Título original: Poltergeist
Año: 2015
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos
Director: Gil Kenan
Guión: David Lindsay-Abaire
Música: Marc Streitenfeld
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Reparto: Kennedi Clements, Sam Rockwell, Rosemarie DeWitt, Kyle Catlett, Jared Harris, Nicholas Braun, Jane Adams, Saxon Sharbino, Susan Heyward, Soma Bhatia, Karen Ivany, L.A. Lopes
Productora: Fox 2000 Pictures / Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) / Ghost House Pictures
Nota: 5
La crisis galopante de ideas originales en el cine norteamericano contemporáneo sigue sin dar signos de decadencia. De ahí que continuemos condenados a esa fastidiosa comodidad de la secuela, la precuela, el spin off y, cómo no, el remake. No vamos a cuestionar, ni mucho menos, la validez de un producto perteneciente a este último. La historia del Séptimo Arte está trufada de revisitaciones, de relecturas, de aportaciones personales de un realizador hechas partiendo de un film precedente.
El problema, obviamente, no es el remake en si, sino la justificación fílmica propuesta por quien se sitúa a los mandos de la nueva singladura. Esto es, el proyecto simulador debe luchar por evidenciar su pertinencia, por concretar su autonomía con respecto a la obra a la que debe su literal existencia. Por desgracia, esto último ocurre pocas veces. La mayoría de los ejemplos revisitadores con los que nos encontramos distan mucho de este válido afán y se someten al imperativo del descaro calcador desahogado: a la operación facilonamente comercial que consiste en una puesta al día al gusto de las nuevas generaciones, a quienes, deben pensar los promotores del calco, no conviene entregar un producto alejado del más esperado posible. Entendámonos, son pocos los ejemplos pergeñados con el sano espíritu traslativo de DÉJAME ENTRAR, de Matt Reeves (con respecto a la obra maestra de Tomas Alfredson) y muchos los despachados con la rutina desabridamente plagiativa de CARRIE, de Kimberley Pierce.
El POLTERGEIST de Gil Kenan, lastimosamente, comienza tratando de apuntarse a los primeros, pero termina concluyendo en los segundos. Este retorno al exitoso film de Tobe Hooper, de 1982, tratar de imponer un enriquecimiento dramático en el planteamiento de los hechos ya conocidos y atisbamos una intentona sutilmente desmarcativa con respecto a su precedente. Como es de esperar, el film vuelve a narrar la llegada de una familia a una casa, en la que, de súbito, comienzan a sucederse una serie de extraños reclamos fantasmagóricos que concluyen con la desaparición de la hija pequeña.
Durante el primer tercio, como ha quedado dicho, el guión trata de alguna forma de paliar el oneroso vacío de caracterización de personajes que poseía el film producido por Steven Spielberg hace más de tres décadas. Para ello incide ostensiblemente en dos aspectos: de un lado, la contrariedad personal que acucia al padre (se ha quedado recientemente sin empleo y se siente profundamente angustiado por los problemas de índole económica que esto acarrea al núcleo familiar), de otro el protagonismo otorgado al segundo de los tres hermanos, quien pronto da síntomas de ser un niño asustadizo, temeroso a la soledad, pues arrastra secuelas de un pequeño hecho traumático que no ha logrado superar.
La primera mitad del film es, en este sentido justificador, bastante interesante, por cuanto el realizador, además de abordar estos dos aspectos citados, sabe aprovechar la irrupción de los nuevos dispositivos mediáticos de la actualidad para que la relectura contemporaneizante adquiera una validez doméstica disímil a la anterior. El portátil y el móvil de la hermana mayor, por ejemplo, van a ser utilizados como aportaciones lógicamente no vistas en el film de 1982.
Sin embargo, a partir de la excelente secuencia del ataque nocturno de las presencias sobrenaturales al hogar cuando los padres están fuera de él, el film se empeña drásticamente en minusvalorarse, en agarrotarse, en tener el coraje de desarrollar con firmeza las estimables variaciones aportadas. POLTERGEIST se convierte en un trámite a despachar que desprecia su lúcida intensificación dramática. La llegada de los especialistas en acaecimientos fantasmagóricos dinamita la ajustada vertebración narrativa aportada por la observación de los hechos que conciernen al núcleo familiar atacado. El calco evidencia su peligrosa condición de lastre y el film no se molesta un ápice en ocultar su condición perezosamente reproductiva. Lo que parecía querer convertirse en justificada revisión queda convertido en rutinario remedo.