Los Planetas Opera Egipcia Inedita

Confesémonos, Los planetas son para varias generaciones algo más que un grupo. Son parte de nuestra vida, de nuestras experiencias, de nuestra forma de relacionarnos. Hoy 13 de Abril sale a la venta esta ópera egipcia planetaria, y "no te olvides de quien te lo dijo antes".

 

Son un refugio al que puedes acudir cuando las cosas no salen bien pero también cuando no se puede ser más feliz. Es casi tan difícil de expresar la experiencia planetaria para un devoto como hacer cambiar de opinión a uno de esos muchos detractores de la banda granaína. Tan incomprendidos como amados, la banda de todas las bandas españolas de los últimos quince años sacan disco hoy, 13 de Abril, el octavo disco de Los Planetas, para muchos hoy es Un buen día.

No vamos a descubrir a estas alturas a que suenan Los Planetas, pero sí que es importante saber que en este nuevo disco ya avisaron que seguirían por la senda del flamenco rock abierta con su enorme Leyenda del espacio. Parece que la brecha abierta no fue un romance fugaz en tierras poco exploradas sino que el grupo ha decidido seguir ahondando en este peligroso terreno del que parece que han podido volver siendo ellos mismos. Porque si una cosa queda clara, es que el grupo no se ha visto superado por el universo flamenco y han conseguido seguir atrapando la esencia y transformarlo para conseguir un resultado único.

El segundo punto que más llama la atención conociendo la trayectoria del grupo son las letras. Esas letras que relatan la forma en la que sentimos, esas letras que no por casualidad son tan difíciles de descifrar en la voz de Jota, más allá de bromas fáciles sobre logopedas, las letras planetarias salen de las entrañas, de lo más profundo de los sentimientos. Frases simples, sin artificios, sin analogías que nos distraigan, son crudas y simples, bonitas y oscuras letras que nos atrapan que nos hacen suyos.

Este punto vital para comprenderlos choca frontalmente en este nuevo disco con su trayectoria anterior. Jota vuelve a cantarle al amor pero en esta ocasión más expuesto y positivo “Si nadie te da calor/donde quiera que te arrimas/si nadie te da calor/vente que yo te daré zumo de mi corazón”. En Virgen de las Alturas nos podemos hacer una idea del notable cambio, un enorme giro del habitual desgarro y rabia contra el amor (Santos que yo te pinté, Segundo premio, Desaparecer o El golpe de gracia…) al cante del amor exultante como en Una corona de estrellas o al ruego de una oportunidad más como en No sé cómo te atreves o la misma Señora de las Alturas. En definitiva un giro importante en el “Ars amandi” de Jota que deja ver su lado más humano aunque no somos pocos a los que nos apasiona más esa visión rencorosa y llena de odio que mantiene de los amores perdidos.

El disco abre con una Llave de oro que debería haber sido interpretada por Morente pero que se queda en una pista instrumental, un tango flamenco de cuatro minutos que nos avisa de las intenciones folclóricas del disco. Florent y Banin se lucen a las guitarras para introducirnos de manera excepcional al universo oscuro de los andaluces.

En Una corona de estrellas recibimos más clara que nunca la voz de Jota en un hit de los de siempre y que nos devuelve por un momento al sonido de sus inicios con el Super 8 y Pop. Algo que no me ha acabado de convencer es la exagerada similitud de parte del ritmo en el estribillo que suena demasiado parecido a La verdulera de su anterior disco. Uno de los temas más flojos del disco pero que crece con las escuchas para acabar aguantando el tipo dentro del disco sin problemas.

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Soy un pobre granaíno es junto a Romance de Juan de Osuna los dos cortes que ya conocíamos y la verdad es que decepciona un poco que la incluyan también en el disco después de haberse paseado por ese desastroso recopilatorio del año pasado, una desacertada conjunción de temas echados a su suerte sin ningún tipo de orden ni concierto, todo un despropósito. De lo poco que podría salvarse era esta potente colombiana que derrocha fuerza por los cuatro costados sobre todo al final y nos da ese toque tan suyo del shoegaze planetario en esta ocasión acelerado por la batería de Eric.

Siete faroles se nos presenta como la canción más luminosa del disco, apoyada sobre una base de teclado que se vuelve a alejar de la oscuridad habitual de sus canciones. Aderezada por Antonio Arias en el bajo y las letras más entusiastas que se recuerdan, es la canción que más nos traslada a la etapa más psicodélica, a Jose y yo y a viajar con ella en alfombra.

No sé cómo te atreves filtrado hace meses es sin duda el hit del disco. El dúo con Ana La Bien Querida tiene todas las papeletas para convertirse en el nuevo himno de este disco, la intensidad jugando a sus anchas con el ritmo de la canción hace que acabe con una épica inconmensurable acompañada por otra de esas letras que se ven reflejadas de forma instantánea con cualquiera que la escuche por primera vez. Juega con todos los elementos para gustar y sobretodo nos lleva hasta la época pre flamenca del grupo que tanto echan muchos de sus fans de menos. ¿Casualidad que en las primeras canciones se nos traslade una a una a los palos tocados con anterioridad pero con el regusto aflamencado actual?

Y si, aquí viene la que apuesto que pasará a la posteridad del grupo, en un rincón destacado por encima del resto, estarán Santos que yo te pinté, Segundo premio, Corrientes circulares en el tiempo, Ya no me asomo a la reja y esta brutal Señora de las alturas. De menos a más, susurrando la letra más abierta y valiente que recuerdo de Jota. Profunda e intensa, con las escuchas se hace enorme. Guitarras que hablan por sí mismas y que nos acompañan de la mano al punto álgido de este disco en este soberbio corte número seis.

La veleta parece una canción directamente escrita para La Bien Querida, está hecha a medida para Ana y no lo desaprovecha en absoluto. Con ese abuso de los sintetizadores se atraganta desde el principio aunque dándole una cuantas oportunidades, podremos darle con la boca pequeña un pase dentro del disco pero sobretodo mandarla directa a la feria de Abril que allí seguro que causa más furor.

 

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En el número ocho volvemos a toparnos con una conocida y eso no acaba de gustar, Romance de Juan de Osuna para mí una canción floja incluso en el contexto del EP. Eléctrica y de una oscuridad difícil de asomar abre paso a la mitad más oscura de disco.

Dentro de la oscuridad cavernosa en la que nos pudimos sumergir en el anterior disco nos encontramos con Atravesando los montes, una malagueña que recupera la letra rencorosa del desamor “Debí morirme de pena/cuando no querías verme/debí morirme de pena/y ahora bendigo mi suerte/de no tenerte a mi vera”. Espectacular abrazo al flamenco conservando la identidad, todo un ejercicio magistral que ha llegado a conquistar una cima flamenca en el que para bien o para mal han clavado su propia bandera, reclamando la importancia de los sonidos propios de la tierra.

Virgen de la soledad sigue el rumbo totalmente desbocado hacia el cante jondo con esta saeta. Particularmente llama la atención por su exagerada similitud con Si estaba loco por ti que abría el anterior disco, desde la batería hasta las guitarras me resultan demasiado obvias, por no mencionar su tendencia creciente para acabar bien arriba, ya en directo me pareció escandaloso semejante parecido y me hizo perder un poco la fe en que éste fuese el camino correcto. Me equivoqué claramente.

Morente reaparece junto a Arias ambos de Omega en esta Pastora divina que confiere el tema puramente Jondo del disco como ya hicieron con Tiene que haber un camino dándole todo el peso al cantaor. Habrá a quien le guste este salto y a quien no, a los segundos agradeced vuestra suerte porque en un principio se llegó a rumorear que el disco entero podía ser interpretado por Morente. Yo particularmente con Omega y una canción en cada disco tengo suficiente.

Para cerrar llega Los Poetas inspirada en la lectura coránica del antiguo testamento que con sus casi diez minutos cierra el disco. Junto con La copa de Europa, La caja del diablo y La guerra de las galaxias obtenemos una de esas pistas profundas no sólo en cuanto a duración. Minutos que te dan tiempo de digerir el disco como un conjunto acompañado por los sintetizadores en un viaje espacial a la identidad misma de los planetas, que por si algún despistado todavía no tuviese claro que pueden hacer lo que quieran pero siempre llevará su inconfundible sello.

Los Planetas de siempre siguen experimentando, buscando su propio camino para seguir haciendo historia como el mejor grupo en nuestra lengua de los últimos años. Cuándo otros se asientan sobre la fórmula del éxito ellos siguen buscando una nueva manera de retorcer un poco más su sonido. Podrían haber seguid sacando discos como Una semana en el motor de un autobús y seguirían llenando en sus conciertos, pero prefieren avanzar por el camino difícil y reinventarse en su manera de plantear la música. Más allá de si te gusta Una Ópera egipcia de si no te gustan Los Planetas o si no soportas la voz de Jota cabe exigir valorar esa mirada a las raíces, en este caso flamencas y hacerlas suyas de tal forma que no se puede decir dónde acaba el flamenco y donde empiezan el sonido Planetas. Una vez más lo han conseguido, a disfrutarlo.

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