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Quince años tiene ya el Territorios de Sevilla, quince años que han servido para convertir esta cita en imprescindible.

La castigada propuesta cultural sevillana, que este año sufría la fulminación de su South Pop, mantenía en el Territorios muchas de sus esperanzas. Tras la pasada edición, la de la explosión de público y el caos, este año la organización estaba en el punto de mira. Impecable organización, no se tardaba ni cinco minutos en acceder al recinto, comprar las clásicas monedas (este año eran válidas para los dos días) y pedir algo en la barra.

Con una nueva reorganización del espacio volvían a llegar las dudas, ya que este año eran dos escenarios en la explanada del Centro de Arte Contemporáneo. La duda era saber si más que distribuir al público se solaparían los sonidos,  éxito rotundo de la opción, ahora sí, el Territorios había encontrado la fórmula.

En lo estrictamente musical el cartel de la edición volvía a presentarse con la fórmula que se adoptó hace unos años de mezclar todos los estilos en dos jornadas centrales, con propuestas que barren estilos tan diferentes como el Hip Hop de SFDK o el mestizaje de bandas como el Puchero del Hortelano.

A las 21:45 Love Of Lesbian subían a las tablas del principal, quince minutos de retraso que se iban a producir en todos los escenarios en esta primera jornada. Santi y los suyos venían tras haber estrenado un sexteto de canciones de lo que será su séptimo disco “Los días no vividos”. Y por lo allí vivido no fallaron pero ¿acaso pueden? Su público canta cada una de sus canciones, ríe cada gracia y se emociona en cada letra, otra cosa no, pero fidelidad desde luego no les falta. Aunque haciendo honor a la verdad las nuevas canciones todavía tienen que rodar más para que acaben siendo como los clásicos de la banda tipo “la niña Imantada” y John Boy, al sonar aquello de “Ahora soy otro fan” el escenario se convirtió en el acabose, literalmente porque Tortoise desplegaban toda su magia sobre el escenario Ron Brugal.

En el camino pudimos disfrutar brevemente  de un maestro como Kiko Veneno, un artista atemporal que empieza a hacerse un merecido hueco en los festivales desde que pisara el FIB por primera vez hace ya unos años. Vestido de blanco, Kiko derrocha carisma y lo transmite, la gente ríe, baila y se relaja con él y al final esto es lo que uno viene a hacer.

La propuesta de Tortoise es de todo menos una pose, sobre el escenario se dan cita cinco músicos ejemplares que ejercitan su profesión de manera impecable, tal vez ese sea el secreto del quinteto de Chicago. Un concierto que tocó su cénit en la evocadora “Christ And Beethoven There Were Women And Men” casi diez minutos de “Post-Bosa”, aunque antes pudimos disfrutar de la simetría de su escenario con las dos baterías simultáneas que presidían las tablas. Tortoise tuvieron que salir desde los camerinos a ofrecer una segunda parte del show de lo que apretó el poco el público que allí había, impecables y precisos, perfectos.

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Pero si hubo un momento que estaba marcado a fuego en el horario ese era la actuación de Tricky con su “Maxinquaye” íntegro.  El sonido Trip-Hop tiene como estandartes a los dos grandes de Bristol Massive Attack y Portishead. En medio de esto se encuentra Tricky que formó parte de los primeros y en el 95 editó este fabuloso disco. Comentó esto, para dejar constancia que muchos allí fuimos a tomar una buena dosis con nuestro pasado juvenil, como el que va al culto de su procesión de fe.

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Colocar unas expectativas tan altas solo sirvió para darnos de bruces cuando vimos que Tricky no hacia su “maxi”  y sí se dedicaba a subir gente durante tres canciones. Como espectáculo habrá a alguien que le guste ver a chavales dándole abrazos a un tipo mientras se hacen la foto de rigor para la efeméride Social, que rápidamente colgaran en sus muros. Si ya de por sí la propuesta de Tricky sea difícilmente defendible en un escenario tan grande dentro de un festival, si ni siquiera el protagonista se lo toma en serio aquí no hay nada que hacer. Allí faltaron un montón de canciones de lo programado, y sobraron otras tantas. Menos mal que su acompañante, Franky Riley, salvo los muebles con una actuación impecable a la voz, con una gran banda que defraudó en líneas generales no por lo que fue, sino por lo que debió ser.

La que no falló fue Amaral, llenazo de rigor tras Tricky en el escenario grande. Amaral llegaba al Territorios como la gran estrella que es, acompañada de su inseparable Juan Aguirre y con miembros de Sexy Sadie detrás para presentar la “nueva joya del indie” Hacia lo Salvaje, su directo y la adaptación de su propuesta  a actuaciones más austeras de las que gozaba hace tres años ha sido impecable. El público la adora, ella rebosa actitud sobre el escenario pero su repertorio no deja de ser el que es. Esa es la gran losa que tendrán que redibujar los maños, no basta con decir que “somos o no somos” simplemente hazlo.

Para el cierre de la noche una sesión de zapatilla de la dura a cargo de Basement Jaxx dj Set que por mucho que cerraran con su impresionante “Wheres your Head At” aburrieron y consiguieron el desalojo progresivo del recinto. Los grandes triunfadores de la noche: La organización fue de matrícula de honor y por si había dudas, Tortoise.

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