Título: The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 2
Año 2012
Duración 115 min.
Director Bill Condon
Guión Melissa Rosenberg (Novela: Stephenie Meyer)
Música Carter Burwell
Fotografía Guillermo Navarro
Reparto Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Peter Facinelli, Dakota Fanning, Ashley Greene, Jackson Rathbone, Nikki Reed, Kellan Lutz, Peter Facinelli, Elizabeth Reaser, Michael Sheen, Billy Burke, Booboo Stewart, Cameron Bright, Michael Welch, Julia Jones, Kiowa Gordon, Alex Meraz, Valorie Curry, Christopher Heyerdahl, Daniel Cudmore, Charlie Bewley, Jamie Campbell Bower
Productora Summit Entertainment
Valoración 0
Digámoslo rapidito, AMANECER (PARTE 2) no es una película, es otra cosa: es el cierre expulsante del círculo que define el agujero de la cañería, el tiro definitivo de la cadena del inodoro, el rastro que limpia la escobilla de detrás, el calcetín solitario y sucio al fondo de la canasta de ropa para lavar, la rodaja de limón semipodrida en el vaso sin fregar del último gin tónic de la noche anterior, la capita de pasta reseca del tubo de dentífrico que hace tiempo que no utilizas, la toalla sudada de la bolsa del gimnasio que no fue a la lavadora nada más llegar a casa, la espina del salmonete sobre el mantel, el trozo de los rabos de sepia que se queda en el plato junto al pegotín de mayonesa, el hueso del churrasco que se come el perro… AMANECER (PARTE 2) son las sobras de la porquería, los mocos resecos de un fenómeno gripal contagioso, la pelusa escondida bajo una cama reñida con la escoba del hogar.
El último capítulo de la saga cinematográfica más infame de la década no hace ningún esfuerzo por ocultar su clarísima naturaleza de despojo colgante, de reliquia no apta para embalsamar, de ralentizado punto fofo y final. AMANECER (PARTE 2) viene a coronarse como la cumbre de ese romanticismo flatulento sobre el que ha oreado su gaseoso devenir, de ahí que tenga validez de pedo roto expelido tras demasiado “ortoretener”. Mentar el concepto de romanticismo a colación de las criaturas de los colmillos abstinentes es comparar CUMBRES BORRASCOSAS con “Hombres y mujeres y viceversa”, creer que el juicio a la Pantoja es la adaptación televisiva de “El Capital” de Karl Marx, o pensar en Ana Botella como candidata a entrar en el reality porno de Nacho Vidal.
Al igual que ocurriere con la vecina factoría “Harry Potter & the Neverending Varita”, corroborado que la pluma mater ya no está por la labor de alargar las rentas mediante nueva entrega novelada del material de partida, los avispados productores de la cosa, delatando su pasión supermercada por la literatura, también decidieron aquí hacerse una jugadita Carrefour, esto es, un 2 por 1: hacer dos películas del libro final, postergando hasta el límite el cierre del local por falta de proveedor. Estos tíos cogen un cerdo y hacen longanizas de las cerdadas recogidas antes del caminito al matadero. Claro está, apurar tanto algo que ya está extenuado es como cortarle la cabeza al ahorcado y hacer un caldo con la soga. AMANECER (PARTE 2) es un Avecrem zombi, una morcilla sin sangre de un cerdo estreñido, una panceta neumática, un codillo cocido con la escayola puesta.
Nos tapamos las narices frente al peor episodio de toda la cochambre y, sin embargo, cabe constatar que su visión es un alivio, sienta bien: sabemos que es la final. Da la alegría que te produce el saber que tus amigos más borrachos se han acabado la botella de whisky barato que venía en la caja de navidad que tu empresa te regaló el año pasado. AMANECER (PARTE 2) es la glicerina definitiva, pues ya no hay más supositorios recetados. Los adictos a este laxante compuesto de vampiros asépticos interpretados por actores en formato grajea harán bien consolándose las ansias metiéndose kiwis por ahí por donde los vampiros en lugar de caca hacen compota de hemoglobina Nº 5.
La película es simple como el mecanismo de un mordisco. La anterior concluía con el parto del injerto. Y en esta tenemos los problemas que la niña cuarto creciente ocasiona a sus menguantes papás. Los Volturi, esos primos toscanos, blanquecinos y mojamas de Mario Vaquerizo, amenazan con darle matarile a la niña, pues la niña es una fusión no deseada, una fórmula humana peligrosa, un mestizaje venenoso para la milenaria y melenaria vampiresca. Esto es, nos pasamos dos tercios del film viendo algo que ya sabíamos. Esto no es marear la perdiz, es centrifugarla, darle a leer las memorias de la vela negra de la pitonisa Lola o obligarla a escuchar la discografía completa de Amaia Montero, esa voz que no es una voz, sino que es una lavadora para pañales cagados.
El último tercio que no nos sabemos es el que visualiza la batalla definitiva entre los vampiros de la Srta. Pepis y entre los vampiros Seisdedos de la Srta. Tamara. Yanquis contra italianos en una confrontación saldada con la misma voluntad de riesgo que tiene la elaboración de una pizza margarita o la de un café malo, esto es, la de un café americano antihígados. Con la de pasta que han ganado los muy sinvergüenzas y se gastan en efectos especiales la misma cantidad de camarones que tiene un montadito de pringá. Los lobos parece que los ha grabado el profesor de autodoblaje de Antonio Banderas. Y las decapitaciones son de Morancos de guardia.
Lo peor, con todo, es el ardid narrativo con el que rematan la faena. Si se inventan un final más barato, aquí pare la abuela, la burra y la niña injertos con el virgo sin tocar. Lo único bueno es que el lobo en su faceta humana no sale, así que nos ahorramos la interpretación vitrocerámica del actor que lo interpreta. Bastante tenemos con el Pattinson y la Stewart luchando, que es como ver a un mocho y a una escoba limpiándose entre sí. La devastación interpretativa que imponen es vomitiva… Estos dos no son actores, son papel higiénico de doble capa con perfume. Así los pillen en el wáter de los elefantes de un circo. Lo dicho… adiós, muy buenas… Tanta alegría se lleven como alivio dejan… Que Nuestro Señor los guarde en una ajera!
