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Título: Fin

Año 2012

Duración 90  min.

País España

Director Jorge Torregrossa

Guión Sergio G. Sánchez, Jorge Guerricaechevarría (Novela: David Monteagudo)

Música Lucio Godoy

Fotografía José David Montero

Reparto Maribel Verdú, Daniel Grao, Clara Lago, Blanca Romero, Antonio Garrido, Carmen Ruíz, Miquel Fernández, Andrés Velencoso

Productora José David Montero

Valoración 4

La trayectoria profesional de Jorge Torregrosa es bien paradigmática de lo que se ha convertido el periplo personal de todos aquellos jóvenes realizadores de nuestro país que han decidido dedicarse al oficio de situarse tras una cámara en labores de dirección de una producción audiovisual. Autor de varios cortometrajes realmente sobresalientes (DESIRE, MUJERES EN UN TREN, VERANO O LOS DEFECTOS DE ANDRÉS, etc.), la inexistencia de una auténtica industria cinematográfica que diera cabida de inmediato a las aptitudes acreditadas por un debutante en el terreno del corto ha hecho que fuera  el campo televisivo  el que ha servido de acogida laboral para que muchos como él no cejaran en el empeño de conseguir debutar como largometrajistas.

No resulta casual que una de las plataformas televisivas de nuestro país, Antena 3, para la que ha trabajado recientemente en GRAN HOTEL, sea la promotora que le ha encargado la elaboración de un arriesgado proyecto: la adaptación de FIN, una novela escrita por David Monteagudo,  que presta un ambicioso entramado argumental acotado en el terreno de la ciencia ficción dramática; esto es, el film propone adentrarse en un género al que la industria de nuestro cine no está ni mucho menos acostumbrado. 

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Desgraciadamente, los modos nada despreciables, muy solventes del alicantino nada pueden hacer por sostener la credibilidad de un guión prestado por Sergio G. Sánchez (LO IMPOSIBLE, EL ORFANATO) y Jorge Guerricaechevarría (EL DÍA DE LA BESTIA, LA COMUNIDAD), que no sabe infligir firmeza significativa a la multitud de disparidades genéricas que hacen confluir en él. FIN es un ejercicio fallido por la imprecisión con la que está resuelta la madeja de tejidos narrativos por las que va transitando su trama. El evidente poco tino en el cálculo de la proporción presencial de aquellos hace que los distintos virajes, en lugar de sinuosidad en los deslizamientos, provoque aparatosidad destemplada, descarrilamientos imposibles de reconducir. La validez de Torregrosa a los mandos de la cámara nada puede hacer ante un guión lleno de minas que ésta pisa una y otra vez.

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La historia se abre con un prólogo realmente turbador que el realizador resuelve con impecable aplomo. Un hombre al que el espectador tarda mucho en verle el rostro, compulsivamente, hace unos extraños, amenazantes, negruzcos dibujos sobre un bloc. A continuación la cámara le sigue cuando inicia un trayecto andando que le lleva hasta la estación de un tren subterráneo. Allí espera de forma inquietante la llegada de éste. La cámara se sitúa a espaldas suyas cuando se produce la llegada del tren al andén. Sin moverla vemos que las puertas se abren pero no entra. La cámara se focaliza en la presencia de un joven bien vestido que baja del tren. Entonces advertimos el rostro del primero, que parece reconocer al segundo. El dibujante alza su mano como queriendo que el otro la estreche, pero éste no hace amago alguno de responder al gesto. Se marcha contrariado y de súbito se gira para mirarlo otra vez. El tren se marcha. El dibujante ha desparecido.

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A continuación vemos al primero, Ángel,  inmerso en los preparativos de un viaje con Eva, su pareja. Se trata de una cita con un grupo de viejos amigos a los que hace mucho tiempo que no ve. El encuentro tiene lugar en una gran casa aislada en un paraje montañoso no muy alejado de una costa marítima. El reencuentro parece ser del agrado de casi todos. A él solo falta uno de ellos. Las noticias  son algo confusas sobre el que todos llaman “El Profeta”. Nadie quiere esclarecerle a Eva una especie de secreto que relaciona a todos los presentes con la enfermiza deriva existencial de El Profeta. Ángel confiesa que lo vio en la estación de un tren y que no pudo saludarlo. A partir de ese momento empieza a enrarecerse la situación. Un extraño ruido nocturno les alerta. La electricidad desaparece. Incluso las baterías de los móviles y de los coches dejan de funcionar. La desaparición de uno de los miembros del grupo les obligará a salir de la casa en busca de una respuesta a tan hosca situación.

El problema de FIN es lo deficiente de su estrategia narrativa. En el desarrollo de la historia inicial van a querer hacerse confluir, por un lado,  un potente planteamiento dramático (el que dirime la reunión de los protagonistas y el apunte desestabilizador y borrascoso de las reticencias personales que comienzan a aflorar tras las primeras conversaciones), por otro, un acercamiento al thriller de terror aportado por la desaparición de Rafa,  por las inexplicables paralizaciones domésticas y mecánicas, y por la constatación de la ausencia de elementos humanos en las postrimerías de la casa cuando ha sido emprendida la marcha en busca de ayuda y, finalmente,  la deriva ficcional apocalíptica que va dictando los hechos ya plasmados en el bloc que hemos visto pintar en las imágenes del principio.

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Los palmarios esfuerzos de Torregrosa por tratar de enderezar la verosimilitud, la intranquilidad ambiental y la tensión del ejercicio se antojan insuficientes, dada la inercia descendiente que termina consumándose. Los primeros cuarenta minutos del film permiten apreciar la elegancia escénica de un realizador que exhibe unas formas que ya quisieran para sí algunos de nuestros más insufribles veteranos. Hace pocas fechas constatábamos en estas páginas la penosa pericia realizativa con la que José Luis Cuerda solucionaba las patéticas secuencias de acción en la lamentable TODO ES SILENCIO. Torregrosa exhibe en FIN una capacidad escénica que ningunea a toda esta nómina de incapaces. El citado prólogo o la admirable secuencia en la que alterna el viaje automovilístico de Félix y Eva con la llegada a la cita aprovechando una foto del grupo que él le deja a ella son buena muestra de ello.

Sin embargo la globalidad de los resultados no puede más que tildarse de decepcionante. La obligación de la inercia apocalíptica obliga a que el trazado de los personajes sea chirriante. No casa en absoluto las reacciones de de cada uno de ellos frente al cúmulo de acontecimientos, pues la deriva machaca los brotes dramáticos personales exhibidos. Los personajes devienen en irrisorios, reiterativos y difusos,  tirando a ridículo alguno de ellos, pues la labor actoral tampoco ayuda al disimulo de sus carencias.

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La trama, enfrascada en una andanza caminante que parece no tener conclusión, impone una iteración de situaciones que hace que el interés por los sucesos trace una flagrante línea descendente, una irrefrenable pérdida de intensidad. Todo ello  desemboca en un final al que la debilidad del misterio y la estrambótica aparición de un elemento animal contribuyen a deslegitimar abruptamente. 

En FIN el drama es insulso y la ciencia ficción desmayo. La mezcla de géneros agua la eficacia de ambos. La angustia carece de reflexión, de densidad, de arrojo; de ahí que el espectador no la sienta en ningún momento. Sólo el notable arranque, la persistencia en la no mostración de las desapariciones  y en el desarrollo plenamente diurno de los hechos de la segunda mitad del film merecen destacarse como apuntes situados en el haber del director. FIN es fallida, pero Torregrosa se merece otra oportunidad.

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