Avanlanche Malaga

La Caja Blanca acogió  la tercera fiesta gratuita organizada por el colectivo Wild Weekend dentro de su ciclo de invierno.

Foto: César Moreno

Los protagonistas de la velada fueron dos grupos de la provincia, L'Alavanche y Ende, que se unen a Severine y The Hollers (que actuarán la próxima semana junto a Guadalupe Plata) para completar la cuota de bandas malagueñas dentro del Wild Winter. Se trataba de una oportunidad única de demostrar que no hay que salir de la Costa del Sol para encontrar música de calidad y artistas que puedan codearse con lo más granado de la escena independiente patria. 

Ende ejercieron ayer de teloneros tras ocupar a última hora el hueco dejado en el cartel por los vigueses de Pacífico. El grupo dejó muy buen sabor de boca gracias a las canciones deGestos invisibles, su álbum de debut. Tras ellos llegó el plato fuerte de la jornada, L'Avalanche, que en esta ocasión pasó a estar formado por el dueto Alexandre Lacaze y Enrique del Río ya que no les acompańaba ni la batería ni su tercer miembro al violín.

Pero en ningún momento se echó en falta a alguien que marcara el ritmo o adornara la música de L'Avalanche, pues sus dos fundadores, tras más de nueve años de conciertos, se compenetran a la perfección. Quizá no sea exagerado afirmar que el grupo se encuentra en su mejor etapa, esa en la que el proyecto comienza de verdad a arrancar. De hecho, acaban de publicar un EP tras haber culminado su gira el pasado año en la sala Scêne Bastille de París. Los sonidos de los francófonos cautivan en directo, donde cumplen con el apartado de influencias y se convierten en unos Radiohead con referencias literarias (una de sus canciones está inspirada en un relato de Joseph Conrad) y admiradores de Leonard Cohen.

Comienzan con canciones que parecen frágiles y delicadas, quizá en parte por el idioma que utilizan para sus composiciones, pero al primer guitarrazo desvelan una fuerza y una solidez de la que pocos grupos pueden presumir. En definitiva, una apuesta arriesgada pero llevada a la práctica de manera magistral que esperemos no deje de cosechar éxitos allá donde vaya. Por lo pronto, Alenxandre y Enrique ya pueden decir que son profetas en su tierra.

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