Dieciocho años para el Territorios no son nada, o sí. El festival más importante de la capital hispalense anunciaba un cartel de esos que es difícil de entender, pero que con la dilatada experiencia en compotas musicales de la organización lo último sería no darle un voto de confianza.
A medida que ha ido pasando el tiempo por el festival se han ido dejando atrás aquellos cuellos de botellas en los escenarios, esos años de horas poniéndonos las pulseras, las eternas colas para poder tomarte una cerveza, o los infinitos problemas de sonido y horarios. Todo esto está ya superado, la organización ha pulido todo esto a favor de un festival más profesional pero perdiendo parte de su esencia, no es malo, es una decisión en la que los números parece que dicen que aciertan.
En lo musical el viernes fue una de las jornadas más extrañas que hemos vivido jamás en un recinto, de más a menos. Mientras rodeábamos el impresionante Monasterio de la Cartuja, The Strypes descargaban sus guitarras sobre un recinto que empezaba a llenarse poco a poco. “Snapshot” es de esos discos que electrifican a cualquiera, con un directo cuidado pero con dotes de suciedad y distribuyendo perlas como “Mystery Man” los irlandeses no fallaron en su primera visita a Sevilla.
Tras ellos, los omnipresentes festivaleros Dorian que poco a poco han ido encontrado su sitio en una escena (mal llamada) indie tan saturada. Es innegable que sus canciones funcionan, que la “Placebización” de Marc y los suyos les ha sentado bien mutando de ese electropop de barbitúricos hacia un sonido más lírico, más trascendental que hace mucho más interesante su propuesta. La “Tormenta de Arena”, “Verte Amanecer”, “Los amigos que perdí” y el himno de toda una generación “A cualquier otra parte” no faltaron a la cita. Cumplidores de sobra con su público.
Hasta aquí y hasta que Richie Hawtin pisó el escenario, lo mejor del día. Desde que Macaco pisó el escenario mayor del festival vivimos un bochorno detrás de otro. Lo de Macaco es increíble, su propuesta zafia llena de clichés no hay quien se la trague. Que tiene canciones pegadizas es innegable pero que ese tufo moralista que desprende es nauseabundo, no se puede ser más frívolo. Ni canciones tan efectivas como “Moving” o “Hijos de un mismo Dios” son capaces de hacer tragar esta propuesta. Esto no es mestizaje, esto es otra cosa. Ya queda menos para ver a Melendi en el Territorios.
Pero para tomadura de pelo los shows de The Zombie Kids o Afrojack, el segundo es lo más bochornoso que jamás vimos en la historia de un festival, así de claro. El primero, una decepción mayúscula.
Especialmente sangrante lo de The Zombie Kids, porque escuchas producciones como “Face” y piensas que aquí hay talento, ese punto Justice con los ritmos muy marcados hace cualquiera bailar, pero eso no fue lo que vimos en directo o en el Dj set o lo que sea que fuera eso. Esperábamos un show cuidado, electrónico con un derroche de técnica y una selección cuidada; Agua.
Subir y bajar temas no es electrónica, poner “Billy Jean” de Michael Jackson bajarlo y subir el Dubstep de polígono ese que meten con calzador no tiene mérito ni es divertido, meter durante 2 minutos The Bells del maestro Mills para no mezclarlo y no lucirlo es de una falta de respeto a la música electrónica, no vale darle al play y ver qué pasa. El público estaba entregado, nosotros estábamos entregados, pero es que con Isabel Pantoja en el escenario tampoco se nos habría cortado la fiesta. Mención especial a los momentos de feria ochentera con el micro arengando a las masas. Mal no, fatal, pero porque realmente esperábamos magia y nos encontramos con algo insulso. A lo mejor algo como el cierre era lo que queríamos, que fue lo más interesante, pero insuficiente. Pero lo pasamos de puta madre y nos hicimos 30 selfies de espaldas al escenario que es lo que cuenta ¿no?.
Pero el premio a la mamarrachada del festival se la lleva Afrojack. Menuda SINVERGONZONERÍA lo de este tipo. Suspenso para el festival por programarlo, y encima darle la condición de cabeza cartel. El tipo salió , puso dos samplers de “Ten Feet Tall” y “The Spark” y de nuevo, como The Zombie Kids, a tirar de Dubstep de marca blanca, cuanto daño has hecho Skrillex, mezclado con radio fórmula de Cuarenta Principales súpervitaminada.
La palabra infumable es demasiado generosa para este atracador de letras grandes que gana Grammys a go go. Bochornazo máximo, ni los espectaculares cubatas que servían en las barras hacían tragable este show, lleno de efectos, pólvora mojada, luces y todo menos música. Otro que le dio al play, pero peor. Lamentabilísimo. Prefiero a Tony Aguilar poniendo hits de las tatoo. No vuelvas más.
Por suerte, para los amantes de la electrónica Richie Hawtin y Javy Unión iban a poner orden en todo esto. Lástima que Hawtin no viniera con su nuevo show pero el inglés no falla. Elegante, limpio, con unas transiciones y fundidos limpias, sin brusquedades, pura seda de nombre Techno que acabó con lo que quedada en pie en el festival.
Una jornada en la que la organización estuvo de sobresaliente una vez más. Eso sí, la apuesta clara por la electrónica en esta primera jornada no resultó lo que esperábamos. Pero no por nada, sino porque no había tanta electrónica como parecía, había sucedáneos.