PULP
MORE
Rough Trade Records
Nota: 5.5
Comentario:
La banda británica Pulp llevaba, según se cuenta, veinte años sin publicar nuevo disco. Tras haber oído este More, cabe decir que, en primer lugar, esta pausa de dos décadas no les ha sentado del todo bien y, en segundo término, que podrían volver a interrumpir por cuatro lustros (o los que hicieran falta) su producción discográfica, pues si para aprobar con lo justo han de romper el silencio, mejor sería respetarlo y disfrutarlo, como cantaba Depeche Mode. En lo musical hay poca variedad, las influencias del grupo inglés lastran su creatividad. En el plano lírico, no hallamos nada extraordinario, más allá del contraste entre el optimismo del yo poético y el pesimismo al que induce el mundo que le rodea. Por otra parte, la transición entre las canciones de ritmo acelerado y las baladas no está del todo pulida. De todos modos, este octavo trabajo de estudio cumple discretamente con su cometido, no supone, por tanto, un naufragio total.
Spike island, primer corte, versa sobre la nostalgia y la mitología de las figuras del rock y se advierte, además, de que su brillo, su popularidad pueden perderse en cualquier momento. Suenan aquí la batería, un bajo sintético, una guitarra eléctrica, un dobro, varios sintetizadores y, encontramos, por último, un interludio de cuerdas. Por lo menos, han tenido la decencia de incluir unas de verdad, sin recurrir al propio sintetizador. Tina, por su parte, habla de la obsesión romántica y la melancolía que esta neura produce. La parte musical es muy similar a la de la anterior pista, en cambio, la voz suena susurrada. En otro orden, Grown ups contrapone la infancia con la adultez y reflexiona acerca de las inseguridades que se generan con el cambio, con la madurez. La guitarra eléctrica, con overdrive y delay, ejecuta un staccato reforzado por la batería.
De Slow jam, constituida, en su mayoría, por la guitarra eléctrica y el sintetizador, destaca el contraste de los impetuosos instrumentos y la quietud de la voz. Por otro lado, el narrador busca consuelo tras una ruptura. Farmers market es un relato íntimo sobre una cita improvisada. Oímos aquí un piano y las cuerdas. En lo que respecta al apartado vocal, las inflexiones vocales del cantante recuerdan a las que hacía - y mucho mejor- David Bowie. Así las cosas, llegamos a My sex, el tema más interesante y distendido del disco. Las temáticas abordadas, además de la que figura en el título, son el humor y el placer como juego psicológico. El groove lo establece el bajo sintético y la batería, a los que se suma el teclado y varios arreglos electrónicos y de guitarra eléctrica. Cocker, el vocalista, aun imitando a artistas como Barry White, Serge Gainsbourg o Sly Stone, logra dominar la tesitura pertinente para una canción de estas características.
La siguiente pista, Got to have love (sobre la necesidad de conexión interpersonal), no es más que un pastiche de la música disco y electrónica de los años 80 y 90. Los coros en los estribillos no engañan a nadie, no hay nada original que oír ahí. En Background noise se samplea, en su introducción, la batería de Be my baby de The Ronettes. El piano y la percusión rompen la tensión inicial de las cuerdas y, a partir de ahí, entra la voz, que narra la pérdida de un amor. Para el noveno corte, Partial eclipse, vuelve a establecerse un contraste, esta vez entre la esperanza y el desasosiego. Aunque lo cierto es que, el muro de sonido empaña la lírica, no se percibe con claridad.
The hymn of the north es una canción sobre la identidad y la pertenencia al norte de Inglaterra. Está conformada por el piano y las cuerdas, con las que se busca provocar una sensación épica que, en última instancia, resulta fallida. Finalmente, A sunset critica el consumismo y medita acerca del paso del tiempo y el ocaso vital. Los instrumentos principales son el sintetizador y las cuerdas, cuya interpretación de la viola recuerda la de John Cale cuando estaba en la Velvet Underground.
En suma, More podría haber alcanzado cotas más altas. Las temáticas de algunas de las letras son interesantes, pero están mal trabajadas, salvo excepción. El concepto musical es monótono e implica el error más craso del álbum. Especialmente, en lo que se refiere a las cuerdas. Ni casan con los sintetizadores ni existe una variedad dinámica que deje respirar al oyente. La decisión de replicar constantemente el muro de sonido de Phil Spector es incompatible con los arreglos orquestales de calidad o, en este caso, de un cuarteto. En definitiva, el nuevo disco de Pulp carece de originalidad, más de veinte años de inactividad para esto.