Rodriguez Barcelona Dani Canto

I Was There

El precioso marco del Poble Espanyol acogía a Sixto Rodríguez en un recital repasando las canciones que el documental ganador del Oscar, “Searching for the Sugar Man”, ha popularizado. Film que cuenta la historia de un cantante de folk-rock que pretendía ser un nuevo Bob Dylan y que fracasa estrepitosamente despachando poco más que un puñado de copias de sus dos discos editados. Este fracaso le hace abandonar la música. Mientras él se gana la vida alicatando cuartos de baño y poniendo tochos en Detroit, simultáneamente, sus canciones son tomadas como himnos del movimiento AntiApartheid en Sudáfrica, vendiendo cientos de miles de copias de sus discos y no viendo ni un “real” por ello. Allí Rodríguez fue encumbrado a héroe y símbolo de la lucha por la libertad, algo acentuado por la creencia según la cual el artista se suicidó en uno de sus conciertos debido al fracaso musical. En el documental, dos fans siguen el rastro del cantante para, dos décadas después, devolverlo al lugar que merece en el mundo de la música tras su malogrado intento.

Cabe recordar que Sixto Rodríguez era uno de los reclamos del pasado Primavera Sound y que sus problemas de salud hicieron que anulara su participación en el festival. Es por eso que un Poble Espanyol con 5.000 personas esperaba ansioso su actuación, aunque posiblemente muchos de los allí presentes no le hubieran dado una escucha completa a ninguno de sus dos discos (“Cold Fact” y “Coming from Reality”). Pero el “moderneo” de la ciudad no estaba allí por lo meramente musical, sino por coleccionar un cromo tan apetitoso y poder decir “I was there”.

Con quince minutos de retraso sobre la hora de inicio prevista, Rodríguez se presentó en el escenario ayudado por dos mujeres debido a su escasa visión, producida por un glaucoma. De riguroso negro y protegido por un sombrero, el cantante de ascendencia mexicana quiso hacer un guiño a los compadres hispanos iniciando su actuación con el tema “Malagueña Salerosa”, del cantante mexicano “Chingon”. La canción fue tarareada por parte del público,  que posiblemente la conocía por su inclusión en la banda sonora de la película de Tarantino, “Kill Bill vol.2”.

Con su rasgado de guitarra característico, el concierto fue avanzando durante una hora y cuarto con numerosas y abultadas deficiencias en lo musical: desafinaciones, acordes perdidos, desajustes con la banda que le acompaña; una banda que, por cierto, no estuvo a la altura de la ocasión y que, sin mucha actitud y virtuosismo, tocó a caballo entre lo “AOR” y las fiestas de verano de Tomelloso. Sino fuera por el cancionero y la historia que rodea al artista, la cosa podría haber quedado en algo bochornoso, pero ese cancionero con momentos álgidos en los temas “I wonder”, “Climb up on my music” y la que todo el “moderneo” que allí se daba cita coreó “Sugar Man”, hizo que al final mereciera la pena estar allí y perdonar “al tito Sixto”, que no es un músico profesional aunque podría dar más de sí.

El set list se completó con versiones de temas sobadísimos como “Unchained Melody”, “Lucille” o “Whole lotta shaking going on”, de Jerry Lee Lewis, que fue el único bis para dar por finalizado el concierto. La sensación es que Rodríguez tiene argumentos suficientes en sus dos trabajos para no tener que recurrir a estas versiones, pero imagino que era una manera más de contentar a un público que estaba allí por el hype y no por lo meramente musical. Un respetable que reía cada chapurreo y cada chiste de Rodríguez, que ovacionaba cada canción del artista y que fundió las baterías de sus smartphones para que todos sus contactos del Facebook, vieran una foto que certificara su presencia en el evento del verano.

¿La sensación? Agridulce pero, posiblemente, de aquí a un tiempo vuelva a escuchar sus discos. Espero que para entonces los gallos y la banda de verbena del bolo se hayan difuminado en mi memoria. Entonces yo también podré decir en voz alta: “I was there”.                   

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