Las Nias 1

Título original: Las niñas

Año: 2020

Duración: 100 min.

País: España

Dirección: Pilar Palomero

Guion: Pilar Palomero

Música: Juan Carlos Naya

Fotografía: Daniela Cajías

Reparto: Andrea Fandós, Natalia de Molina, Carlota Gurpegui, Zoe Arnao, Julia Sierra, Francesca Piñón, Álvaro de Paz, Mercè Mariné, Jesusa Andany, Maite Sequeira, Laura Gómez-Lacueva, Leonor Bruna, Mariano Anós, Eva Magaña, Amelia Ríus

Nota: 7.9

Comentario Crítico:

Debut en el terreno del largometraje de la aragonesa Pilar Palomero, LAS NIÑAS puede preciarse de quedar integrada, con merecimientos más que colmados, dentro del ya, por fortuna, numeroso y preciado grupo de notables creaciones cinematográficas deparadas por el tacto y la sapiencia de una joven realizadora de nuestro país. A los nombres de Carla Simón, Elena Martín, Celia Rico, Diana Toucedo, Neus Ballús, Meritxell Collell, Belén Funes, y otras más, hay que unir el de la autora de esta sensible prudencia fílmica.

LAS NIÑAS se propone modelar una intuitiva reflexión sobre los interrogantes que irrumpen en ese momento, siempre alumbrativo e incierto, en el que todo individuo dice adiós a la infancia, y comienza a descubrir que la existencia que le rodea, la ilación de absolutos y habitualidades asumidos no es, en modo alguno, la urdimbre de conformidades unívocas e inquebrantables, que otros han impuesto. Acaso madurar sea comenzar a cuestionar el relato referido esgrimiendo, desafiando, imputando un relato principiado por voluntad. A la emergencia de esa voz relatora que va a ir irrumpiendo en el ánimo y en el proceder de una preadolescente zaragozana durante los primeros años 90 dedica el film su frágil, henchida de recovecos y distancias a punto de revelar su compleja cercanía ignota, observación.

No debe de extrañarnos pues, hablando de voces que están a punto de proclamar una pujanza recién descubierta, que el arranque del film nos muestre a un coro escolar de niñas que modulan sus labios sin emitir sonido alguno y que, también, incidiendo en esa mudez impostada, como prueba de que el itinerario definido por el entramado argumental salda su conclusión ratificando un importante salto evolutivo, el plano de cierre nos devuelva a ese mismo coro, pero con sus integrantes entonando con firmeza la canción ensayada mudamente en el principio. Hay voz, porque esta ha sido hallada, porque, en definitiva, ha sabido orquestarse la voluntad generatriz de su discurso.

Palomero entromete a Celia, su preadolescente protagonista, en un doble periplo. De un lado, el que define el devenir de su vida personal fuera de su casa; de otro, el que se circunscribe a esta última. El primero estará caracterizado por su relación con su grupo de amigas; el segundo, por la que mantiene con su madre. De la yuxtaposición significante, diferenciada y curioseadora entre ambos núcleos sondeativos, hace LAS NIÑAS el espacio emocional progresivamente tambaleado y revelador sobre el que gravita el examen de balbuceos infligido al personaje central.Las Nias 2

La cámara de la realizadorase implica en la observación de esta doble inquietud investigativa de un modo siempre cercano, atento, paciente y, sobre todo, abierto a que a través de su posicionamiento vayan quedando apuntadas todas y cada una de las interrogaciones que van a ir soliviantando la curiosidad y el atrevimiento de Celia. En este sentido cabe destacar la importancia no medular que se le presta a la relación de aquella con su madre. Este apartado es el que procura con toda integridad, sin estridencia alguna, que LAS NIÑAS no quede convertida en un mero relato de premadurez, de consabida revelación personal descubriente, de previsible portazo a una infancia ansiada de ser superada.

Todas las acciones contempladas dentro de la casa materna enriquecen y personalizan la historia, haciendo de la peripecia de Celia una madeja de insinuaciones particulares que alejan al film del terreno de lo consabido. Siempre atisbada desde el punto de vista de presencia de la niña, la relación con su madre viene avanzada mediante distanciamientos e inconcreciones. Las idas y venidas al trabajo, la ausencia paterna, el rictus casi siempre cansado definen un comportamiento en modo alguno arisco, pero tampoco generoso en afabilidad. Valga como ejemplo de esa calidez entrecortada y difusa la escena en la que, tras recibir una llamada telefónica familiar, la madre coge el teléfono y se va con el a una habitación distinta para que Celia no escuche con claridad el contenido de la conversación: esta queda convertida en ruido de fondo que la joven no puede esclarecer tal y como quisiera. El plano recoge el agazapamiento de Celia. La cámara veta el contraplano de la madre. No entra en el comedor. Se conforma con encuadrar el cable telefónico titubeante.

Este distanciamiento, la coherencia de sancionar como relevante y definidor el eje dubitativo, ávido de respuestas, clandestinamente desazonado convocado por la niña, se impone como reto escudriñador hacia el que acuden todos los esfuerzos orquestados por una puesta en escena que sabe solventar con fluidez, temple y delicadeza los riesgos de una exposición que se mueve siempre entre lo íntimo y lo externo, entre el conflicto unívoco y el colectivo, entre la experiencia sensorial y la subjetiva con una mesura ardua, detallista, siempre caldeada con frescura y espontaneidad.

Seguramente cuando, en el último tercio, se decida un quiebro narrativo que obliga al relato a abandonar esta temperatura tan bien armonizada de reconocimientos y sigilos, y, de modo absolutamente prescindible y nocivo, se obligue a un viraje geográfico que castiga el sano y complejo recelo acumulado, LAS NIÑAS, abocada a un apresuramiento resolutivo, ve menguada la fortaleza de su modélica modestia, de su astuta sagacidad incomodadora. Una decisión incomprensible, que debiere haber sido mucho más sopesada, pero que, por supuesto, no da al traste con la incontestable precisión de la verdad que Pilar Palomero nos depara en este precioso film.

 

 

Publica tu comentario en Facebook

 

Lo más leído