Margin Call Portada

Título original Margin Call

Año 2011

Duración 109 min.

País USA

Director J.C. Chandor

Guión J.C. Chandor

Música Nathan Larson

Fotografía Frank G. DeMarco

Reparto Kevin Spacey, Paul Bettany, Jeremy Irons, Zachary Quinto, Penn Badgley, Simon Baker, Mary McDonnell, Demi Moore, Stanley Tucci

Productora Lionsgate Films / Myriad Pictures / Benaroya Pictures

Valoración 6.5

Se le podrá tildar de muchas cosas. Seguramente, la mayoría de ellas calificadas con razón. Pero ya me gustaría a mí que, por estos lares tan dados a la demagogia de manual, se diera, desde nuestra mansa cinematografía gallito de salón, respuesta tan urgente y certera a los problemas que acucian nuestra sociedad como lo hace la industria norteamericana. Lo vimos con asuntos tan abominables como la guerra de Irak (EN EL VALLE DE ELAH, REDACTED, EN TIERRA HOSTIL), y ahora está ocurriendo lo mismo con la crisis económica. Hace unos meses, comentábamos desde aquí la sinceridad dramática con la que estaba impelida THE COMPANY MEN, de John Wells. En ella, el debutante realizador nos emplazaba frente a un grupo de personajes, sobre los que se cernía el despiadado atolladero de la pérdida de un puesto de trabajo.

Otro joven primerizo, en esta ocasión, decide golpear elevando la mira algunos pisos más alto, poniendo el diente de su mordisco a los arquitectos urbanistas de ese callejón sin salida. J.C. Chador, para mostrar sus credenciales dentro del panorama actual del cine norteamericano, tiene a bien enlodazarse en aguas impoluta, selectamente turbias. MARGIN CALL es el título con el que ha bautizado esta crónica financiera de una catástrofe consentida y no anunciada, que nos ha sobrevenido como plaga bíblica sin profeta que la anunciara: la dura crisis económica mundial, que está sacudiendo los cimientos socio-estructurales del planeta.

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Para ello, el realizador asoma al espectador de tan candente función contemple al instante mismo del alumbramiento de la fiera, al momento germinal en el que se comenzaron a percibir las primeras grietas en el cascarón de la negra criatura. MARGIN CALL no cimenta su exposición sobre la causa de la pandemia urdiendo una ficción desarrollada junto a la cola de parados que hay en la entrada de cualquier Oficina de Empleo. Ni en el seno de una familia con la casa hipotecada y la cuenta en números rojos desde el día cinco de cada mes. Tampoco en el ámbito ahora precariamente cotidiano de una pequeña empresa o un pequeño comercio a punto de echar el cierre. Chandor nos reclama para un paseo organizado de veinticuatro horas, por entre los despachos más altos de uno de esos bunkers financieros que vieron venir la catástrofe, horas antes de que el parte meteo-económico ya fuera primera plana ruinosa en todos los noticieros.

Año 2008. Wall Street, ciudad de Nueva York. Uno de los cargos medios más importantes de una gran empresa financiera es despedido. Antes de irse, le da tiempo a pasarle una información a un inferior suyo. Le comenta que no ha podido concluir un trabajo en el que se hallaba inmerso. Le ruega que le eche un vistazo. También le advierte que tenga cuidado. El joven analista lo hace y, entonces, se da cuenta de que la empresa está a punto de entrar en bancarrota. Y no sólo eso: lo va a hacer el conjunto del sistema bancario del país.

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MARGIN CALL se adhiere a las consecuencias inmediatas a ese inesperado descubrimiento. A las consecuencias internas, a la forma en la que un comité de urgencia, que reúne a los más importantes mandatarios de la firma, decide hacer frente al inminente desplome, al plan que deberán ir improvisando, pues los privilegiados todopoderosos pronto se dan cuenta de que esas horas previas al caos son cruciales para su salvaguarda. MARGIN CALL resulta una especie de LA JUNGLA DE CRISTAL (EJECUTIVA) sin cristales rotos, sin munición explosiva, de guante blanco de Hermes, calculada, sigilosa, apremiante, en la que los malos son todos los que están dentro y los secuestrados el resto del mundo afuera. Aquí se salva quien tenga la conciencia en la caja fuerte.

El recuerdo de la excelente GLENGARRY GLEN ROSS se hace más que patente. El film saca partido máximo al acotamiento temporal –veinticuatro horas- que lo define, pero sin que los nervios de la prisa resolutiva desbarren la calma tensa sobre la que transita su andadura. La ópera prima de Chandor fundamenta su amarrado devenir con un planteamiento dramático, en el que prepondera el enfrentamiento verbal entre todos los personajes. Desde ese punto de vista, hay que convenir que el nivel de su material escrito de partida es muy consistente. Los diálogos aportan la información necesaria para concretar en toda su virulencia la magnitud de su problemática central.

El film lo consigue de forma no farragosa. Su seguimiento jamás es dificultoso. La cantidad de datos económicos, bancarios, bursátiles, tóxicos, mercantiles, porcentuales, lógicamente, es abundante, pero el cúmulo de información no cae nunca en verborrea especialista. A tal efecto, resulta algo más que jocosa la primera aparición pública del presidente de la compañía, en la que exige claridad y síntesis al joven que le debe dar las disquisiciones oportunas, pues confiesa que ni él, ni muchos de los altos cargos imperiosamente llamados a ocupar su sitio en la mesa del despacho, van a ser capaces de entender sus explicaciones, si éstas son prolijas en tecnicismos.

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MARGIN CALL está resuelta con eficacia de conocedor documentado, de avezado en materia, pero no de repelente sabelotodo, empeñado en demostrar esa sapiencia con hondura no solicitada. Chandor acierta al evitar cualquier estridencia, cualquier tentación de griterío ensordecedor. La caterva retratada se sabe experta en no perder los nervios. La cortesía, la educación, el temple, el fingimiento, la doble intencionalidad, la compostura que manejan los personajes refrendan la carísima y villana catadura ética con la que alimentan su elitista habitualidad, siempre vestida de grandes marcas y conducida descapotablemente. Ese adinerado comportamiento, tan exhibicionista en apariencias, y con los escrúpulos guardados en la caja de sus, de súbito, asustados caudales. El film sabe capturar el amago de inquietud que les cuartea la máscara.

MARGIN CALL va de tiburones de alto standing, que preferirán el peligro de extinción de los “pezqueñines” que los alimentan, antes que tener que poner en venta sus afilados colmillos “pret a –mucho- porter”. Chandor, hay que reconocerlo, ha sabido granjearse los servicios de depredadores interpretativos tan bregados como Kevin Spacey, Jeremy Irons, Paul Bettany, Demi Moore, Stanley Tucci o Simon Baker. La desconfiada armonía que define el comportamiento actoral es impecable. Todos esgrimen cortesía afilada de puñal a punto de ser blandido. Es Chandor, quien debiere haber acometido la intentona con una garra más aviesa, más certera, más briosa. La película peca de una cierta blandura escénica, que, aunque, ni mucho menos, la desestabilice, sí impide que ahora mismo estemos hablando de una obra superlativa. Necesaria, sólida y condescendiente en exceso. A los tiburones que encuadra les hubiera hecho falta un arpón que les ensartara más fieramente los costados.

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