Noel Gallagher’s High Flying Birds
Noel Gallagher’s High Flying Birds
[Sour Mash; 2011]
5.2
“No hay razón. Me he mudado de casa, me he casado y me he dedicado a la vida. Tener familia te quita parte de tu tiempo. He preparado el disco en casa, tranquilamente”. Son palabras de Noel Gallagher en una reciente entrevista al diario El Mundo el pasado 13 de Octubre en respuesta a la tardanza en sacar su esperado disco en solitario. Y tanto que la familia te quita tiempo. Ha estado desde 1994 con ella, con un hermano al cual odia y quiere a partes iguales y el intentar mantener a flote un proyecto que se le hundía con el paso del tiempo han hecho que su aparición como único nombre en la portada de un trabajo se retrasara años, no solo tres. Era el que faltaba entre los Anderson, Ashcroft o Cocker en sacar algo suyo propio, solo él y acompañamiento, más allá de una sociedad llamada grupo. 2011 era el año, 2012 será el siguiente y pese a que diga que está hecho tranquilamente en casa, no le podemos creer del todo.
Grabado a medio camino entre Los Ángeles y Londres, ‘Noel Gallagher’s High Flying Birds’ se anunciaba en una corta y multitudinaria rueda de prensa. Habrán muerto hace años compositivamente, pero los mancunianos a la hora de crear titulares son verdaderos filones. La prensa lo sabe, ellos lo saben y aunque los pilares de la tierra ya no se tambaleen, siempre tienen su foco particular para cada palabra que sueltan. De novedoso no tiene gran cosa, son un puñado de canciones que se hacen familiares ya desde que ‘The Death of You and Me’ fuera presentado como single de adelanto, dado que su parecido con aquella ‘The Importance of Being Idle’ se hacía más que evidente. Es normal, es suya, pero eso no justificaba a quienes han buscado un halo de inspiración nuevo y sin embargo, parecía dar la razón a quienes iban montados en el carro de que Noel cuenta con un registro compositivo bastante limitado. Este trabajo no más hace ampliar las plazas para poder ir cómodos en esa marabunta.
Los motivos son claros, es como jugar a “buscar las diferencias” en algunos pasajes. Y eso que ‘Dream On’ convence con creces, recuerda a aquella b-side de 1997 llamada ‘My Sister Lover’ pero tiene dos piezas tan parecidas en una más que pobre segunda parte del disco entre las once que entrega (‘Soldier Boys and Jesus Freaks’ o ‘(Stranded on)The Wrong Beach’) que merman su encanto. Puede que sea porque a la batería se encuentre Lenny Castro, quien trabajara con Oasis en ‘Part of the Queue’ y que hace casi el mismo ritmo en las tres; un puesto, el de la batería, que se vislumbra irrelevante en una banda para Noel, sino véase la facilidad para deshacerse de Tony McCarroll, Alan White, Zak Starkey o Terry Kirkbride –compañero junto a Gem y él en sus preciosos directos en 2008- cuando la banda aún existía.
Al igual que pasara con Beady Eye, los recuerdos y el legado son inevitables posicionarlos en primera plana para poder compararlo. Pero este caso tiene algo diferente como es el hecho de que muchas de esas canciones las conocíamos. O tal vez no, tal vez simplemente con escucharlas creemos saber cual ha sido la cara-a de las mismas. Pero aparte de eso, esta entrega tiene motivos para superar aquel irrisorio trabajo y uno de ellos es claro: suena a Noel Gallagher. Puede ser plano, incluso demasiado, pero son las canciones que en un disco con Liam cuadrarían a la perfección -aunque él lo niegue con una contundente “las canciones de mi álbum en solitario no tendrían cabida en un disco de Oasis”-; solo que aún se hace raro ver a quien cantaba contadas composiciones haciéndolas todas.
Se podría justificar su arrogante frase de “son las mejores putas canciones que he hecho en mucho tiempo” si hablara de, sobre todo, ‘Everybody’s on the Run’, la épica canción que abre el disco y que confirma un grado de inspiración mayor que lo mostrado en la última etapa como banda o ‘(I Wanna Live a Dream in my) Record Machine’, sonando ambas con una grandeza que no se le recuerda desde ‘The Masterplan’; pero amigo, son canciones grabadas hace tiempo, filtradas en ese paraíso donde los secretos se pierden que es internet como para pensar que se inspirara entre el cambio de pañal y pañal, haciendo esto inexplicable que, tras colocar canciones del pasado sumando a ‘Stop the Clocks’, se haya dejado aquella preciosa ‘Who Put the Weight of the World on my Shoulders?’ perteneciente a la banda sonora de aquella cinta cinematográfica ‘Goal!’.
Pese a una producción a manos de Dave Sardy demasiado edulcorada en ocasiones –se salva de la quema sobre todo ‘AKA…Broken Arrow’-, el disco no muestra más que lo que a Noel le gusta hacer para él y no para Liam, siendo algo predecible para quien siguiera a esta pareja desde años. Pero no dejan de echarse en falta esos histriónicos solos que tan bien se le dan, esos puntos álgidos que focalizan las miradas en una de las guitarras más admiradas por gente como Paul Weller, fiel espejo donde el de Manchester quiere mirarse. Aún así Noel sabe donde dispara cuando dice aquello de “nunca quise ser un frontman, siempre he estado en un lado del escenario tocando la guitarra y haciendo un par de comentarios graciosos”, de hecho el no querer bautizar su trabajo solo con su nombre es otra pista más de que él compone, canta, toca pero si el barco se hunde, no se irá solo, siempre tendrá una buena tripulación a la que poder echar la culpa y arrastrar en caso de que el público más fiel se cerciore de que su radio de acción compositivo es bastante limitado y ésta no es más que una muestra más. Ha querido volar alto aupado por la brisa que arrastraba tras de sí pero la altitud cogida no es la suficiente como para augurarle un regreso a los tiempos donde se le tuvo reservado un efímero sitio en el Olimpo de los compositores británicos.