Carmina O Revienta Cartel 1

Título: Carmina o revienta.

Año 2012

Duración 71 min.

País España

Director Paco León

Guión Paco León

Música Pony Bravo

Fotografía Juan González Guerrero

Reparto Carmina Barrios, María León, Paco Casaus, Ana Mª García

Productora Andy Joke / Jaleo Films

Valoración 7

El debut tras la cámara del conocido actor Paco León fue recibido con una gran ovación en el pase de prensa previo a su estreno ante en el público, en el pasado Festival de Cine de Málaga. Los aplausos se acrecentaron en su puesta de largo nocturna en la gran pantalla. Finalmente, el palmarés del certamen terminó por avalar ese formidable reconocimiento con la concesión de alguno de los premios más importantes (Premio Especial del Público, Premio a la Actriz Principal y Premio Especial del Jurado).

Desde un punto de vista mediático, CARMINA O REVIENTA era uno de los títulos más esperados por todos los allí congregados: la incuestionable notoriedad del intérprete había despertado una enorme curiosidad. Más aún, cuando, desde la primera noticia que se tuvo del rodaje, se sabía de las especiales características familiares del proyecto. Ahora, con la inminencia de su estreno comercial, León ha tenido el olfato de ser noticia por el modo tan novedoso que va a tener de exhibir su especialísima “opera prima”: su presentación en salas comerciales va a correr pareja a su exhibición de pago en internet, mediante una plataforma legal que facilitará la descarga de quien quiera pagar por ello.

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CARMINA O REVIENTA es un falso documental. Un falso documental que indaga en la habitualidad de una mujer de 58 años, andaluza, inculta, casada, con tres hijos, que regenta una venta en el extrarradio de la gran capital. Esto es, el director utiliza la técnica documental para desarrollar una historia no real. De ahí, por ejemplo, que uno de los fundamentales recursos escénicos impuestos por León sea la persistente  confesión frontal a la cámara de su protagonista.

La curiosa metodología empleada no tarda un ápice en ser  expuesta al espectador con toda su virulencia. El realizador no da cancha alguna a que éste pierda atención frente lo que va a serle mostrado en pantalla, empleando la más mínima retórica ajena a su propósito. La primera escena, a tal efecto, no tiene desperdicio. Un plano de interior de una cocina con mesa. Una mujer entra en ella a medianoche. La vemos cargada con una bolsa de la que, de inmediato, se desprende. La mujer le reza a las postales de los santos que tiene.  Se la ve inquieta, exhausta, nerviosa, mientras musita algún que otro lamento. También algún que otro improperio.

De pronto se apercibe de que tiene  un buen tajo en la pantorrilla y de que ha dejado rastro de sangre por todo el suelo. La mujer coge un rollo de papel de cocina y un pedazo de papel transparente adhesivo para envolver alimentos y se hace una venda. A continuación se sienta, se enciende un pitillo con el encendedor de fuego de la cocina y se pone a hablarle a la cámara como si alguien estuviera haciéndole una entrevista.

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León, casi de inmediato, logra su objetivo: la presentación descarnada, sin merodeos,  eficaz, certera e insolente de su grandioso personaje central: se desvela su particular gracejo, su capacidad de resolución –genial la utilización del papel transparente-, su desprejuiciado  y práctico sentido de la existencia,  y, además, se deja entrever su facultad para la picaresca.

La película es la descacharrante confesión de los hechos que  han llevado a la protagonista a llegar a esa hora a su casa, malherida, mientras su borracho esposo está acostado en la cama. La propuesta de Paco León es, en ese sentido, un nada despreciable ejercicio de modestia y de arrojo, pues no ha debido ser nada fácil imponer la necesaria dosis de contención contemplativa que exhibe el film. CARMINA O REVIENTA es de esos films en los que la facilidad de su apariencia está sesudamente pergeñada por el pulso de quien la ha construido. El desparpajo no actúa como único elemento estimulador de la naturalidad lograda, sino que estalla gracias a que lo sabe cocinar quien lo desea imponer delante de la cámara.

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El film respira una sólida autenticidad y un prodigioso naturalismo ambiental. Una España palpable, ruidosa, cutre, vivaz, sinvergüenza y meridiana se cuela por todos y cada uno de los planos de la extraña, cercana y atronante  función.  Espacios como esa primera cocina, como la venta, como el coche, como el almacén, como la terraza en la que se celebra la comunión o como la calle en la que el esposo cuece su delirio alcohólico son aprovechados al máximo por León, sin que el afán observador le haga caer en un ultrarrealismo feísta exacerbado: se nota siempre que todo está siendo capturado con una sensible ternura.

El recurso al falso documental adquiere pleno sentido.  La clásica narración lineal de los hechos hubiera sido imposible, ya que la verosimilitud del relato la proporciona la descarnada mirada que se le imputa a Carmina. Adhiriéndose a esa primera persona, la concatenación de los sucesos narrada adquiere una cruda e insolente subjetividad, que anega a toda la narración y la encauza hacia un único destino:  el tronchante, brutal, verdulero, complejo y compasivo retrato que va a ir emergiendo de la bárbara protagonista.

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 En CARMINA O REVIENTA quien explota es el talento inusitado de Carmina Barrios, madre en la vida real del actor. La película es ella de arriba hasta abajo. La Barrios es una andaluza bomba humana , una metrallaza de espontánea vitalidad, una apoteosis de juegos de artificio en día grande de fiesta.  La actriz revienta de verborreica naturalidad, gracejo profundo y orondo verismo   el retrato de esta pícara de barrio, genuinamente sobrepasada por la realidad que le rodea.  Mezcla perfecta, racial y madre coraje de Lola Flores, Terele Pávez  y Carmen de Mairena, su interpretación  no puede más que calificarse de pata negra. De mearse patas abajo y algo más. Como ella hace.

La película es imperfecta, posee lógicos altibajos, cae en la escatología, pero sabe maquillar estas carencias con una incontestable  desfachatez,  un soberano donaire, y un muy bien maquinado dispositivo escénico. Paco León puede sentirse orgulloso de su debut.

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