Título: Todo es silencio
Año 2012
Duración 119 min.
Director José Luis Cuerda
Guión Manuel Rivas (Novela: Manuel Rivas)
Música Sergio Moure
Fotografía Hans Burman
Reparto Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre, Celia Freijeiro, Juan Diego, Xoque Carvajal, Axel Fernández, Carolina Cao, Sergio González, Chete Lera
Productora Milou films / Tornasol films / Castafiore films / Zebra producción / Foresta films
Valoración 1
Insiste José Luis Cuerda en trasladar a imágenes la historia prestada por un libro. Y, por desgracia para él, sigue siendo su ya lejana EL BOSQUE ANIMADO (1987), el único resultado estimulante que ha logrado de entre los varios intentos adaptadores que integran su dilatada trayectoria. LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS (1999) ya presagiaba la poca capacidad que dispone su afán acomodado en exceso para trasladar prosa novelada a imágenes con pertinencia autónoma. Sólo la excelente interpretación de Fernando Fernán Gómez lograba maquillar las graves deficiencias de esa actitud poco amiga de investigar cinematográficamente en la prosa de partida.
LOS GIRASOLES CIEGOS, pensábamos, podría estar considerada como el punto más bajo de esta desidia creativa que consiste en proponer el texto original como coartada inatacable, como imperativo categórico de imposible cuestionamiento. Desde la genuflexión indolente para con la narración originaria hasta la raquítica escenificación se situaciones meramente calcadas, la película protagonizada por Maribel Verdú y Javier Cámara ejemplificaba a la perfección todas y cada una de las pautas que no deben cometerse en una adaptación cinematográfica. Para desgracia nuestra lo peor estaba aún por llegar. TODO ES SILENCIO es la lamentable constatación de que el manchego haría bien en no volver a intentar a degradar ningún precedente literario. La parálisis artística supera el cartón piedra para convertirse en fósil pleistoceno.
TODO ES SILENCIO, como ya ocurría en LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS, toma como material de partida la prosa sensible y ambiental del escritor gallego Manuel Rivas. El propio escritor se implica en la empresa cinematográfica firmando el guión de la película. Quizás esta elección sea una de las claves de la debacle de un producto que en ningún momento es capaz de despegarse de su literalidad, de su débito a la prosa escrita en el libro. Esto es, seamos sinceros, Jose Luis Cuerda, más bien al contrario, no es un realizador que haya acreditado muchos recursos, pero es que el itinerario dispuesto por el literato podría condenar directamente al precipicio hasta a Christopher Nolan. El guión emplazado no hubiera valido ni para colador de chapapote.
El film se quiere radiografía de una dramática y putrefacta tesitura: el arraigo del narcotráfico en la costa gallega durante la década de los años setenta. La historia que se nos narra comienza describiéndonos la relación entre tres chavales vecinos de una localidad sita en ese bellísimo paraje de la costa noroeste española. Son Brinco, Fins y Leda. El seguimiento a ellos permite que nos acerquemos a la intrahistoria del lugar, a la influencia de la demarcación marina, a la humildísima condición pesquera de sus moradores y, sobre todo, a la influencia y el poder que sobre todos ellos ejerce la presencia del mandamás todopoderoso, el señor Mariscal, el hombre controlador del contrabando que llega a la población.
Un luctuoso acontecimiento provocará la marcha de uno de los tres protagonistas. La narración propone un salto temporal de unos veinte años. Todo ha cambiado en Noitía. El contrabando ha dejado paso al narcotráfico. Los tres niños son ahora tres adultos implicados de forma muy distinta en él. TODO ES SILENCIO pretende trazar una suerte de thriller costumbrista, que gira en torno al conflicto dramático originado tras el regreso de Fins al pueblo. Sin embargo, la plana implicación del realizador y las gravísimas deficiencias de una trama desarrollada a golpe de batacazo propinan un desastroso panorama cinematográfico.
Con el crecimiento de los personajes a TODO ES SILENCIO le crecen los esguinces. La narración derrapa por un acartonamiento absolutamente impostado, caprichoso y lánguido. La mínima validez del trazado de los personajes infantiles deviene imprecisión, aturdimiento tópico y descabalgamiento incomprensible cuando el fluido de acontecimientos se desplaza en el tiempo hasta retomarlos a aquellos ya adultos. La interpretación de los actores es nefasta, con lo que aún se ponen en evidencia los desmanes de la operación. La poca altura del vuelo emprendido hasta ese momento se desploma bochornosamente haciendo que el trompazo sea dantesco. El esguince deviene en amputación de la más mínima validez.
TODO ES SILENCIO es un magnífico compendio de lo que podemos definir como nulidad cinematográfica. De la misma forma que, por ejemplo, hemos comentado que la excelente EN LA CASA supone la confirmación de las capacidades entrevistas a lo largo de la irregular trayectoria de François Ozon, este film supone lo mismo para con Jose Luis Cuerda, pero en sentido completamente desparejo.
La última producción del autor de AMANECE, QUE NO ES POCO acredita su mediocridad y su ineficacia como director de cine. Contemplar cómo resuelve las escenas de acción (el tiroteo en la playa puede estar considerada la peor escena del año de nuestro cine), cómo se conforma con un desenlace tan precipitado como bochornoso, cómo es incapaz de depurar el halo literaturizante que sanciona a algunos personajes (el patético retintín latinajero del personaje interpretado por un desmesurado Juan Diego), cómo se conforma con la mediación de unos efectos especiales tan insatisfactorios como el de la indignante escena del delfín saliendo de la piscina o la del incendio en el caserón, cómo, en definitiva se muestra impotente ante la ramplonería, ineficacia y vetustez de una puesta en escena mucho menos que académica no es sino dejar constancia de las carencias que ya había demostrado en demasiadas ocasiones.
