Título original: La ignorancia de la sangre
Año: 2014
Duración: 109 min.
País: España
Director: Manuel Gómez Pereira
Guión: Nicolás Saad (Novela: Robert Wilson)
Música: Federico Jusid
Fotografía: Aitor Mantxola
Reparto: Juan Diego Botto, Paz Vega, Alberto San Juan, Cuca Escribano, Francesc Garrido, Pilar Mayo, Khaled Kouka, Ken Appledorn
Productora: Tornasol Films / Maestranza Films
Nota: 0
Catapultado en los noventa al panorama cinematográfico español de la mano de una, en su momento, intentona de puesta al día de la comedia española, mediante títulos como SALSA ROSA o TODOS LOS HOMBRES SOIS IGUALES, Manuel Gómez Pereira, sin embargo ha intentado varias veces flirtear con el thriller policiaco. Concretamente en dos: una, con la decepcionante ENTRE LAS PIERNAS, y, otra, con la algo más lograda EL JUEGO DEL AHORCADO*. Con todo, el balance global de este desmarque genérico no ha sido en modo alguno digno de entusiasmo; más bien, debiere haberle hecho tomar conciencia de que el thriller no era terreno cinematográfico apropiado para sus maneras. Por desgracia, esto no ha ocurrido.
LA IGNORANCIA DE LA SANGRE es una calamidad impropia de un equipo artístico en el que se encuentran, además de él, una productora como Maestranza films (EL NIÑO, A PUERTA FRÍA, SOLAS), otra como Tornasol Films, con Gerardo Herrero a su frente y un equipo actoral en el que, además de las discutibles estrellas de turno (Juan Diego Botto y Paz Vega), nos encontramos a valores tan fiables y seguros como Alberto San Juan, Cuca Escribano o Francesc Garrido. Resulta imposible de creer que nadie de todos ellos ha reparado en la absoluta tomadura de pelo que supone el guión dispuesto para montar el tinglado. Es una lástima que, tras encadenar, films como EL NIÑO, LA ISLA MÍNIMA y MAGICAL GIRL, el cine español brinde este auténtico bochorno en el que se acumulan onerosos defectos emulativos, que uno creía ya pasados.
La película arranca con la muerte en el extrarradio de Sevilla de un esbirro de un importante grupo mafioso ruso tras sufrir un accidente de tráfico. El hallazgo de una importante cantidad de dinero en el maletero hace que el suceso caiga en manos de Javier Falcón, Jefe del Grupo de Homicidios de la capital hispalense. La investigación del caso se complicará al ser secuestrado el hijo de empresaria hostelera con la que Falcón mantiene una relación amorosa. Al mismo tiempo, éste deberá acudir a la cita con un amigo suyo, infiltrado en una familia marroquí, de la cual se teme que está intentando alentar un grupo terrorista islámico. El meollo narrativo del film girará en torno al seguimiento de esta acumulación de imperiosos acontecimientos.
Sólo la lectura del entramado argumental sobre el que Gómez Pereira intenta imponer, sin lograrlo nada más que en el primer cuarto del film, un mínimo de cordura, ya hace prever que el exceso de hilos narrativos bastante dispares entre sí va a pasar la temible factura de la dispersión, de la bifurcación de imposible atadura: mafia rusa, secuestro, terrorismo islámico y, además, matraca amorosa devienen con patética celeridad ingredientes de gran enjundia con mixtura chirriosa, problemática e imposible. LA IGNORANCIA DE LA SANGRE comete la tropelía de estar a la precisa altura del batacazo previsible.
Esa demasía de intenciones relatoras, sacude primero a la caracterización de los personajes: no existen más allá del pasmoso tópico que representan. Atender a tanto fleco, acartona el perfil de cada uno de ellos, porque no se tiene tiempo para detenerse en el más mínimo ahondamiento que los signifique con complejidad. Aquí no hay ni complejidad de cartón piedra. Las criaturas convocadas no exceden jamás su condición de peleles sin rumbo y fondo, al servicio de una parafernalia que no disimula jamás que trata ridícula, impotentemente de ser una especie de apropación sevillita del modelo del thriller norteamericano más asimilable y trillado. De todas formas, difícil tarea deviene exigir más a unos personajes a los que, sin desmayo, se bombardea con una urdimbre de peripecias que, conforme avanza la historia, van derrapando por el terreno de la barbarie grotesca, risible e insultable.
Para colmo de males, Gómez Pereira parece que ha aprendido a rodar secuencias de acción o viendo secuencias de EL EQUIPO A, o repasando las aventuras de Los Payasos de la Tele con Gaby, Fofó y Miliki, o en la academia de saltos al agua con flotador patito en la que Falete se apuntó para aprender a taparse la nariz. De dantesca cabe calificar la aglomeración de baraterío, desgana y chusquedad escenificada en secuencias como la que tiene lugar en la cementera o como la que visualiza el desenlace del conflicto principal en un palacete de Fez. Juan Diego Botto interpreta al poli de la misma forma que podría estar incorporando a un representante de productos de conserva o a una farola meada por un perro. Paz Vega le llora lo que puede a la micción general. El resultado en su globalidad es para lo opuesto orgánicamente a las aguas menores.
*corregimos, anteriormente habíamos puesto "El Árbol del Ahorcado"