Spider Man No Way Home 1

Título original: Spider-Man: No Way Home

Dirección: Jon Watts

Guion: Chris McKenna, Erik Sommers. Cómic: Steve Ditko, Stan Lee

Música: Michael Giacchino

Fotografía: Mauro Fiore

Reparto: Tom Holland, Zendaya, Benedict Cumberbatch, Marisa Tomei, Jacob Batalon, Jon Favreau, Angourie Rice, Alfred Molina, Jamie Foxx, J.K. Simmons, Thomas Haden Church, Rhys Ifans, Harry Holland.

Nota: 7

Comentario Crítico:

Cuesta bien poco convenir que, de entre todas los miembros tutelados por la todopoderosa factoría Marvel, el que ha visto reconducido su designio de modo más fértil e impensable, dada la precariedad contra la que parecía estrellado hasta hace dos entregas, es, sin duda, el Hombre Araña. Desde que fue decidido que el actor Tom Holland lo incorporara, el equipo creativo de la megaproductora aprovechó la aparición de ese nuevo rostro como  oportunidad para redefinir la personalidad cinematográfica de este hito del cómic universal. Se era consciente de que el Spider-man convertido en criatura de pantalla grande ni hacía justicia a su origen gráfico, ni estaba a la altura de la conversión fílmica de, por ejemplo, Iron Man o, sobre todo, Capitán América.Spider Man No Way Home 5

Desde luego, la operación ha conseguido su objetivo. El personaje ha mutado positivamente con esta redefinición del perfil desde el que ha sido obligado a buscar su singularidad, su distinción, su propio espacio intransferible. El hecho de ahondar en la bisoñez del héroe, el de rejuvenecerlo, el de retrotraerlo hasta una neoadolescencia para ensañarse fertilísimamente con la idea de aprendizaje, de inconsciencia, de nula veteranía y de irresponsabilidad en tanto que falta de experiencia dentro de su naturaleza (y oficio) de superhéroe, ha contribuido a particularizarlo con gracejo y efervescente personalidad.

Spiderman ha encontrado la horma de su especificidad. Su condición de párvulo pertinaz y de principiante arrojado, mediante la que logró hacerse un hueco más que meritorio, muy divertido, dentro de la trilogía de LOS VENGADORES (su desaparición en la entrega final es uno de los momentos más inolvidables de toda la saga) ha sabido ser desarrollada con desenvuelta habilidad en los episodios que han sido facturados a su figura individualmente. SPIDER-MAN: HOMECOMING (2017) primero y SPIDER-MAN: LEJOS DE CASA (2019) después supieron rescatar al personaje de su irresoluble indefinición, dotándolo, insistimos, de un cúmulo de no pocos atractivos, todos ellos encaminados a apuntalar su renovada idiosincrasia de superhéroe imberbe completamente sobrepasado por una lógica ausencia de madurez.

Acaso uno de los puntos más interesantes sobre los que bascula SPIDERMAN: NO WAY HOME sea el de afrontar, por la obvia causa del crecimiento del personaje, la inminencia de Peter Parker a esa etapa de la existencia humana. El chaval impulsivo está convirtiéndose en un joven que ha de despedirse de su pubertad; el alumno de instituto debe ya buscarse hueco en la universidad; el adiós a la candidez supondrá una bienvenida a la existencia en toda su inesperada magnitud de imprevistos dolorosos; el primero de ellos afrontar el conflicto que quedaba prefigurado en el cierre de SPIDER-MAN: LEJOS DE CASA: el fin de su anonimato. Todo el mundo conoce quién se esconde bajo la máscara de ese hombre araña justiciero. La verdad ha quedado convertida en luz del día. La ocultación ya no presta cobijo.Spider Man No Way Home 4

El primer tercio del film se centra en este aspecto: ahondar en lo que supone la revelación del disfraz. Peter se siente abrumado por el asalto a su cotidianeidad fuera de su dedicación al superhéroe. La máscara lo da de bruces contra una nueva responsabilidad, la de obligar a Spider-man a enfrentarse con un espejo que no le devuelve un rostro oculto. El secreto ha dejado de ser amparo.

La película traza un jugoso paralelismo entre este dilema y la toma de conciencia del personaje de que está adentrándose en una nueva etapa vital. El hombre araña, recobrando el que siempre ha poseído, ha perdido su rostro y por tanto su poder; Peter Parker, asumiendo las inquietudes nuevas inherentes a la superación de la adolescencia, habrá de afrontar la conflictiva fragilidad que supone exponerse a una vida que ha abandonado el caparazón proteccionista de la edad en la que todo está por venir.

El germen del conflicto central que va a acelerar todo el meollo argumental del film lo supone la forma en la que Peter cree que solucionará esa encrucijada: convocando los servicios del Dr. Strange para que vuelva a poner las cosas en su sitio. Mediante un hechizo este tratará de borrar el pasado reciente. El anonimato del Hombre Araña volvería de esta forma a quedar restablecido. Lógicamente, el plan no saldrá como ambos quisieren. Las consecuencias del error alcanzarán de pleno a la integridad del joven. De modo tan grave como puede consentir este tipo de calibradísima superproducción, SPIDER-MAN: NO WAY HOME puede ser advertida como una sofisticada reflexión sobre la vulnerabilidad.Spider Man No Way Home 6

Es en este punto en donde los creadores del film echan mano de recurso argumental que ya fue utilizado en la magistral película de animación SPIDER-MAN: UN NUEVO UNIVERSO, de Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman: la aparición del multiverso, esto es, de los mundos paralelos, de los universos en los que las coordenadas espaciotemporales corren autónomamente y ajenas a la que se adscribe la realidad del protagonista. El hechizo del Dr. Strange provocará una irrupción de varios de ellos en la vicisitud que pretende solucionar Peter Parker.

Pese a que pudiera tildarse la elección como una vindicación acaso un poco descarada de la película de animación citada, SPIDER-MAN: NO WAY HOME sabe desvincularla del mero calco. Un ardid asaz original permite que esto no ocurra. Esta apertura argumental a las posibilidades narrativas abiertas con la mediación del multiverso es hecha incidir de modo absolutamente fecundo en la propia existencia cinematográfica del protagonista. Solo en ella.

Este Spider-Man que de súbito ha perdido su enigma, el aprecio de las masas ciudadanas por causa de la presión mediática y la prudencia para acatar los preceptos de Dr. Strange precipita una batalla contra su propio pasado fílmico, provocando un magnífico juego dramático ocasionado por la aparición en pantalla de dos bandos familiarmente antitéticos. El film vira hacia una efectiva y sorpresiva contienda memoriosa. Aliados y villanos serán rostros emplazados en conflictos anteriores ahora resucitados.Spider Man No Way Home 3

El festín referencial, por fortuna, dista mucho de desbarrar por el terreno del cameo o de la aparición puntual en aras de que el fuego de artificio sea más rutilante. El encuentro del protagonista con estas partes del espejo roto que lo han constituido pretéritamente propone pasajes reflexivos sobre la dureza emocional al que condena la condición de superhéroe no siempre infalible.

Entre el festival retrospectivo ideado a mayor gozo de los fanáticos de la serie y la evidente voluntad reformuladora acometida con una hondura auténticamente impensada, SPIDER-MAN: NO WAY HOME define una autenticidad honesta, desinhibida, amarga, en modo alguno complaciente a cualquier precio, apuntalada por pasajes de una lúcida sensibilidad dramática, que, sin embargo, acaba evidenciando una áspera contradicción interna imposible de ser solucionada.

El concienzudo mimo puesto por todo el equipo artístico comandado por Jon Watts para tratar de que esta nuevo encuentro con el personaje no suponga un desgaste, para dotarlo de los suficientes puntos de interés y convertirlo así en una cita justificada choca contra los imperativos impuestos por esta misma. Pertenecer a la factoría Marvel tiene un precio. Un precio llamado espectacularidad sí o sí. Esa tasa no se negocia.

Y la sorpresa de hallarnos frente a un Spider-Man arrollado por un atractivo reencuentro con los vestigios activos de su biografía multiversal casa mal con unas escenas de acción, sí, cómo no, impecables, pero que ya no sorprenden al espectador, que saben a peaje indiscutible, y que, en aras del sempiterno cuanto más mejor, del mastodóntico exhibicionismo de tecnología escenográfica,  acaba evidenciando las costuras de un producto que no reclamaba por ejemplo presencias aquí tan prescindibles como el Hombre Arena y Lagarto. Con Marvel, el mastodonte siempre está ahí.

 

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