Título: PAST LIVES
Dirección: Celine Song
Reparto: Greta Lee, Yoo Teo, John Magaro
Nota: 8.8
A vueltas con la reformulación de los géneros clásicos, PAST LIVES compone una delicada suite cinematográfica destinada a menoscabar, desde la más osada depuración posible, una vuelta de tuerca aliviante, acendradora, sobre el hoy muy depauperado corpus del fundamental melodrama romántico. La debutante Celine Song convoca un escueto triángulo relacional que, en realidad, es una línea entre dos puntos, pues la médula espinal del film es el duelo de miradas con fuga y perpetuidad, dirimido, seminalmente, entre un niño y una niña coreanos a los que el paso del tiempo va a ir emplazando a retornarse.
El film se abre con un plano que, en el interior de una cocktailería, encuadra a dos hombres y una mujer entrados ya en la treintena, sentados en la barra del local. Sobre sus rostros, ajenos a ellos, escuchamos los diálogos en off de unas voces que se interrogan acerca de esa situación contemplada. Si los tres son solo amigos, si ella será la pareja de uno o del otro, si el blanco será un mero guía turístico de los dos asiáticos. De súbito, la acción se corta, y un cartel nos advierte que nos trasladamos dos décadas atrás. Nos vamos a Corea. Allí dos niños, Nora y Hae Sung no hacen ningún esfuerzo por esconder la inocente atracción del uno por el otro. Sin embargo, esta se rompe tras la decisión de los padres de Nora de emigrar a Estados Unidos. Más de diez años después, tras haber dejado de estar en contacto todo ese tiempo, Hae Sung da con ella por Facebook y ambos volverán a saber el uno del otro.
Urdiendo una sensible cadena de distintos encuentros, el film, evocando dos cumbres de este tipo de ortodoxia dramática de pareja, como son ANTES DEL AMANECER, de R. Linklater, y 45 AÑOS, de Andrew Haigh, Celine Song desarma las convenciones previsibles evitando, con una depuración narrativa tan frágil como inflexible, que las distintas coincidencias en el tiempo entre sus dos protagonistas centrales jamás transgreda el mutuo respeto que se profesan. Los dos aceptan que son un susurro de la memoria afectiva del otro. Ambos acuden al encuentro del otro callando lo que ambos saben, más haciendo de ese silencio necesidad, dependencia, intersección y cuarto secreto.
La realizadora convierte a su cámara en voz baja cercana al oído. Los planos se suceden uno tras otro con cadencia de comisura y brillo primero en los ojos, con postergada carnalidad de roce encontrado, con cautela de amantes incrédulos. Relato breve a dos bandas más una, PAST LIVES termina concluyendo que no hay más amor imposible que el que vive en la oportunidad que se perdió... pero tampoco más verdadero que el imposible que sigue viviendo en esa oportunidad perdida.