JT TO

JEFF TWEEDY  

TWILIGHT OVERRIDE 

dBpm 

Nota: 7.7 

Comentario:  

El artista estadounidense Jeff Tweedy, líder de la banda Wilco, ha demostrado en más de una ocasión que es perfectamente independiente de su banda. No sólo eso; su trabajo individual, además, es igual de sólido. Tal vez sea porque él es la propia mente creativa detrás de cada composición de la mencionada agrupación. En esta ocasión, el autor de Impossible Germany se ha planteado hacer un disco triple, proyecto más bien esquivo en cuanto a lo que a la calidad del resultado final se refiere. En otras palabras, o se es Stevie Wonder o mejor no embarcarse en tales empresas. Sin embargo, lo que ha hecho aquí el músico natural de Illinois es más que digno. Lo más destacable, sin duda, es que al escuchar este Twilight override no hay sensación de cansancio en el oyente; de saber lo que va a escuchar, de anticipar el siguiente movimiento conforme avanzan las -atención- treinta pistas. El apartado musical está muy bien producido; los elementos se entienden con claridad y las letras, sobradamente a la altura, van desde la captura de instantes hasta otras más reflexivas.  

El primer tema, One Tiny Flower se enmarca en la primera sección relativa a las letras. Suenan guitarra acústica, violín, bajo, piano, guitarra eléctrica y batería. En la interesante Caught Up in the Past, sobre la disociación, se sustituye el violín por el mellotrón. En Parking Lot, Tweedy declama en esta narración sobre el desdoblamiento. Forever Never Ends y Love is for Love son canciones asimilables, ambas tratan sobre un instante determinado, un cuadro costumbrista acompañado de diversas reflexiones. En adición, suena un sintetizador en esta última. Para Mirror se emplea el espejo como símbolo del cambio y el tiempo. De Secret door, de temática amorosa, destacan los coros del final. Betrayed, otro de los momentos más notables del álbum, se toma la traición con sorna. Aparece, además, un nuevo elemento musical, la mandolina.  

Sign of Life versa sobre el desengaño. Figuran aquí la batería, el bajo, la guitarra pedal steel, el piano, el violín y, por supuesto, la guitarra acústica. Throwaway eyes (compuesta, tan sólo, de guitarra y violín), por otro lado, habla del crecimiento personal. Algo parecido ocurre en la curiosa KC Rain, en la que el narrador se radiografía a sí mismo, con sus contradicciones y confusiones. Out in the dark, donde vuelven a abundar los instrumentos, hace referencia al vacío existencial. La introspectiva Better song, por otra parte, consta de batería, pandereta, guitarra acústica, de 12 cuerdas y eléctrica. New Orleans es corta y hermética; en contraste con Over my head, de duración similar, pero de significado más simple y con unos arreglos de violín muy acertados. Mientras que Western clear skies presenta el formato de banda de rock pop clásica. 

Blank baby cuenta con una letra surrealista, batería, piano, guitarra eléctrica, bajo, violín y sintetizador. Jeff no abandona el surrealismo en el siguiente corte, No One's Moving On. En Feel free se aboga por el libre albedrío y destacan la guitarra acústica y el sintetizador. Lou Reed Was My Babysitter, titulada de manera muy llamativa es un divertimento que contrasta con la siguiente, Amar Bharati, en la que se referencia a aquel hombre que no bajaba su brazo en señal de protesta. Tras Wedding cake, sobre el dolor, el líder de Wilco vuelve a apostar por capturar momentos, instantes. Ocurre en Stray cats in Spain y en Ain’t it that a shame. La primera parece sacada de la banda sonora de Una historia verdadera de David Lynch. El tema homónimo trata la búsqueda personal. Oímos las dos guitarras habituales, el bajo, el violín y la batería.  

Too real versa sobre las adicciones. Por el contrario, This Is How It Ends cuenta, de manera costumbrista, una noche de feria. En Saddest eyes se describe a una persona alienada. Cry baby cry, a diferencia de lo que podría indicar el título, es una canción de amor, en la que se distinguen el piano, la guitarra, el bajo y la batería. Finalmente, Enough, titulada con sarcasmo, dado que es la última de las treinta pistas. Suficiente, hasta aquí, parece decirnos Tweedy tras expresar diversas preguntas retóricas. Cabe subrayar el acierto de incluir los coros en el estribillo.  

En suma, Jeff Tweedy vuelve a hacer gala de su inagotable mente creativa. Tras oír su Twilight override no parece que ande escaso de ideas. Quizás, incluso, se plantee desarrollar alguna de las temáticas o formatos explorados con su reconocida banda. Lo que es seguro es que sus treinta nuevas canciones convencen, no fatigan; y, en última instancia, entre ellas aguardan al oyente descubrimientos magníficos.  

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