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“Hola, mi nombre es Sufjan Stevens, soy americano y vuestro entretenimiento para esta noche. (...) Normalmente toco música folk, pero hoy voy a tocar pop cósmico, música del espacio. Imaginaos que estamos en una nave espacial, yo soy el capitán pilotando un viaje psíquico a través de canciones y baile. (…) Os doy mi música, os doy mi corazón.”

Foto: Dani Canto

Sirva esta transcripción del speech con el que el esperado artista de Detroit presentaba -en un dubitativo castellano- su actuación del jueves, como mejor reseña posible de lo que acto seguido se pudo experimentar en el Auditori Rockdelux, ya que ninguna narración podrá hacer justicia al maravilloso espectáculo que se pudo disfrutar en el San Miguel Primavera Sound 2011.

Foto: Dani Canto

El espacio exterior como metáfora de un universo interior alimentado por las reflexiones sobre la vida, la muerte, el amor, el alma, la enfermedad, la madurez, el aislamiento… Esta relación es el argumento central tanto de este espectáculo como de la obra en la que está basado, el magnífico y desconcertante último disco del artista titulado The Age of Adz. Y acorde con lo extraordinario del disco, en el show preparado para la gira -que comenzó en octubre de 2010 y prácticamente dio sus últimos pases en Barcelona- se descubre una auténtica apuesta por llevar a los escenarios un espectáculo especial, mucho más allá de un simple concierto, en el que cada detalle está cuidado y trabajado al máximo. Empezando por la escenografía, donde destaca el estrambótico vestuario de los 12 músicos que tenían papel en la obra, hasta las proyecciones visuales, pasando por las coreografías y los elementos siempre efectistas como son los globos gigantes y el confeti, todas las piezas encajaban denotando un exhaustivo trabajo necesario para conseguir una actuación rodada como si la gira llevara años, permitiendo de esta manera que hubiera lugar para la espontaneidad y naturalidad sin miedos, engrandeciendo el show todavía un poco más.

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Foto: Dani Canto

Pero toda esta maquinaria del espectáculo de nada hubiera servido si no fuera por el auténtico conciertazo, ya hablando en el plano estrictamente musical, que Sufjan Stevens nos regaló por partida doble. Sin grandes variaciones en el repertorio entre jueves y viernes, el show estuvo enfocado en The Age of Adz, si bien la apertura del mismo correspondió a la apocalíptica “Seven Swans”, acertadísimo comienzo que a la vez levantaba el telón, alzaba las alas de Sufjan, y erizaba el vello del público al son de los trombones. A los dos músicos encargados de estos trombones hay que sumar flautista, bajo, guitarra, dos coristas/bailarinas, dos baterías, pianista (DM Stith), multi-instrumentista (Zardoc the explorer from Neptune... ¡¿?!) y el propio Sufjan hasta completar la compenetradísima tripulación de aquella “nave espacial” que realmente consiguió recrear Sufjan Stevens.

Las grandiosas composiciones “Age of adz”, “Get real get right” y “I want to be well” fueron el cuerpo principal de la actuación, las cuales además dieron pie a Sufjan para explicar el proceso compositivo que había seguido para elaborar las canciones de “The Age of Adz” partiendo de la experimentación con los sonidos. También ayudó a dar mayor sentido al espectáculo la explicación por parte del propio Sufjan de la influencia en su música del profeta y artista Royal Roberts, en cuya apocalíptica obra además estaban basadas las proyecciones visuales del show.

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Foto: Dani Canto

Entre medias, alguna perla como un cover de “The One I Love” de R.E.M. en el setlist del jueves y un poco exitoso intento de que el público coreara “Sister” en el del viernes; no faltaron en ambas sesiones, la preciosa “Vesuvius” y la calma que precedió a la tempestad: “Futile devices” -culminada por el peculiar Zardoc con una melodía en un Casio SK1- fue el momento para tomar un respiro antes del explosivo final con “Impossible soul”. Toda la emoción acumulada reventó transformándose en una fiesta -también de disfraces...- con un alud de público hacia las primeras filas para bailar y corear el “Boy, we can do much more together / It's not so impossible”. El cierre en el bis, como no podía ser de otra manera, se lo llevó la popular “Chicago” -con sombrero de cowboy en la cabeza incluido-, un celebradísimo fin de fiesta para cerrar si no la actuación estrella del Primavera Sound 2011 -que me perdonen los fans de Pulp-, al menos sí la joya más valiosa del festival.

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