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Dirección: Luca Guadagnino
 
Nota: 7
 
Comentario crítico:

Cabía esperar que la apropiación del complejo, cáustico, toxicómano y rompedor universo literario de William S. Burroughs, en manos de un director como Luca Guadagnino, estuviera condenada a una suerte de agridulce limadura de estruendos y flagelos. QUEER tarda muy poco en aclarar que, quizás, la clave de su crédito sea justamente la clarividenciencia con la que abraza esa esperable capitulación.

Guadagnino, a estas alturas, ya no engaña a nadie. El autor de CALL ME BY YOUR NAME sigue inasequible a ese desaliento escapista, estilizado e intuitivo a partir del cual ha gestado la gramática poco amiga de compacidades ahondativas sobre la que ha fundamentado su reconocimiento internacional.  Su última obra, como cabe adivinar, no es infiel a ese presupuesto. Burroughs existe, pero menos. Pero vampirizado, pero sometido a tamiz, pero sentenciado a pasar por la criba escaparatista del gusto acondicionador que Guadagnino gusta en decorarle. Pero, insistimos, existe y colea.

La adaptación cinematográfica de una novela tan acorralada de obstáculos, censuras y sabotajes como es la homónima (prácticamente autobiográfica) del autor de EL ALMUERZO DESNUDO solventa los descartes inherentes al modus operandi del realizador italiano gracias a la radicalidad con la que escenifica la particular interpretación del mayúsculo, descarnado material escrito desde el que se parte. Guadagnino se aferra a la idea del amor como desesperado narcótico. Burroughs propone muchos frentes, muchas suciedades, muchas fronteras convertidas en alambre placentero, muchas transgresiones de piel, flujos y humaceras. El transalpino se queda con una de ellas: la del afecto rogado en los tiempos del ocaso de las carnes y de las firmezas.
El itinerario que va desde que un escritor exiliado en Méjico (un Daniel Craig perfecto para la exótica, carnal derrota hacia la que se encamina su incansable, rendido personaje) busca sexo y algo más por las calles luminosas, teatrales de un irreal mas reconocible ensanche centroamericano, hasta que decide emprender, junto a un joven con el que pactado una desesperada, mutua agenda sexual, un viaje hacia la selva, cuyo objetivo es el hallazgo de un remoto narcótico aún no probado por él,  le vale a Guadagnino como ocasión que ni pintada para la exhibición de ese afán calculadamente escapista que tanto le obsesiona.
En ese camino hacia la soledad drogada y reconcomida, hacia el yagé del olvido del amante conseguido, QUEER, que no oculta la traición a la dureza del texto adaptado (su autoconsciente, remorosa liviandad), sin embargo, gracias a la rotundidad con la que se explora visualmente en la desesperación  delirante, dopada, ávida de sudor, fluidos y rendiciones eyaculadas de Lee, el personaje protagonista, logra ese agradecible triunfo que es la dignidad. Poco para Burroughs. Suficiente para Guadagnino.

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