Título original: L'enfant d'en haut
Año: 2012
Duración: 97 min.
País: Suiza
Director: Ursula Meier
Guión: Ursula Meier
Música: John Parish
Fotografía: Agnès Godard
Reparto: Kacey Mottet Klein, Léa Seydoux, Martin Compston, Gillian Anderson, Jean-François Stévenin
Productora: Coproducción Suiza-Francia; Archipel 35 / Véga Films
Nota: 8
Si hay un tema recurrente en el cine europeo de autor contemporáneo, ése es sin duda el retrato de las familias disfuncionales, esto es, el acercamiento al núcleo familiar cuando éste no casa, por diversas causas, con el canon establecido y queda convertido en terreno abonado para la ignominia y la inadaptación sociales. El film suizo SISTER nos propone uno de éstos convulsos territorios dramáticos.
Dirigido por la francesa Ursula Meier, el film se hace fuerte en torno al seguimiento de un chaval de unos doce años de edad. Se llama Simon. Simon vive en un pueblo enclavado en la base de una de las estaciones de esquí más lujosas de todos los Alpes. La supervivencia del chaval se basa precisamente en la proximidad de ese núcleo habitado por personas de clase muy alta.
Simon es un ladronzuelo de enseres, artefactos, complementos de vestuario e instrumentos deportivos, propios del masificado deporte invernal. Mochilas, tablas de esquí, anoraks, guantes, gafas de sol... cualquier cosa que luego puede revender para sacarse un dinero. Simon vive en un modesto piso, que comparte con su hermana mayor. Ésta no parece prestarle mucha atención, ni tampoco hace mucho esfuerzo por aportar trabajo y dinero con el que mantenerse ambos.
Lo notable de la película suiza es la sensibilidad con la que está encuadrado el personaje central. Sensibilidad y hondura sin que asome jamás al más mínimo atisbo de piedad contemplativa. La cámara de la realizadora se aplica a ese mandato con una extremada coherencia, posicionándose mediante un punto de vista muy neutro, que no enjuicia, sino expone, pero que, poco a poco, dada la nitidez con la que es encuadrado el peregrinaje de artimañas y recelos transitado por el protagonista, va a ir obligando al espectador a que tome partido a favor de Simon.
El film, por lo tanto, supura un palpable realismo, pues el mínimo desarrollo argumental va a ir deparando dificultades al joven pícaro. Simón se verá obligado a desvelar un brutal secreto entre hermanos. La convivencia con la hermana generará las púas emocionales más duras del film. El tacto con el que es tratado el personaje femenino es exquisito. Su desapego, su escasa implicación, su descontrol personal, su irresponsabilidad continuada no están expuestos en calidad de munición sancionativa de carácter flagrantemente negativo, sino que abundan mucho más en la definición de la conducta solitaria, superviviente, astuta y desarraigada de su hermano.
A partir de la confesión del chaval, la película asume una serenidad dramática que no abandona jamás. Ursulla Meier aprieta las tuercas a ese conflicto, pero tiene la destacable prudencia de huir del más que previsible abismo tortuoso, en el que suelen incidir este tipo de radiografías familiares fracturadas. Escenas como la que se desarrolla en el dormitorio de Loise, la hermana, cuando Simón le reclama un gesto de cariño avalan la tensa cautela significativa, mediante la que la gala acorrala a sus protagonistas.
El prodigio de cercanía vivible que logra Meier tiene un aliado superlativo en el magistral talento interpretativo con el que defiende su descaro, su desarraigo, su mentira y su necesitada afectividad el joven Kacey Mottet Klein: el trabajo del actor es estremecedor. Su rostro, sin duda, evoca noblemente la implacable sinceridad dramática que exponían los intérpretes de las obras claves del neorrealismo italiano. Mottet Klein brinda un trabajo extenuante, gracias al cual la rebelde fragilidad con causa que caracteriza a su personaje queda resuelta en pantalla de forma rotunda, visceral y decisiva.
SISTER, en definitiva, se revela como un modesto trabajo cinematográfico al que la sencillez de sus parámetros estructurativos no le mengua un ápice la complejidad, la hondura y la franqueza de su firme transparencia observadora. Ursula Meier se convierte, sin duda alguna, en un nombre a tener en cuenta dentro del panorama del cine europeo contemporáneo.