As Bestas 1

Título original: As bestas

Dirección: Rodrigo Sorogoyen

Guion: Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen

Música: Olivier Arson

Fotografía: Álex de Pablo

Reparto: Marina Foïs, Denis Ménochet, Luis Zahera, Diego Anido, Marie Colomb, Luisa Merelas

Sinopsis: Antoine y Olga son una pareja francesa que se instaló hace tiempo en una aldea del interior de Galicia. Allí llevan una vida tranquila, aunque su convivencia con los lugareños no es tan idílica como desearían. Un conflicto con sus vecinos, los hermanos Anta, hará que la tensión crezca en la aldea hasta alcanzar un punto de no retorno.

Nota: 8

Comentario Crítico:

Sin duda alguna, una de las cumbres del ruralismo cinematográfico español la acumuló, entera, altiva, todopoderosa, la inclemencia de un rostro enlutado que envenenaba de maldad contrariada y materno-amante el destino de todos los personajes que moraban esa gran obra maestra del año 1975 llamada FURTIVOS. Jose Luis Borau dio con el único rostro posible, con el único semblante capaz de hacer crecer en su mirada las hojas, las ramas, las raíces, las sombras y los nudos en el tronco de una mujer-árbol cuyo único designio era el de vigilar el sometimiento de su vástago.

Lola Gaos fue esa Martina madre, esa Martina sierva, esa Martina odio. El sarmiento justiciero de su menuda figura escarpada, la cueva seca y torva de su voz, el instinto alimaña de su ajada omnipresencia, el sigilo reptil de su silencio ardido en la fiebre de un reconcomio mandamás fueron las escarpias expresivas que la actriz supo remachar al poderío ancestral de un personaje que simbolizaba los siglos y siglos de represión, animalidad y acatamiento recóndito de la endrina España alejada de la urbe. 40 años después Rodrigo Sorogoyen se ha atrevido a procurarle descendencia a esa Martina enterrada e inmortal. A los hermanos Anta de su AS BESTAS les hierve la sangre con la misma saña roedora de esa consumida mataperros a la que la Gaos vistió de recelo y estertor.

Tal y como ya hiciera el autor de LA SABINA en aquella insondable crónica de negruras y aspavientos morales, Sorogoyen acata con rigor fiero y mordedor el imperativo de convertir a su cámara en rudo notario de una realidad ignota, frondosa, resquebrajada y rabiosa de olvido. El creador de EL REINO, dando un inesperado giro a una trayectoria frenéticamente humana, se adentra en el ámbito de la Galicia rural para brindarnos un relato definido por lo desalmado del posicionamiento desde el que exclama su adhesión al terreno mostrado. Un punto de vista inicuo, casi bárbaro, que tratará desde el inicio de escarbar en la complejidad nunca amable de ese veneno ambiental dentro del que se hace convivir a los personajes y se violentarán las relaciones entre ellos.

El resultado de esta encarnizada averiguación será un film rencoroso, desconfiado, sañudamente retorcido, que no escatima inhospitalidad y, al mismo tiempo, he ahí uno de sus grandes aciertos, se preocupa por detallarla. As Bestas 4En AS BESTAS esa irrespirable inhospitabilidad cavernosa que la templa no es sino el ring dentro del cual se dirime la pugna entre los dos bandos cuya porfía se convierte en el elemento dinamizador de la rivalizada narración.

Por un lado, Antoine y Olga, dos ciudadanos franceses que han hecho de su modo de vida agrícola y restaurador en una pequeña aldea del interior de Galicia el lugar en el que asentar las raíces de un mundo hallado de súbito. Por otro, los hermanos Anta, junto con su madre y algunos otros más, unos de los escasos vecinos aún sitos en el prácticamente despoblado lugar. Todos ellos están ansiosos porque el matrimonio galo acepte la oferta económica de un empresa de energía eólica que les permitiría cumplir el sueño de abandonar un enclave sin futuro, al que parecen estar condenados de por vida y en el que viven prácticamente en calidad de coléricas alimañas.

La terca aproximación que emplaza Sorogoyen para definir con rapidez el conflicto, caracterizar a sus personajes, acorralar sus respectivas intransigencias y, sobre todo, mantenerse firme en el empeño de blandir una violencia caldeada a conciencia, mucho más implícita que desatada, abundando en una idea de déspota fisicidad ambiental, sórdida y progresiva, en modo alguno sanguinolenta, le facilita al espectador la espinosa tarea de asimilar los razonamientos de los dos vértices de la irreconciliable disyuntiva central. As Bestas 5Pese a que el desequilibrio de sinrazones procurado por la grosera sinrazón de los hermanos pudiera preconizar la posibilidad de un maniqueísmo empobrecedor, esta no emerge jamás.

La antológica escena en la taberna, resuelta mediante un largo plano fijo que convoca en el encuadre a los dos protagonistas cara a cara, permite que el personaje interpretado por un descomunal Luis Zahera exprese el hartazgo que corroe a un ser hastiado de saberse poco más que una res humana cabizbaja, perpetua, sin futuro.  Xan ya no puede con el lodo que lleva chafando desde que nació. Quiere sacarse de una vez por todas del tuétano el sempiterno olor a mierda de vaca que lleva mascando con vacuna resignación de espera en el matadero. AS BESTAS reflexiona a modo de western agrario sobre los estertores de un modo de vida secular al que la modernidad solo anhela certificar su defunción.

A la dificultad, tal y como ya ha quedado referido, de inmiscuirse en un proyecto tan alejado de sus ejercicios anteriores, Sorogoyen añade otra de índole estructural. De modo suicida el guión del film propone un cambio de punto de vista prácticamente en su último tercio, justo después de que sea exhibida una magistral escena bregativa que, además de sacudiente, resignificadora, tajante y ferocísima, podría postularse como cierre perfecto a la contienda hostigada durante todo el metraje hasta ese momento. La película queda emplazada a una resurrección de sí misma tras lo que podría haber sido una clausura excepcional.

Sin embargo, AS BESTAS hace del lógico tambaleo climático, de esa abrupta desubicación, de esa calma añadida con riesgo de no saber ser encauzada, una coartada para reconducir dramáticamente un conflicto que se ve enriquecido por la incorporación de una voz nueva muy poderosa (la hija de Antoine y Olga) y, sobre todo, por la adusta impenetrabilidad con la que el personaje que se apropia de la devastación, la ausencia y la firmeza consecuentes a la barbarie asumida decide enrocar su condición de paciente con causa.

Con todo, los deshilachados narrativos propios de un principiante que siempre han malogrado la excelencia de sus films previos vuelven a aparecer. Sorogoyen y sus desaliños. Mas ni aún así la hipnótica inquina que escupe este caníbal cuento de indómitas ponzoñas telúricas ve menguada la díscola intensidad de tormentos bravíos, ajados y llovidos con la que está domeñado.

 

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