Artistas pop, ilustradores cute, diseñadores pomposos, simpatizantes de lo kitsch y demás seguidores de la cultura underground más vintage (entre los que me incluyo) no podéis dejar de echar una miradita al pasado en esta exposición: Famicase.
¿Qué es Famicase? Pues ni más ni menos que una exposición que se da lugar todos los años por estas fechas en Tokio organizada por la tienda de artículos “retropoperos” Meteor, situada en el centro de la capital japonesa, concretamente en el barrio de Kichijoji.
Hago una paradita aquí ya que no quiero dejar pasar la oportunidad de hablar de este barrio, Kichijoji, puesto que se trata de unos de los grandes ignorados de las guías de viaje de Tokio. Tiene cierta fama de barrio cultureta, en el que abundan bares de música en directo donde grupos amateur intentan hacerse un huequecito entre la enorme oferta musical nipona. Pero ahora viene lo bueno, en la zona sur de este barrio se encuentra nada menos que el museo del estudio Ghibli, si, si, los encargados de dar vida a fantasías animadas como Mi vecino Totoro y El viaje de Chihiro.
En este lugar se dan cita anualmente artistas de todo el mundo para mostrar sus creaciones, que consisten en crear carátulas para videojuegos ficticios (no busquéis estos juegos porque no existen) cuyo soporte son ni más ni menos que los coloridos y pizpiretas cartuchos de la histórica Famicom (versión japonesa de la vetusta consola NES). Este aparatejo, cuyo nombre es el resultado de unir las palabras Family Computer, apareció allá por el lejano 1983, para convertirse a partir de ese momento en el entretenimiento estrella de los niños japoneses y con el paso de los años en todo un icono de la cultura pop autóctona, superando en popularidad a otros muchos sistemas más modernos y sofisticados, aupando de esta forma a Nintendo al olimpo de los dioses empresariales, y por qué no decirlo, también culturales.
El dueño de la tienda, y también principal artífice del evento, Satoshi Sagagami, está más satisfecho que nunca, puesto que ha visto como esta congregación artística cada año se hace un pelín más grande y universal, pasando de la veintena de participantes locales del primer año (2005) a los ochenta artistas internacionales que se dan cita en la actualidad. Y aquí es donde yo quiero meter el dedo en la yaga y clavar un “minimísimo” pero, y es que viendo el cariz global que ha tomado el concurso a lo largo de los años, los anfitriones podrían ir pensando en ofrecer el inglés como segunda opción idiomática para la web, ya que se encuentra en un perfecto y completo japonés, menos mal que podemos tirar del traductor del navegador.
Este año se han presentado al evento, como he dicho antes, ochenta originales y peculiares propuestas que van de lo más minimalista a lo más Kawaii, pasando por el cada vez más demandado pixel art. De hecho podéis introduciros en la página oficial y votar a vuestras tres ilustraciones favoritas. Yo he puesto mis ojos en estas cuatro maravillas que me han llamado especialmente la atención, donde nos encontramos con reminiscencias a los clásicos de esta consola (Dragon Quest) con King´s Road, o nos sumergimos en entornos galácticos que nos resultan muy familiares como es el caso de la obra del español Sebastía López con su Planet of Snow Monkeys.
De todas formas, si os dais una vuelta por la página del evento podréis echar una ojeada a cada una de las propuestas, incluso pudiendo vislumbrar lo que sería cada juego en el caso de llevarse a cabo, ya que cada carátula está acompañada de una breve sinopsis, lo que me lleva a pensar el gran premio que sería materializar en un auténtico videojuego alguna de estas obras de arte.
Y como no, para dar el pistoletazo de salida, como en cualquier inauguración artística que se precie, tiene que haber un piscolabis, que en este caso es muy especial y le va como anillo al dedo, todo está bien aderezado con una ingente sesión de Chiptune, un tipo de música tan machacante como retroamorosa, que hace las delicias de los presentes. Para quien no conozca muy bien este movimiento sonoro le diré que se trata de un tipo de música compuesta con videoconsolas del pleistoceno, unas cajas llenas de circuitos que quedaron obsoletas hace tiempo y que por obra y magía de la música vuelven a la vida regalando a nuestros oídos un sonido muy “ochobitero”. Si queréis profundizar en el tema otro día os contaré más cositas al respecto.
Ya sabéis, si estáis por Tokio hasta el 31 de mayo no dejéis de pasaros por Meteor. Y después me lo contáis.
