PAQUITO D’RIVERA
LA FLEUR DE CAYENNE
Sunnyside Records/Paquito Records
Nota: 9
Comentario:
La sola publicación de un álbum por parte del mejor músico del mundo, en palabras de Chucho Valdés, debería ser motivo de alegría para cualquier persona que se considere a sí misma melómana. Más aún cuando el clarinetista y saxofonista cubano de 77 años sigue en tan envidiable forma. En este nuevo disco de título francés, el inigualable Paquito D’Rivera fusiona, con una coherencia y una habilidad pasmosas, los ritmos afrocubanos con la música de cámara y el atractivo jazz tradicional (aunque también bebop) donde el piano ejerce de instrumento armónico principal. Si bien cada oyente podrá percibir afinidades con ciertos artistas y compositores (Dave Brubeck, Paul Desmond, Charlie Parker, Johannes Brahms), el estilo y la versatilidad de las reinterpretaciones del habanero terminan por conformar una música totalmente distinta, novedosa y compleja.
El tema homónimo abre este La fleur de Cayenne. La breve introducción de clarinete, piano y vibráfono es relevada por otra, más próxima al son montuno, con percusión y piano de ritmo “tumbao”. No obstante, tanto el piano como, ahora también, el clarinete transitan por el jazz, con notas ligadas y veloces, al más puro estilo bop. En la siguiente sección percusiva se une también el contrabajo. Posteriormente, el piano realiza un solo y, poco antes de la conclusión, el clarinete vuelve a tomar la voz principal. En Miriam, cuya autoría no es otra que la del legendario Bebo Valdés, el piano comienza en las octavas graves y ejecuta figuras y formas jazzísticas. En las frases de este último y en la armónica que se incorpora poco después están convocados los espíritus de Erroll Garner y Toots Thielemans, respectivamente. Eso sí, es preciso aclarar que lo hacen desde un ángulo distinto. Dos minutos más tarde, se añade la batería y la percusión, mientras que la armónica se torna más agresiva. Ulteriormente, se reinstaura la calma con el piano y la alternancia de la propia armónica y el saxofón alto. Por otro lado, se incluye un solo de vibráfono poco antes del final.
Paq-Man in La Pampa se estructura en torno al clarinete, instrumento solista, y una sección de piano, batería, contrabajo y percusión. En cuanto al primero, se percibe cierta influencia de Mozart, ahora bien, dado el resultado, el austríaco estaría orgulloso. La preferencia del cubano por el compositor de Salzburgo no debería sorprender a nadie, pues tres años atrás, Paquito, junto a su inseparable Chucho Valdés, grabó una composición, Mozart a la cubana, en claro homenaje. Vals venezolano, en otro orden, supone una restructuración de varios estilos del país caribeño, no sólo del propio vals, sino también del joropo. El ritmo ¾ está presente, sin embargo, se compagina con matices bebop y jazzísticos. Oímos aquí la percusión, el piano, el vibráfono y el clarinete.
Por todo lo descrito anteriormente, el caso de Milonga gris no iba a ser menos. Si bien el inicio de piano, vibráfono etéreo, percusión leve y contrabajo es lento, una vez entra el clarinete, que, al principio replica la melodía del piano, el tempo se acelera conforme avanza esta quinta pista, escapando, así, de los límites del género argentino-uruguayo. Ante el Escorial, en referencia a la procedencia -madrileña y neoyorquina- de la nueva banda que acompaña a D’Rivera, es una agradable pieza en la que el piano adquiere un rol coprotagonista con el saxofón. Apenas se suma algún elemento percusivo y unos arreglos de vibráfono. De modo que nos hallamos ante el corte más minimalista del álbum. Por otro lado, A la Antigua discurre a caballo entre el son y el bolero. Destacan el piano (en lo armónico y en lo percusivo) y el clarinete. A su vez, la melodía adquiere un peso esencial para los dos instrumentos. En los minutos finales, el vibráfono adquiere la cadencia sincopada del son.
Clausura el álbum una emotiva versión de Cinema Paradiso de Ennio Morricone, más allá de que es complicado que no conmueva dicha pieza. Aun así, en la música nunca se puede aseverar que los mejores mimbres aseguren un cesto excelente, si se me permite la ripiosa metáfora. La armónica se turna nuevamente con el clarinete, arropados por el piano. Tal vez sobre la percusión, que eclipsa, por su incongruencia, a las melodías escuchadas.
En suma, Paquito D’Rivera y su conjunto logran hacer de la fusión virtud. Hay toda una concepción musical propia del virtuoso que es el artista cubano, no obstante, no hace ningún alarde de ello, no emborracha las melodías, sabe cuándo menos es más, cuando acelerar, cuando callar, pues tan importante es el silencio como el sonido. Además, el sonido que extrae tanto de su clarinete como de su saxofón alto no delata su provecta edad. La fleur de Cayenne es un disco que muchos músicos jóvenes o de la misma edad soñarían con elaborar y concebir. Un álbum apto, en definitiva, tanto para amateurs como para los más entendidos. Chapeau pour vous, Paquito.