoria Betagarri, que ofreció un concierto  con una energía explosiva, muy rítmico, entregándose al público e interactuando de tal forma que todos nos entregábamos al ritmo que marcaban. Y sólo les hizo falta  como escenario el techo de un autobús para hacernos votar a todos y todas.

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Llegamos al jueves con una mañana que prometía calor del Sol y ganas de sudar conciertos. Como es lógico, el cartel que se presentaba me decía que sería imposible verlo todo, resulta difícil poder decidir de quien disfrutar y más aún cuando van casi seguidos. Estoy convencido  de que muchos viña roqueros  llegamos a caminar más de veinte kilómetros en esos días para ir de un escenario a otro, pero con qué alegría.  

Varios artistas de gran calado actuaban ese día. Los primeros conciertos de la tarde de la mano de Mass Death Machine, así como Los chicos de la Lluvia dieron mucho de sí, aunque debido a la hora en la que actuaban, las cinco de la tarde con un sol sin brisa y con parte del público descansando de la noche del miércoles, no había una gran afluencia. Del escenario Poliakov partían como cabeza de cartel los veteranos Reincidentes, además de la Banda Bassotti y El último Ke cierre. El público esperó impaciente esos conciertos dinámicos que nos tiene acostumbrados  Reincidentes , pero una primera media hora  sin chicha, casi llega a apagar el fuego del público roquero . La mayor queja sobre Reincidentes por parte del público fue porque casi todo el repertorio de canciones que tocaron,  provenía de su último disco “Aniversario” y el público veterano se quedó sin temas legendarios. Tan solo aquellos temas más cantados, como “Vicio”, “Un Pueblo” o “Ay! Dolores”.

 En cambio, El último Ke cierre, fieles a su estilo punk rock de finales de los ochenta, sacaron todo lo que tenían de sí y lo dieron todo. Llegamos a coincidir con un grupo de personas que habían venido desde Colombia para verlos, algo digno de mención.

Del escenario Negrita Reggae, el jueves asistimos a los conciertos de Alberto Gambino y Morodo & Okoumé Lions. Ya se sabía que el nuevo escenario creado este año era algo muy esperado para el público, pero otra vez más, sobrepasaron las expectativas. Con Alberto Gambino , si no habías llegado al escenario con un buen tiempo de antelación, te tocaba verlo desde la lejanía o subirte a los pocos árboles que había por la zona; y con Morodo & Okoumé Lions, la potencia musical y el acompañamiento del público tan enérgico, que se escuchaba a cientos de metros, te dejaba  una maravilla para los oídos y el corazón, que se cargaba de energía de la buena. 

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Crónica y fotos: Christian Robles

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