Cosas Vida Pena 2

Título original: Cosas que hacen que la vida valga la pena

Año: 2004

Duración: 86 min.

País: España

Director: Manuel Gómez Pereira

Guión: Joaquín Oristrell, Yolanda García Serrano, Carlos Molinero, Luis Piedrahita

Música: Bingen Mendizábal

Fotografía: Juan Amorós

Reparto: Ana Belén, Eduard Fernández, José Sacristán, María Pujalte, Rosario Pardo, Zoe Berriatúa, Carlos Wu, Carmen Balagué, Julen Kaniowsky, Patricia Gómez, Carlos Kaniowsky, Fernando Colomo, Raúl Arévalo, Pau Durà, Iñaki Gabilondo, Gemma Nierga, Benito Sagredo

Productora: Bocaboca Producciones

Nota: 7

Fue tras la sorprendente BOCA A BOCA, y, sobre todo, tras la exquisita EL AMOR PERJUDICA SERIAMENTE LA SALUD cuando el exitoso realizador Manuel Gómez Pereira consolidó una refinada solidez como comediografo, imponiendo, como sello personal, un distinguido trabajo en la puesta en escena de sus impecables, comedidos y elaborados trabajos. Estos dos últimos sí suponían el tan ansiado salto cualitativo con respecto a la vulgar, prescindible tradición celtibérica, que había tratado de reflotar mediante sus obras anteriores

COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA, la obra que ahora nos ocupa, vino a retomar el tema del conflicto amoroso ya planteado en la película protagonizada por Penélope Cruz y Gabino Diego, pero siendo abordado ahora desde unos planteamientos bien distintos. El divertido seguimiento de los accidentados avatares (des)afectivos de una complicada pareja, desde su inicio hasta, décadas más tarde, el final definitivo de su relación, da paso, en esta ocasión, a la historia de un encuentro y sus más inmediatas consecuencias en la vida estancada de dos desconocidos a los que el azar entremete. EL AMOR PERJUDICA... detallaba, sin compasión alguna, el itinerario demoledor que describían las tumultuosas alternancias afectivas que el paso del tiempo había ido permitiendo en la aparatosa trayectoria de sus protagonistas, para concluir certificando con encono la defunción de los afectos mutuos, cuando éstos perduran únicamente como jirones apresurados en descerrajarse a la cara, de una vez por todas, un aliviador, irreversible "The end".

COSAS QUE HACEN... dispone la travesía diametralmente opuesta. Los desdichados juguetes rotos no le son desvelados al espectador al final de la función, como consecuencia de las desdichas reveladas durante todo el largometraje, sino que son los enseres defraudados desde los que se origina todo el conflicto. Hortensia y Jorge nos son presentados como personas autoabonadas al punto y final; como perros heridos y maltratados, resignados a lamer unas heridas que no saben hacer cicatrizar: ella una madura funcionaria que trabaja en una oficina del INEM, separada, aburrida, timorata y madre con niño; él,Cosas-vida-pena-3 un entusiasta y desubicado profesor de autoescuela, también separado de su mujer, en paro por culpa de un desgraciado accidente de tráfico, saldado con el coma del alumno que estaba efectuando la práctica en ese momento.

Pereira describe con cariñosa agilidad y delicado gracejo el azaroso entrecruzamiento de dos despechados impelidos a cantarle una rumbita a sus enojadas emociones, a regalarse una segunda oportunidad en una edad más oportuna para saldos o conformidades que para oportunidades con ángel de ser merecidas. COSAS QUE HACEN... concentra el arrumaco de sus virtudes en una primera hora sencillamente deliciosa. El realizador emplea con ingenio y pertinencia la voz en off de ambos personajes, deleitando al espectador con el jugoso embrollo de las constantes contradicciones en las que estos incurren.

Hortensia y Jorge titubean, trepidan, desconfían, se censuran, se lanzan, se esperanzan, se castigan, bien haciendo lo contrario de lo que piensan, bien pensando lo que acto seguido no van a ser capaces de cometer, o bien cometiendo lo que acababan de pensar que no debían hacer, pero que en el fondo deseaban acabar haciendo. Hay destellos de alta comedia en todas y cada una de las escenas en las que ambos enfrentan sus deseos, y en la elaborada, airosa, chispeante mediación de unos diálogos excelentes, muy de agradecer en los tiempos basura que nos está tocando padecer.

A la altura de lo mejor que ha ofrecido su director, podríamos elevar escenas como la primera conversación entre ellos dos en el bar, tras su sorprendente encuentro en la oficina del paro; la salida nocturna al cine juntos;cosas-vida-pena-4 el atragantamiento consagrado de Hortensia en la iglesia; y, sobre todo, la magnífica secuencia de la ducha, y el desayuno posterior. Pereira compone aquí un luminoso acercamiento a la felicidad reencontrada por sus personajes. Estremece, es sentida, reconforta la entrega con la que Ana Belén y Eduard Fernández ahondan en la acometida de desencantos y caricias que degustan las ansias nuevas de Hortensia y Jorge.

No podemos decir lo mismo del resto de elementos y estrategias narrativas que atraviesan el film. Carecen del duende que impregna la relación central. Pereira, incluso, parece no querer esforzarse por enmendar de algún modo el notorio desequilibrio que lacera la calidez del ritmo conseguido en toda la primera parte. Tiene muy claro cuál es el meollo argumental de su película, se siente muy a gusto en él, y se desentiende de muy descuidada forma de flecos mal perfilados (como los personajes de Sacristán, Pujalte, o Pardo), mal concebidos (el giro dramático en la escena del hospital; la aparición final del alumno) y mal rodados (la pelea en la cocina del restaurante chino; la resolución del baile durante el banquete de comunión).

Sin embargo, COSAS QUE HACEN... no decepciona. Soluciona con ternura, con proximidad, con descaro y con una credibilidad muy difícil de localizar en otras muchas propuestas, cuyo nombre no vale la pena mentar, todos los escollos con los que va tropezando. La historia de esta segunda ocasión, de este nuevo asalto, de esta ansiada prórroga concedida cuando uno asume el convencimiento de que el último penalty del partido ha sido lanzado fuera de la portería, merece ser considerada como la más sensible de las coyunturas amorosas que el cine español nos ha ofrecido este año. Haría bien Manuel Gómez Pereira en seguir obsequiándonos con cortesías de esta finura.

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