Una noche en la que el principal y absoluto protagonista de la noche era el sonido Cocoon en la Sala Arena, con Sven Vath y Ricardo Villalobos como actores principales.
Aunque deriamos de tener el permiso de Octave One (live junto con Anne Saunderson), Alexander Kowalski y Miki Craven en la Sala Satellite (por cierto, mi favorita).
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Debo confesar que lo ocurrido la noche del viernes me pilló bastante por sorpresa. Llegamos con el tiempo justo para ver un poco a Sven Vath y sobre todo a Alexander Kowalski, pero nada más entrar pudimos comprobar que el apacible ambiente y buen rollo que se respiraba la noche del jueves fue solo un espejismo. Lleno absoluto, descontrol total, una media de edad que no superaría los 20 años y masificaciones en escaleras, servicios y sobre todo en la sala principal, donde se hacía prácticamente imposible avanzar hasta las primeras filas. De Sven Vath, que celebraba su 30 aniversario detrás de una mezcla, poco (o mucho) se puede decir, una sesión típica, aburrida y para nada innovadora (solo apta para sus fieles devotos) y que además se pasó más tiempo brindando con Moet Chandon que pinchando. Muy dura la vida del Dj.
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Con el tiempo justo nos dirigimos a la Satellite con mejor sonido, mejor ambiente y menos abarrotado, donde acababa de empezar el live de Octave One junto Anna Saunderson (la mujer de Kevin Saunderson), una de las apuestas más atractivas de toda la noche. Esta sesión respiraba aires de Detroit por los cuatros costados, con la señora Saunderson y su poderosa voz acompañando a la perfección al techno alegre y sensual de los hermanos Burden. Una sesión realmente atractiva que hizo las delicias de los allí presentes y cuyo tema ‘Black Water’ fue uno de los momentos mágicos del festival.
Posteriormente volvimos a la sala principal para ver el cierre de Ricardo Villalobos, pero a la vista de lo que allí sonaba era otro tostón de dimensiones considerables y que las fuerzas empezaban a flaquear, decidimos retirarnos prudentemente a descansar para volver el sábado con energías renovadas.
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Sábado
Esta noche habíamos apuntado en rojo 3 objetivos claros. En primer lugar, la sesión de Modeselektor con Pfadfinderei en la Sala Arena, para a continuación sumergirnos de lleno en el Detroit Techno de Carl Craig y Derrick May. Desafortunadamente llegamos a la 1.30 am al recinto del Madrid arena, y nos fuimos directamente a la Satelite donde se celebraba el 20 aniversario del sello Planet E Communications (sello nacido en 1991 en Detroit, de la mano del propio Carl Craig), ya que no sabíamos que Modeselektor había retrasado su actuación por la caída a última hora de Eric Prydz. Aún así no estaba mal para nuestros propósitos, 2 de 3.
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Lo vivido las siguientes horas fueron para mí los mejores momentos del festival. Carl Craig, pese a pinchar casi exclusivamente con su portátil, cosa que me parece muy cutre para alguien con él, demostró el por qué es uno de los pesos pesados de la electrónica actual y un discípulo aventajado del “Belleville Three”. Con una Satelite inexplicablemente muy poco poblada comenzaba Carl Craig su actuación, un dj que sabe leer la pista como pocos. Con una selección musical realmente interesante, en la que combinó todo tipo de estilos y temas, tanto clásicos (que fueron los que hicieron enloquecer al público) como otros más actuales (que mantuvieron la tensión a lo largo de las casi 2 horas de sesión). Desde el clásico Detroit techno pasando por un house muy groovy entremezclados con melodías y toques puramente funk. Una auténtica fiesta que el propio Carl Craig se encargó de animar, saliendo a saludar continuamente con una actitud muy efusiva y cercana en todo momento y que acabó agradeciendo al público, que empezaba a llenar la sala, su total entrega.
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Acto seguido se puso Derrick May al mando, demostrándole a su compatriota quien llevaba los galones allí. Pinchar con vinilo siempre le da mucho rollo a la sesión, y desde el primer momento el bueno de “Mayday” supo ganarse a una sala que estaba enfervorecida entre tanto aluvión musical. Una sesión muy seria como el propio Derrick May y que, aunque lejos de la contundencia a la que nos tenía acostumbrado años atrás, fue más que interesante. Sintetizadores, tintes jazzísticos y sobre todo mucha percusión bañada en techno elegante, hicieron de esta sesión un cierre perfecto y en consecuencia para mí la mejor de la última edición del Klubbers, un festival que por otro lado ha caído muchos enteros y que debe ponerse las pilas en próximas ediciones si quiere seguir siendo uno de los más importantes en lo que a electrónica se refiere de nuestro país.
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