Adios A La Reina Cartel

Título Les adieux à la reine

Año 2012

Duración 100 min.

País Francia

Director Benoît Jacquot

Guión Benoît Jacquot, Gilles Taurand

Música Bruno Coulais

Fotografía Romain Winding

Reparto  Diane Kruger, Léa Seydoux, Virginie Ledoyen, Xavier Beauvois, Noémie Lvovsky, Vladimir Consigny, Julie-Marie Parmentier, Michel Robin, Grégory Gadebois, Lolita Chammah, Francis Leplay, Luc Palun

Productora Coproducción Francia-España

Valoración 7

La apertura de la Berlinale 2012 fue responsabilidad de este  interesante film histórico francés. El siempre exigente cineasta galo BenoîtJacquot presentó ADIÓS A LA REINA, una atractiva y original aproximación a un hecho del que el cine ha dado muchísima cuenta: la conocida suerte final de la reina María Antonieta, ese crucial momento de la historia moderna en el que las clases privilegiadas y el despótico poder establecido notaron en su cuello que los tiempos caminaban hacia una nueva legalidad.

Sin embargo, Jacquot decide volver a sacar a la luz los celebérrimos hechos para exponerlos desde su muy particular exigencia creativa. Evidentemente, muy inútil hubiera resultado un repaso académico, netamente historicista de una efeméride tan revisitada. El destino en la guillotina de la monarca es un hito sobre el que historiadores, literatos y cineastas ya han establecido sus conclusiones.

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 Lo original de ADIÓS A LA REINAes el punto de vista elegido para narrar esos hechos petéritos sobre los que hay vertidas tantísimas aproximaciones. El film, como prisma mediante el que acercar al espectador hasta la tragedia de la joven majestad, impone un interesante elemento introductor de la historia: la presencia de la joven Sidonie, la lectora privada de la reina.

Sidonie es la auténtica protagonista del relato. Jacquot se adhiere al itinerario privilegiado de este personaje dentro de las estancias palaciegas. La joven depara un jugoso emplazamiento pues, por un lado, sirve para que la cámara recorra los interiores menos suntuosos de Versalles y, por otro, permite vislumbrar el aislamiento personal en el que transcurría la existencia de la esposa de Luis XVI.

La joven se confirma como un elemento de transición, como un vaso intercomunicante entre esa alta aristocracia despreciadora de las demandas sociales de un pueblo que decidió levantarse para ajusticiarlos y entre este mismo populacho revolucionario: Sidonie sí da muestras de enterarse de los riesgos inminentes de una masa enfervorecida en contra de su venerada alteza.

ADIOS A LA REINA es mucho más una historia de estrategias personales que un film historicista al uso. Maria Antonieta cede su protagonismo a la capacidad de observación y análisis de un personaje que sabe ir adaptándose a la súbita irrupción de unos acontecimientos tan devastadores como imprevistos.

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Jacquot  escenifica esa doble ubicuidad con un inspirado aplomo: son muy interesantes, por ejemplo, todas las escenas que refieren el pánico,  la inseguridad,  los temores que los habitantes de palacio presienten al llegar las primeras noticias de los levantamientos en Paris. La figura de la criada permite que la cámara se entrometa en los pasillos secretos, en las estancias más alejadas de la pompa y la suntuosidad versallescas.

El realizador aprovecha al máximo el escenario que le proporciona el palacio. El film no se mueve de él, lo radiografía, lo disecciona, se inmiscuye hasta en sus más secretas localizaciones. Esta decisión de no sacar la cámara de allí da idea de la cerrazón y el aislamiento en el que vivían reina y cortesanos.

El elemento más arriesgado de la función lo componen los apuntes amorosos que va desvelando la historia. El hecho de que Sidonie (perfecta Lea Seydoux) tenga acceso a las habitaciones privadas de la reina le permite a Jacquot un jugosísimo apunte: la relación amorosa de la reina con una de sus protegidas de la corte.

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De esta forma, ADIÓS A LA REINA va dirimiendo un efectivo magma de intereses históricos y personales en el que la intrahistoria palaciega acaba revelando un verdadero conflicto pasional  estimulante e inadvertido. La película histórica deja paso a un efectivo drama romántico, dentro del que Sidonie se irá revelando como una astuta privilegiada.

 El film revela un sinuoso juego de deseos, recelos, ocultaciones y desesperos que corren a la par de los hechos que amenazan palacio, pero que acabarán convirtiéndose en la preocupación mas importante de los personajes principales.

El realizador aprovecha el mencionado  descubrimiento afectivo, pero no lo hace jamás en calidad de elemento morboso forzado, gratuito o estrambótico: queda emplazado en forma de hallazgo sorpresivo que Sidonie utilizará como baza, gracias a la cual se jugara una inesperada resolución.

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