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VAN MORRISON 

REMEMBERING NOW 

Exile Productions y Virgin Records 

Nota: 9.4 

Comentario: 

En la lejanía se oían los rugidos de un león norirlandés que nos advertía de su retorno. En medio de este calor inclemente, necesitábamos algo que nos hiciera olvidar el sometimiento al que nos tenía sujeto. Y de pronto se anunció la bendita fecha: 13 de junio, Remembering now. Lo teníamos. Van Morrison nos obsequiaba con un nuevo trabajo. Y, como siempre que uno de los grandes anuncia el lanzamiento de novedades musicales, las dudas y temores se hicieron presentes. Comprensible, sobre todo tratándose de quien se trata. Y es que, con el artista de Belfast ocurre una curiosa paradoja. Sus mejores álbumes son de cuando no sabía cantar, y una vez que aprendió, sus discos jamás llegaron a igualar el nivel de Astral weeks o Moondance. De todas formas, ha habido canciones memorables, sin duda.  

Los sencillos publicados, por otra parte, parecían advertir lo de siempre: arreglos, secuencias de acordes, temáticas y ritmos vagos y poco trabajados, a los que nos ha acostumbrado en sus últimas obras. Pero con qué tranquilidad y satisfacción podemos afirmar que nada más lejos de la realidad. Todo cobra sentido en conjunto, oídos los catorce temas. Van ha conseguido aquí un sonido atemporal de la mano del soul, el blues, el country y el jazz. En cuanto a lo lírico, ha cogido, permítaseme el término informal, el toro por los cuernos en lo referente a su pasado y lo ha confrontado sin remordimientos, sin guardarse nada. Al tono introspectivo del álbum lo acompaña una instrumentación perfectamente elaborada y, sobre tratarse de los mismos elementos, salvo sorpresa de sección de vientos, no se hace repetitivo en ningún momento. ¿Y la voz? En perfecto estado, un milagro de cuerdas vocales a sus 79 años, de transmisión de sentimientos, de intensidad, de feeling, en definitiva. 

La primera canción, Down to joy, formaba parte de la banda sonora de la olvidable Belfast de Kenneth Branagh. Comienza con un órgano Hammond y enseguida se le suma una sección de viento metal, un saxofón, la batería y una guitarra eléctrica con compresión que ejecuta fraseos. Y de repente, la voz privilegiada del temperamental Morrison. La letra habla de un nuevo y alegre comienzo a raíz de un sueño del yo poético. Pasamos ahora a un grandioso homenaje al mentor de Van, el prodigioso Ray Charles. If it wasn’t for Ray se compone de guitarra eléctrica y órgano. “Si no fuera por Ray, dónde estaríamos”. Esta y otras preguntas retóricas se suceden a lo largo del tema, con varias referencias a composiciones del compositor de Georgia, como What I’d say. Un tributo magnífico a su música e influencia.  

Haven’t lost my sense of wonder funciona como una autorreivindicación. A pesar de su edad, no ha perdido el sentido de maravillarse. Un mensaje positivo el que oímos un bajo, un piano, la batería y coros y órgano en el estribillo. Este último también elabora un solo a mitad de tema. Love, lover and beloved es una reflexión amorosa, a modo de balada soul. Los instrumentos que figuran son la guitarra eléctrica, el piano, la batería, el órgano y unas cuerdas. Por último, Van toca un solo de saxofón, al igual que en el próximo corte. Cutting corners, en otro orden, se constituye por guitarra acústica, violín, batería, bajo y pandereta. La lírica habla de la nostalgia que siente el narrador por una persona. Éste lo hace todo a medias, a la carrera (significado de la expresión del título), porque la echa de menos.  

Back to writing love songs se puede asimilar a aquel tema que sacó pocos años atrás, It’s only a song. Aquella era una metacanción que le quitaba hierro al asunto de componer, ésta también habla de la creación, aunque se ciñe estrictamente a las de tema amoroso. Suenan aquí una guitarra de 12 cuerdas, batería, órgano, coros y piano. De The only love I ever need is yours destaca el trabajo de las cuerdas, envolvente y profundo. Once in a lifetime feelings versa sobre lo efímero de la celebración, de la sopresa emocional desencadenada por ciertos acontecimientos vitales. Están aquí presentes la guitarra acústica, la batería, el violín, el bajo, una guitarra eléctrica, el piano y un órgano de timbre agudo. Se deben subrayar también los cambios de ritmo de la batería cuando entra el solo de violín.  

Stomping ground evoca la Belfast natal de Morrison, enumerando diferentes sitios de la ciudad, algo que ya haría, aunque de manera más simbólica, en Cyprus Avenue, ubicada en Astral weeks. Por otro lado, en Memories and visions se cavila sobre el paso del tiempo. El peso de la canción recae en la batería y en las cuerdas. When the rains came (que consta de Hammond, piano, batería, percusión, coros, violín y un solo de guitarra eléctrica limpia) vuelve a abordar la nostalgia, aunque con voluntad e ímpetu de afrontarla. Estamos hablando de Van Morrison, suele haber aspereza pese a la vulnerabilidad. Colourblind tiene la desventaja, para algunos, de estar ubicada entre la introspección anterior y la épica posterior. Mas, para quien escribe esto, supone un contraste correcto. Tal vez, más que el cambio temático, le pese a este corte el enfoque más directo y menos sutil del amor y la unidad. Además, encontramos otro solo de saxofón del norirlandés.  

La canción homónima, constituida por cuerdas, batería y piano es demasiado reiterativa; aunque es admirable la perspectiva seria y grave de la letra. No funciona igual de bien que su Days like this, en el sentido de que ambas tienen una base musical y métrica definidas para toda la duración y, en lo que respecta a la letra, simplemente se cambian las cláusulas. En la anterior tenía mucho sentido, pero en la actual, también por la extensión, el oyente se fatiga. Finalmente, Streching out se revela como una de las mejores muestras de lo bien que sigue la voz de Van. Ésta está bien arropada por las cuerdas, la guitarra eléctrica y la percusión. Son 8 minutos, que no se hacen nada largos, en los que se suceden imágenes de su niñez y reflexiones identitarias. Es más, el clímax de las cuerdas potencia lo anterior. 

En resumen, Van Morrison, pletórico, vuelve a alcanzar cotas soberbias. Remembering now es emotivo en su introspección y alegre en su celebración vitalista. Y supera, en lo que a armonías y arreglos se refiere, a su anterior disco con composiciones de su autoría. El león de Belfast ruge, susurra, entra en éxtasis -y nosotros con él- desgarra, nos apasiona con su dureza, su melancolía, su júbilo, su lirismo vocal. Todo cabe en la plenitud de su voz. Solamente se puede hacer una cosa al reproducirlo: sentarse y disfrutar. 

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