X Men Primera Generacion Portada

 

Título original X-Men: First Class

Año 2011

Duración 131 min.

País USA

Director Matthew Vaughn

Guión Jane Goldman, Ashley Miller, Jamie Moss, Josh Schwartz, Zack Stentz

Música Henry Jackman

Fotografía John Mathieson

Reparto James McAvoy, Michael Fassbender, Kevin Bacon, January Jones, Jason Flemyng, Rose Byrne, Oliver Platt, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Álex González, Lucas Till, Zoë Kravitz, James Remar, Matt Craven

Productora 20th Century Fox

Valoración 7.5

 

 

Ha vuelto a ocurrir lo que sucedió con la maltrecha saga de Batman. Ha tenido que llegar el afán demoledor y cirujano de un auténtico especialista, para recomponer los estertores cinematográficos de una franquicia moribunda. En aquella, fue Christopher Nolan, quien, mediante la maestría absoluta impuesta con Batman Begins y, sobre todo, con la inexpugnable genialidad sorpresiva de El Caballero Oscuro, logró la proeza resucitante. El autor de Origen, rebobinando al señor murciélago solitario, lo hizo volar mucho más lejos de lo que ni siquiera hubieran imaginado los autores del cómic.

En el caso que ahora nos ocupa, para la ya exánime serie X-Men se han recabado los servicios de un realizador no tan experto, pero al que ya le habían sido advertidos notables modos escénicos. El británico Matthew Vaughn había causado una muy grata impresión debido al cáustico arrojo narrativo con el que estaba resuelta la notable Kick-Ass. Quienes, arriesgando bastante, le pusieron el ojo contratándole para la difícil encomienda han acertado de pleno. En X-Men: Primera Generación se vuelve a obrar el milagro de “A la cuarta, va la mejor”. Esto es, justo lo contrario de lo acaecido en la reciente cuarta infamia amodorrante, que ha resultado ser lo que Rob Marshall ha perpetrado con la factoría de la Los Piratas del Caribe.

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En el año 2006, el aburrimiento inmisericorde con el que se desplomaba la horrenda X-Men: La Decisión Final obligaba a desear que mutara en bacilo cebollero de Hamburgo todo aquel desneuronado productor que tuviera el deseíto caprichoso de incidir en la cosa de los mutantes. El reiterado enfrentamiento entre los variables monstruosos todopudientes del Profesor X y de Magneto merecía losa de plutonio concentrado. Dejando al margen la secuela posterior organizada en torno al personaje de Lobezno (X-Men Orígenes: Lobezno, 2009), se podía prever que toda intentona por incidir en el imprescindible cómic de la Marvel debía de pasar por un completísimo replanteamiento.

Afortunadamente, Vaughn ha sabido crearlo. Su película es un esmerado producto cinematográfico, que fundamenta su abrumador brío en la seriedad mediante la que ha sido confeccionada una potente partitura escrita, gracias a la cual ésta fuga hacia el origen arrolla por completo a todos sus mediocres precedentes. La precuela, nuevamente, se torna fármaco fílmico mineralizador de un producto ya visto para la cría de malvas.

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Hay que alabar de forma ostensiva la validez reformulante de un guión que cercena desde el principio cualquier afán dependiente de la fama anterior acumulada –y ya en franco declive-. X-Men: Primera Generación aúna con desprejuicio, pericia, humor y sorpresa una tupida red de líneas argumentales, en la que encajan a la perfección, de un lado, un pormenorizado estudio dramático de los dos personajes principales, y, por otro, el recurso a ensamblar el evidente universo fantástico del que éstos provienen junto a una enmarcación histórica bien reconocible. Todo ello, a su vez impecablemente pertinente para con esa naturaleza fantasioso-militar. Inscribir los orígenes biográficos de la saga en los convulsos días de la llamada Guerra Fría, habida entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, muy pronto se revela como un ardid magníficamente utilizado para esa indagación.

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Esta lúcida interactuación le presta al film una desinhibida pátina conspiratoria, evocativa del género del espionaje tan frecuentado en la época. El recuerdo de la también ahora revitalizada saga Bond se conjuga en calidad de cariñoso modelo puesto al día. Las invocaciones históricas reales adquieren una jugosa relectura, al tiempo que, pese a lo que pudiera esperarse, dotan a la narración de una sibilina vertiente humorística. La aparición, por ejemplo, del famoso discurso televisivo de Kennedy advirtiendo a la población estadounidense y a las autoridades soviéticas de una seria amenaza de guerra mundial está insertada con una ironía tan expresiva como incuestionable.

Pese al cúmulo de referencias manejadas, X-Men: Primera Generación sortea admirablemente el riesgo de una huida hacia el pasado, meramente deudora de esas citas. El film ni es un pastiche, ni un refrito, ni una reganga mandanga. Los guionistas, muy al contrario, se han preocupado mucho más de lo que cabría prever por dotar a la historia de un sólido soporte dramático que, como consecuencia depara un soberbio adentramiento biográfico de las figuras del Profesor X y de Magneto. X-Men: Primera Generación cuaja su máxime solidez en el relato parejo y sobrio que se hace de esas dos figuras.

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Hay que decir que los respectivos paseos por la infancia y la juventud de ambos son soberbios. Ésta búsqueda del principio está mimada con un pulso muy efectivo por parte de un material escrito detallista, esclarecedor y original, en el que el peso de la Historia del siglo XX tiene también un peso funestamente importante. Sin embargo, pese a que se intente una meditada equiparación entre Charles Xavier y Erik, poco a poco, la figura de éste último se va alzando como el elemento más furibundamente cuajado y atractivo de toda la función. El futuro Magneto se revela como el verdadero dueño y señor de toda la función. Casi se podría decir del film que es la auténtica historia de ese líder mutante, inclementemente desconfiador de la raza humana, pues se describe de forma implacable como va anidando en su interior esta pulsión recelosa y vengativa que luego lo caracterizará en el futuro. A tal efecto, cabe destacar sobremanera la estremecedora severidad luctuosa y sufriente con la que lo define el insólito trabajo de un perfecto Michael Fassbender.

En definitiva, los aficionados al cine comercial no insultante estamos de enhorabuena. X-Men: Primera Generación es, ante todo, un sano espectáculo evasivo. El fluido juego que brinda su encomiable entretenimiento vindica esa satisfacción espectadora que sólo saben ganarse las obras ejecutadas con autenticidad, con desenvoltura y con amenísimo tesón elucubrativo. Ah!, y atención a Vaughn… si sigue por aquí, habremos de hacerle hueco muy pronto entre el grupo de brillantes cineastas que están manteniendo intacta nuestra esperanza en la dignidad del arte cinematográfico.

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