Léa Seydoux brilla en un DIARIO DE UNA CAMARERA de Jaquot que palidece a la sombra de Renoir y Buñuel
IXCANUL, de Jayro Bustamante
Nota: 8.5
Magnífica IXCAMUL, sin duda alguna. Admirable el trabajo de Jayro Bustamante al frente de esta modesta e interesantísima producción guatemalteca, que tiene el honor de ser la primera producción de este país hispanoamericano en participar en la Sección Oficial de un gran certamen cinematográfico. Y decimos admirable no sólo por los esfuerzos que se le suponen a un ejercicio gestado en un confín de tan exigua industria dedicada a este sector, sino por la inteligencia demostrada en sortear todos y cada una de las ingenuas y predecibles en las que suelen caer este tipo de producciones.
La película nos traslada hasta las tierras altas del oeste de Guatemala, concretamente hasta una zona de cultivo cafetero, situada a los pies de un gran volcán activo, en la que ejercen de asalariados un buen número de miembros de la etnia cachiquel. La escena de apertura nos presenta frontalmente a las dos protagonistas del film. Son María y su madre. Ésta le acicala el cabello con unos ornamentos florales, mientras ella mira a la cámara dentro de un primer plano muy cerrado, de interior, que nos apercibe del entorno de reminiscencias claramente indígenas –mayas- al que vamos a ser invitados a observar y, sobre todo,
El meollo narrativo del film dará comienzo cuando vayamos conociendo los planes que los padres de María tienen pensado para su porvenir. Tienen la intención de que ésta se case con el encargado de las tierras, un hombre con grandes posibilidades de darle una vida próspera allí. Sin embargo, María posee inquietudes bien distintas: tiene una irrefrenable curiosidad por saber de la vida allende esas tierras volcánicas. De ahí que sienta el deseo de acercarse hasta un joven que dice estar dispuesto a marcharse a los Estados Unidos. La joven planea seducirlo sin saber que esta decisión le va a acarrear inesperadas y muy dramáticas consecuencias. Para ella y para su familia.
Como ya ha quedado referido, lo más destacable de este sólido ejercicio cinematográfico es la seriedad, el riesgo y la sabiduría evidenciadas por su director para confeccionar un producto que esquiva con admirable firmeza el quedarse convertido en mera novedad etnográfica: la modestia, el exotismo, el trasfondo semidocumental no devienen en coartadas tras las cuales dirimir una simple operación observativa.
IXCANUL acomoda todo ello al servicio de una historia muy concreta, soportada por unos personajes perfectamente analizados, a los que se les va a someter a un buen número de imprevisiones, todas ellas capturadas por la cámara del director con la temperatura, la calidez y la intensidad necesarias para que la afección que implica el conocimiento de su mirada no mengüe la dureza ni la credibilidad de las consecuencias de las decisiones tomadas, ni la fiereza del adentramiento en aquel confín ignoto, humildísimo, anclado aún en ancestrales condicionamientos, atávicas creencias religiosas y primitivos comportamientos: el mundo contemporáneo más allá de donde impone su globalidad el mandato de las sociedades modernas.
Bustamante sabe disponerse de un guión muy hábil, que va a ir desarrollando una historia en la que, sorpresivamente, cobran mucha importancia bosquejos tan jugosos como el marcado interés por el deseo sexual (desde el apareamiento porcino del principio hasta la seducción de María hacia Pepe, pasando por la escena en la que la joven escucha los jadeos de sus padres, las bromas acerca de la hombría del capataz en la comida de la pedida de matrimonio o, como no, el desahogo de María sobre el tronco de un árbol), los apuntes nada complacientes, muy osados (su acercamiento a la taberna), con los que se pincela el carácter de la protagonista, la comprensiva reacción de la madre, o el hecho de que todos los personajes hablen sólo cachiquel y no castellano, a excepción del capataz.
El director, además, muy lúcida y pertinentemente, va a ir modificando poco a poco una puesta en escena que, en un primer momento, está resuelta fundamentalmente mediante intachables planos fijos, muy pendientes de las observaciones de María (magnífico movimiento que concluye en su rostro mientras se deja en off el apareamiento de los cerdos, las dos escenas en el cuarto de baño), para ir precisando de imperiosos movimientos de cámara en mano, cuando la acción atisbada reclame una premura y una urgencia de alto voltaje dramático (la llegada al hospital). En definitiva, un film valiente, muy meditado, aguerrido, bellísimo, crudo, noble, exigente al máximo consigo mismo, que concluye descerrajando un sincero alegato a favor de los desfavorecidos que áun utilizan sus huellas dactilares para firmar porque nunca en su vida han visto una hoja de papel.
JOURNAL D´UNE FEMME DE CHAMBRE, de Benoit Jaquot
Nota: 6.5
Tercera adaptación del clásico de Octave Mirbeau, el JOURNAL D´UNE FEMME DE CHAMBRE del siempre eficaz Benoit Jaquot (LES ADIEUX À LA REINE) tenía muy difícil la superación de dos referentes tan apasionantes y diametralmente opuestos entre sí como los brindados por esos dos genios absolutos del arte cinematográfico que son Jean Renoir y Luis Buñuel. Su aportación a este empeño en adaptar el magnífico original literario podemos concluir que no es en absoluto desdeñable, pero que, como era de esperar, no llega a la altura de tan eminentes interesados en ese texto.
De sobra conocido por todos, la acción del film se sitúa a principios de siglo y viene a narrar el cúmulo de experiencias de una joven sirvienta a la que le son requeridos sus servicios en un pequeño de provincias, bastante alejado del Paris en el que ha ejercido su labor la mayor parte de su vida. La historia se centrará tanto en el reflejo de esa estancia en una hacienda comandada por un matrimonio compuesto por una auténtica tacaña pueblerina y por un abusador de su estatus superior con las mujeres que componen el servicio, como en los recuerdos que van a ir asaltando a Célestine ejerciendo sus tareas en ese destino.
El principal problema de la propuesta de Jaquot es que, sabedor de que la comparación con Renoir y Buñuel iba a ser insalvable, su empeño principal es el de situar su particular interés tratando de situar su observación global en medio de ambos. Su JOURNAL D´UNE FEMME DE CHAMBRE trata de capturar la sensorialidad del primero sin dejar de que asome la socarronería burlesca del segundo. De resultas, su film peca en todo momento de un cierto acartonamiento, de un cierto complejo que le merma la definición en el logro de la tonalidad precisada. La película, por momentos, parece cuajar una personalidad que solo atisba a poseer.
Como no, la limpieza narrativa de la que siempre hace gala el francés hace que su ejercicio mantenga vivo no poco interés, que se siga saboreando la desacomplejada y sutil perversión irónica inherente en el texto, que se mantenga intacto el cúmulo de invectivas lanzada contra el paleto comportamiento burgués, y que funcione la utilización del firme comportamiento de la protagonista (impecable, perfecta Léa Seydoux: Célestine le va como anillo al dedo de su capacidad para la insinuación escondida y la turbiedad sospechada) como privilegiado instrumento avizor de la acumulación de hipocresías, humillaciones y servidumbres inmorales albergadas intramuros. Sin embargo, insistimos, se tiene siempre la sensación de que este JOURNAL D´UNE FEMME DE CHAMBRE se muestra algo reacio a que le hallemos un verdadero motivo de existencia, que no sea el del recital absoluto de su magnética intérprete principal. No es poco.