Título: Seven Psychopaths
Año 2012
Duración 109 min.
País U.K
Director Martin McDonagh
Guión Martin McDonagh
Música Carter Burwell
Fotografía Ben Davis
Reparto Colin Farrell, Sam Rockwell, Christopher Walken, Woody Harrelson, Tom Waits, Abbie Cornish, Olga Kurylenko, Gabourey Sidibe, Harry Dean Stanton, Kevin Corrigan, Zeljko Ivanek, Michael Stuhlbarg, Michael Pitt,
Productora Coproducción Reino Unido-EEUU; Blueprint Pictures / Film4 / HanWay Films
Valoración 8
En 2008, el dramaturgo londinense Martin McDonagh debutó como director de cine mediante una notable rareza titulada ESCONDIDOS EN BRUJAS. En ella quedaba constancia de que la mezcla de tonalidades y géneros era una labor y un objetivo en el que se movía con una pericia nada desdeñable. Aquella historia de gánsteres en obligado reposo y al borde de su propia conciencia lograba que la inesperada mixtura desde la que partía (comedia negra, drama, cine negro) no sucumbiera en el desequilibrio contra el que con mucha facilidad se estrellan quienes deciden inmiscuirse en ella.
Cuatro años más tarde, SIETE PSICÓPATAS ahonda osadamente en esa particular experiencia narrativa. El film propone una estructura interna muchísimo más compleja que la de su ópera prima. Por fortuna, McDonagh sigue acreditando el forjado pulso observador impuesto allí y sale indemne del intenso riesgo que una prueba tan difícil como esta conlleva. Más aún si tenemos en cuenta que podemos aseverar sin temor al yerro que este segundo largometraje acumula mucha más osadía que el anterior.
A la suma de géneros antes enumerada, en esta ocasión hay que añadirle un constante juego espacio-temporal, dentro del cual, a conciencia, se pone en cuestión la verdadera naturaleza de los acontecimientos. A la intransigente ironía contemplativa que dirime la puesta en escena privilegiada, se le suma el jugoso desconcierto de la credibilidad de los hechos visualizados. La película es una madeja de autoreferencias, de giros y de recolocaciones narrativas, en la que el espectador actúa en calidad de testigo burlado con calculada honestidad. SIETE PSICÓPATAS está urdida a conciencia de su trampa y de su enrevesamiento, pues su único propósito es descerrajar sano estupor sorpresivo en las certidumbres del espectador.
El protagonista de la historia es un guionista de films, alcohólicamente atascado. Marty debe concluir el que debe ser el trabajo definitivo de su carrera. Sin embargo, por más que lo intenta no logra siquiera arrancar un guión del que sólo tiene escrito el título –SIETE SPSICÓPATAS- . Su mejor amigo, un descerebrado actor de cine que, junto a un viejo compinche, se gana la vida secuestrado perros gracias a los cuales cobran la recompensa prometida por los amos, intenta ayudarlo contándole historias en principio irreales sobre sesudos psicópatas asesinos. La existencia de los tres se complica cuando caen en la cuenta de que uno de los perros capturados pertenece a un mafioso sin escrúpulos que siente verdadera adoración por su mascota.
La película es un disfrutable ejercicio cinematográfico en el que brillan poderosamente las excelencias de un soberbio guión. El esqueleto escrito que le da soporte es ambicioso, insolente, nervioso, juguetón y sólido. El fluido de acontecimientos está trufado de requiebros y de soluciones rocambolescas, que en ningún momento sucumben a lo gratuito o a lo insubstancial. SIETE PSICÓPATAS es un producto confeccionado en torno a la abrumadora autoconfianza de su equipo artístico, un insolente trallazo de subterfugios que no hace sino jalear constante y engreídamente su disfrutable condición de lince artificio.
El film es desinhibido, mordaz y ocurrente, pero no caprichoso. El humor distanciado y constante ya saboreado en ESCONDIDOS EN BRUJAS vuelve a actuar otra vez como elemento esencial de la función, alcanzando de pleno a la mostración de la violencia que precisa el dictamen de alguna escena. La trama va saltando con admirable sinuosidad desde los sucedidos que atañen a los personajes ajenos a la imaginación del escritor hasta los aconteceres que pertenecen al plano de la ficción que el guionista va definiendo en su proyecto, pasando también por los que narran verbalmente algunos de los primeros.
De ese complejo engranaje de ilaciones narrativas, SEVEN PSYCHOPATHS vindica una suma de intereses tan descolocadores como osados, dentro de una obra desbordada de modernidad y ganas de cachondeo narrativo. Escenas como la que escenifica el desenlace del personaje interpretado por Christopher Walken, o como la que hace lo propio con la conversación de Marty con la chica del mafioso avalan la capacidad del director para estar realizativamente a la altura del material escrito calculado para la ocasión. Un reparto espléndido contribuye a que el festín venga servido con la socarrona profesionalidad que requiere el asombroso conjunto.