Oso Leone TeatroLara V2

La evolución musical de Oso Leone convence en Madrid.

Partamos de la base, Oso Leone es un grupo que nunca tendrán un hit, porque sus grandes virtudes se lo impiden: una voz profunda y con cuerpo pero siempre contenida. Y unos nervios de acero manejando los tempos de las canciones que permanecen en tensión constante sin estallar en ningún momento.

Dicho esto, el buen repertorio con el que ya cuenta el grupo después de la publicación de su segundo largo Mokragora (Foehn Records, 2013), es ya de sobra meritorio de giras y carteles de festivales en el territorio nacional. Con estas, se presentaba el quinteto Mallorquín de la mano de Son Estrella Galicia en el Teatro Lara de Madrid, un escenario ideal para su propuesta por lo intimista y por la posibilidad de apreciar cada detalle sonoro; al tratarse de un teatro el respetable se mete en el papel y no sólo calla sino que además manda callar. 

Pero volviendo al tema del repertorio, y aún entendiendo la prioridad del grupo de presentar el nuevo material, uno de los grandes "peros" fue la presencia sólo testimonial del gran primer disco homónimo lanzado en 2011.

Oso Leone demostraron sobre las tablas lo que son, un grupo con una personalidad bien diferenciada, con unos principios musicales que desde luego no han heredado de la tradición española y con la mira puesta en la exploración de nuevos paisajes. Desgranando el catálogo vegetal que han recogido fruto de esta última excursión se hicieron patentes los puntos clave de Mokragora: el folk precedente queda escondido tras la sutil guitarra eléctrica, las bases de teclados y la predominante percusión. El grupo demostró el buen uso de los recursos que tienen, destacando la grabación de loops de guitarras y el renombrado octopad, un sintetizador de percusión que desde luego parece más necesario e integrado en el estilo del grupo que la batería convencional, quizás ésta última con demasiado protagonismo en algunos pasajes. Bajo y teclados correctos, aportando solidez al mural de sonidos desplegado por la banda. 

Y es por esa voz contenida y el manejo de los tempos, que no es posible destacar en esta crónica ninguna de las composiciones que Oso Leone interpretó a la perfección: Alçaria, Cactus, Clivia, … En todas ellas la puesta en escena fue sobria e impecable. Nada falla en la imagen en directo y esto, unido a la clara vocación por la experimentación demostrada, vierte un punto preocupante que hace temer que el grupo se centre en la forma y pierda el fondo. Por el gran concierto que se pudo disfrutar en Malasaña y la correspondiente generosa respuesta del público, está claro que de momento no es así. Los directos de Oso Leone son un zarpazo suave y profundo de una especie poco habitual en nuestra fauna musical.

Oso Leone TeatroLara

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