Difícil papeleta me tocaba el sábado pasado, después de haberme reunido con el sanedrín y a sabiendas de mi jugosa recompensa me dirigía a mi última cena con el maestro con cierta inquietud.
Diría que decidí entrar ebrio para hacer el trago más fácil pero mentiría si no dijese que sentía algo de placer al traicionar al que siempre había creído. Poco público y sentimiento de amargura al ver que el castigo se hacía realidad y que la gente respondía con la indiferencia ante el último disco, la crucifixión estaba cerca, una vez más me equivocaba.
Las cartas estaban echadas: disco que ha hecho que muchos de los de siempre se queden en casa, concierto aparentemente acústico muy a lo “Triste González” y poco público, esto solo podía acabar muy mal.
Comenzamos con “No sé por dónde empezar” a priori el sonido se oye bastante limpio, las guitarras perfectas, los coros muy nítidos y Lapido haciendo lo mejor que sabe hacer, dar un directo ejemplar. Tras varios temas el público empieza a meterse muy dentro del concierto, algunos se animan entonando algún tema y comenzamos a disfrutar temas como “Hasta desaparecer”, mis dudas comienzan a bajar su propio volumen.
Poco se detienen entre tema y tema hasta que llegan a “Cuando las palabras vuelvan del exilio” en la que Víctor coge la guitarra de 12 cuerdas, no pudo sonar mejor. Pero si hay un momento durante el concierto donde todas mis dudas se despejaron por completo fue “En el ángulo muerto” el Maestro logró que me rindiese a su música, es imposible luchar contra los elementos.
Si uno ya empezaba a entusiasmarse con temas más tranquilos imaginad la locura no contenida cuando sonaron “Nadie sabe” o “el espantapájaros” (a golpe de hammond) y por si nos había sabido a poco ceronoventayuno nos llovió como de la nada “Nubes con forma de pistola”.
Para terminar escuchamos lo que sería la calma previa a la tormenta, el blues evolucionado (a medias entre el country) de “Olvidé decirte te quiero” que dio paso a “La torre de la Vela” que hizo las delicias de todos los que estuvimos allí, increíble final.
Cuando 091 terminó y Lapido comenzó en solitario no fue nada fácil acostumbrarse a su voz pero tampoco fue difícil acabar enganchado a sus plegarias, lo que nunca fue fácil es ver como pasaba de estar furioso con el mundo a (antes de) morir de pena. La furia y la lucha han dado paso al tedio y la amargura no solo en sus letras sino en ritmos y conciertos, gracias a Dios hemos retomado el camino.
Lapido sorprendió, muchos esperábamos un concierto de sombras y sueños y nos encontramos al maestro en estado puro, haciendo lo que más le gusta y disfrutando, creo que es una de las primeras veces que lo he visto sonreír en más de dos ocasiones en el mismo concierto y es que se le notaba a gusto y, aunque el campo le era favorable (jugar en Jaén es casi jugar en casa), creo que la verdadera razón de su buen hacer residía en la naturalidad de lo que estaba haciendo. Rock en estado puro adaptado para sonar en teatros donde la única nota negativa fue no ver lleno el Darymelia, cosa de la que muchos se arrepentirán al leer esto.
Concierto y gira muy recomendable para apuntar en el calendario. Mi más sincera enhorabuena no solo al maestro sino también al equipo que le acompañaba con un enorme Víctor a la cabeza.
SetList:
No se por dónde empezar
Nada malo
Carrusel abandonado
Hasta desaparecer
El más allá
En algún lugar de la media noche
Cuando las palabras vuelvan del exilio.
En el ángulo muerto
Nadie sabe
El principio del fin
Por sus heridas
Espantapájaros.
Cuando el angel decida volver
La antesala del dolor
Nubes con forma de pistola
En medio de ningún lado.
Algo me aleja de ti
La hora de los lamentos
Con la lluvia del atardecer
Olvide decirte te quiero.
La torre de la vela
Próximos conciertos:
Sábado 19 mayo Valladolid Sala Porta Caeli
Jueves 24 mayo Cádiz Antiguo Aulario “La Bomba”
Sábado 26 mayo Murcia Sala 12&Medio
Sábado 2 junio Almería Teatro Apolo