Título Original Hereafter
Año 2010
Duración 129 min
País EEUU
Director Clint Eastwood
Guión Peter Morgan
Música Clint Eastwood
Fotografía Tom Stern
Reparto Matt Damon, Cécile De France, George y Frankie McLaren, Bryce Dallas Howard, Marthe Keller.
Productora Warner Bros. Pictures / Malpaso Productions / The Kennedy/Marshall Company
Valoración 8.0
El maestro vuelve a impartir su veterano magisterio. Clint Eastwood demuestra nuevamente que es el mejor director de cine vivo. Al clasicismo cinematográfico sólo le quedan, como pálpito de subsistencia, las respiraciones calmadas que todavía es capaz de alentar su viejo pulmón coraje, tan curtidamente pulsionado de acero, bruma y paciencias. Al sabio creador de poderíos ilustrados tan conmovedores como UN MUNDO PERFECTO, BIRD o EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE no le hace ninguna falta poner en evidencia lo que ya ha quedado grabado a golpe de majestuoso celuloide sincero: que es de los pocos que saben poner la cámara a la altura de la verdad de los personajes que la habitan, de quienes viven frente a ella ocupando ese calmo espacio honesto que sólo él sabe configurar. Eastwood es de los pocos que admiten la honradez como instinto generador de todo su tesón creativo. De ahí que su cine fluya limpia, sensatamente afirmado en esa privilegiada armonía tan cara de aprehender que es la verdad. La verdad pura que arriesga e irrumpe quien tiene muy claro lo que quiere decir.
MÁS ALLÁ DE LA VIDA, no me cuesta nada reconocerlo, no pertenece a la insigne estirpe de sus obras más logradas. No, no es otra obra maestra más, dentro de una intachable trayectoria colmada de ellas. Sin embargo, es de esos sobresalientes ejercicios que ponen a prueba la validez de un verdadero conocedor de los ardides inherentes al oficio de cineasta. El film asume una –quizás excesiva- suma de dificultades, a las que, no obstante, la imperturbable sapiencia administrativa de quien la conduce sabe poner a recaudo de su bregado, magnánimo control. MAS ALLÁ DE LA VIDA implica, como poco, tres historias paralelas: tres hilos narrativos que, muy alejados entre sí, desarrollan narrativamente la acuciante tesitura trágica de tres seres consternados por esa fatalidad última, misteriosa, global e incombatible que es la muerte. La última obra del autor de SIN PERDÓN nos propone una poliédrica, reposada reflexión sobre el final de la existencia humana: una periodista francesa que sobrevive “in extremis”al brutal tsunami indonesio, un chaval londinense que acaba de perder a su hermano gemelo, y un ciudadano estadounidense que posee poderes sobrenaturales que le ponen en contacto con personas fallecidas, van tejiendo un sufriente relato oscuro, en el que el final de la vida nos es perfilado como un incomprensible misterio devastador que, paradójicamente, zahiere cruda, carnalmente a quien es señalado con su furia. La muerte, en esta película aquietada, fosca y pulcra, esto la diferencia del resto de la obra “eastwoodiana”, no es una solución dramáticamente exigida por la historia (GRAN TORINO), por la valiente dignidad de un personaje (MILLION DOLLAR BABY), por el deseo de otro (MISTIC RIVER), por las circunstancias proclives a ella que deambulan sacrificativamente un determinado entorno (CARTAS DESDE IWO JIMA) o por luna revelación posterior a su zarpazo (LOS PUENTES DE MADISON COUNTY) ; no, en MÁS ALLÁ DE LA VIDA, la muerte actúa como elemento esencial , vertebrador de unos susurros narrativos que, desde su inclemencia, van dirimiendo una búsqueda personal esclareciente. Como enemigo cierto, frontal, tocable, a quien batir en íntima dialéctica. Como una alergia, como una enfermedad.
La complejidad de partida citada se hace evidente, sobre todo, en dos elementos no bien meditados. Al film le pesa la inconsistencia del personaje femenino principal y le perjudica lo forzado de la excusa que propicia el nexo aunador de las tres peripecias vitales exhibidas. Ahora bien, dicho esto, cabe reconocer también que, afortunadamente, Clint Eastwood emerge superando esa pequeñez solucionada sin esfuerzo que fue su anterior INVICTUS. MÁS ALLÁ DE LA VIDA permite que nos reencontremos con la firmeza mostrativa más educada que emplaza el cine actual. Sigue conmoviendo contemplar el modo en el que el director escucha, emplaza, intima y merodea a sus personajes. En ese sentido, resulta admirablemente emotivo el acercamiento que posibilita sobre las dos tristes, afligidas figuras masculinas. Un hombre harto de mantener contacto directo con la geografía inmaterial de la muerte y un chavalín con la geografía rota después de que ésta haya hecho contacto junto a él. Un film que sabe que no hay solución para el gran enigma, pero que, serenamente, nos habla sobre la humana inquietud que plantea su interrogante. Clint Eastwood, la conciencia de un cineasta que pone la cámara en el lugar cauto que le indica su profundo respeto.