Título Original: El cuarto pasajero
Dirección: Álex de la Iglesia
Guion: Jorge Guerricaechevarría, Álex de la Iglesia
Reparto: Alberto San Juan, Blanca Suárez, Ernesto Alterio, Rubén Cortada, Carlos Areces, Enrique Villén, Jaime Ordóñez, Gorka Aguinagalde, Carolo Ruiz, María Jesús Hoyos, Josep Maria Riera
Sinopsis: Julián está divorciado, tiene 50 años y se encuentra en el peor momento económico de su vida. Para paliar esta situación decide recurrir a una aplicación para compartir su coche con todo aquel que necesite viajar a Madrid. Una de esas personas es Lorena, una joven que se ha vuelto muy asidua en el coche de Julián ya que viaja a menudo a la capital.
Pasados unos meses, Julián se enamora de Lorena y está dispuesto a compartir sus sentimientos con ella, aprovechando uno de los comunes viajes que comparten. Sin embargo, tras cometer un error a la hora de escoger el resto de los ocupantes del coche, uno de los pasajeros hará que los planes de Julián cambien por completo.
Nota: 4.5
Comentario crítico:
Que no debiere costar admitir que EL CUARTO PASAJERO supone una urgente, exigible y pronta intentona de superación del batacazo creativo que supuso la infame VENECIAFRENIA, sin duda el peor producto jamás firmado por Álex de la Iglesia, tampoco debiere servir de pretexto ilusionador. Desgraciadamente hace ya mucho tiempo que el bilbaíno permanece estancado en un atolladero de ensimismadas gratuidades despachadas a base de alharaca, desmesura y una nociva confusión entre espectáculo y cataclismo. Quedan, por desgracia, muy lejanos los tiempos de LA COMUNIDAD. La esperanza en la consolidación de un contemporáneo recuperador del añorado fulgor de la mejor comedia hispana de los años cincuenta y sesenta ha quedado reducido a caldo de borrajas socarrado.
Tras más de una década de vertiginosas decepciones, el arranque de EL CUARTO PASAJERO parece preconizar un cierto ajuste de cuentas consigo mismo. Tras la desafortunadísima peripecia de banales terrores pijos descerrajada en la ciudad de los canales, De la Iglesia, situándose en las antípodas de su dislate precedente, sabedor de que domina mejor las estancias bien delimitadas que los espacios abiertos sin posibilidad de claustrofobia, apuesta por circunscribir el marco espacio temporal de su nuevo estreno a un enclave que condiciona muy férreamente, en principio, su trabajo escenográfico, haciendo que este se concentre en el aprovechamiento máximo de la cerrazón por aquel procurada. La peripecia argumental del film se desarrolla casi por entero dentro de un automóvil. EL CUARTO PASAJERO narra las peripecias de un viaje por carretera de un automóvil que debe recorrer la distancia habida entre Bilbao y Madrid.
Asalta el con rapidez el recuerdo de la estupenda primera hora de la finalmente tirada por la borda LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI, pero lo que en esta era una tentativa de comedia de acción escorada hacia el terreno del cine de terror, ahora vira hacia los protocolos de la comedia romántica. El conflicto central del film es de típica disyuntiva sentimental en ciernes. El conductor del coche está enamorado de una de las pasajeras que ha de recoger, pero tiene dificultades para expresárselo. Tiene la intención de declararle su amor durante el trayecto. La deriva argumental quedará constituida por las dificultades que las características de los otros dos pasajeros acordados por la aplicación encargada de la cita van a interponer en la consecución de ese empeño.
En el apartado de los logros de la presente función, sí, hemos de reconocer que EL CUARTO PASAJERO rezuma una modestia que parecía despreciada en VENECIAFRENIA. La dieta de antigrandelocuencia que presta el ya citado hecho de la cerrazón convivencial a la que es obligada la relación de los cuatro personajes principales procura un trabajo con la cámara mucho más atento a la reacción gestual de los actores que a la exhibición de despiporres desmadrativos tan tolerados por la molesta terquedad del realizador en concluir terremotescamente sin causa las peripecias relatadas.
Justo en ese repaso de aciertos, cabría destacar que en esta ocasión la escena final no sucumbe a esa maldición. De la Iglesia propone una surrealista revisión del famoso arranque de LA, LA, LAND, en el que la cola de coches obligados a la parálisis de un monumental atasco sirve de escenario para una resolución del film que, aún pecando como siempre de una excesiva duración, resulta mucho menos accidentada que en astracanadas como las padecidas en EL BAR, LA CHISPA DE LA VIDA, BALADA TRISTE DE TROMPETA o MI GRAN NOCHE.
Sin embargo, el film, pese a esa ostensible suma de prevenciones, dista mucho de la borde solvencia, de la intrepidez extenuada, de la capacidad para flirtear con tino en el humor negro de la siempre añorada MUERTOS DE RISA. EL CUARTO PASAJERO aún demuestra que De la Iglesia ha perdido el tiento desprejuiciado que poseía para la armonización de texturas, para el encaje de piezas venidas desde posicionamientos genéricos distintos. Acción, romanticismo, thriller, humor, costumbrismo, deriva surreal, conflicto policial, aliento celtibérico y coqueteo con el absurdo. La suma de tanto ingrediente no deviene en fluidez, en conciliación, en viveza.
Esto es así, fundamentalmente, por dos garrafales defectos de un guión que, empeñado en solventar los riesgos de un entramado argumental supeditado a prácticamente un único (y cohibidor) espacio (el interior del coche), no toma las mismas cautelas, este es el primer fiasco, para los momentos en los que la peripecia abandona la ruta, tal y como ocurre en la muy prescindible escena del hotel.
El segundo, y quizás más grave, es la imperdonable indulgencia con la que está permitida la cojera de una de las cuatro patas que sostienen el tablero de personalidades sobre el que se sustenta el combate medular del film. El personaje del guaperas desaliñado que no sabe defender en ningún momento un nulo Rubén Cortada deshilacha la tensa madeja de duelos personales y de misterios yacidos en equipaje con la que se trata de aquilatar la estabilidad de un recorrido que debiere ser decidido, firme y sostenido. Cada vez que este habla, ocupa plano o aparece al fondo, la peli se pone el freno de mano yendo en sexta. Tanto actor como personaje tienen hechura de multa. De ahí que el film pierda norte, puntos y carnet de conducir.