Título original: Jersey Boys
Año: 2014
Duración: 134 min.
País: Estados Unidos
Director: Clint Eastwood
Guión: Rick Elice, John Logan (Libro: Marshall Brickman)
Música: Bob Gaudio
Fotografía: Tom Stern
Reparto: John Lloyd Young, Vincent Piazza, Erich Bergen, Michael Lomenda, Christopher Walken, Jeremy Luke, Joey Russo, Freya Tingley, Sean Whalen, Francesca Eastwood, Kathrine Narducci, James Madio
Productora. GK Films / Warner Bros. / Malpaso
Nota: 6.8
Con más de treinta films a sus espaldas, a Clint Eastwood ya nada le queda por demostrar. El autor de SIN PERDÓN posee una de las filmografías más impecables de las últimas cuatro décadas, siendo su forma de reconsiderar el cine clásico un auténtico referente para muchos de los mejores cineastas norteamericanos que han ido surgiendo desde hace veinticinco años. Sin embargo, aunque son muchas las voces las que coinciden en hablar de un evidente ocaso creativo, y otras tantas las que, a raíz de esta más que discutible aseveración, las que están yendo más lejos tratando de demostrar una presunta sobrevaloración global de toda su trayectoria como director, para quienes le admiramos sobremanera sigue siendo un motivo de celebración acudir a contemplar una nueva obra suya.
Indudablemente JERSEY BOYS no va a figurar entre los hitos de su trayectoria. Es más, seguro que es la película que muchos de sus detractores de última y renegada generación están esperando para terminar de retirarle el respeto. Quizás tengan razón cuando escriban que nada hubiera ocurrido si el cineasta hubiera decidido no inmiscuirse en la adaptación de este exitoso musical de Broadway. No obstante, dado el marasmo de contradicciones, estulticias, engreimientos, obviedades y yermas aportaciones modernizantes en el que han caído muchas de las muestras del arte cinematográfico hecho hoy en día, para quien esto escribe el “modo” Eastwood sigue suponiendo un remanso de serenidad expositiva tan necesario como irrecusable.
Si bien el apartado musical, como es bien sabido, ha sido siempre uno de los aspectos creativos más cuidados por él, habiendo dado lo mejor de su pericia indagadora en esa formidable y modélica incursión en el terreno del biopic musical que fue BIRD, siendo el autor de un documental tan sincero como PIANO BLUES, no obstante llama la atención que el creador de EL AVENTURERO DE LA MEDIANOCHE haya tomado la decisión de situarse al frente de un proyecto de las características que aúna JERSEY BOYS, esto es, someterse al complicado dictado del corsé estructural que impone un musical teatral. Obvio es decir que la curiosidad frente a la estrategia por él dispuesta para resolver el entuerto sea máxima.
Vistos los resultados, cabe decir que, por un lado, asombra la forma con la que el cineasta se impone orear de autenticidad cinematográfica el estatismo y la superficialidad inherentes al espectáculo original, la desinhibición con la que resuelve escenográficamente su propósito y, por otro, decepciona el que finalmente se tenga que plegar a los obstáculos narrativos provenientes del libreto musical.
JERSEY BOYS resulta una singular experiencia cinematográfica pues se aprecia briosamente los esfuerzos dirimidos por quien la debe aligerar de teatralidad y también cómo esa lucha se antoja insuficiente. No nos hallamos frente a una somera ilustración traslativa, sino ante una obra que tolera la exhibición de la voluntad personal de un excelente profesional del oficio que, a sabiendas de la imposibilidad del éxito total, decide disfrutar de la empresa encomendada.
De ese goce surgen precisamente los mejores momentos del film, casi todos ellos convocados en los dos primeros tercios. JERSEY BOYS narra la trayectoria desde sus orígenes hasta su disolución de The Four Seasons, el inolvidable cuarteto musical liderado por Frankie Valli. La observación que el realizador pergeña para narrar la gestación de la banda, las distintas inquietudes personales de los distintos componentes, los esfuerzos por intentar despuntar, sus merodeos nada disimulados con el mundo de la mafia, las distintas tareas profesionales que debieron aceptar para intentar grabar su primer álbum, sus contactos con la industria y el definitivo ascenso al estrellato propone un juego de estrategias escénicas muy novedosas en el autor (la mirada frontal a cámara, el vaivén temporal, etc.), todas ellas inscritas en el relato y su escenificación con una pasmosa soltura.
Durante buena parte de su metraje JERSEY BOYS depara un Eastwood entusiasta, ligero, chispeante, cómodo en las obligadas imposiciones musicales, al que, muy pronto se le va a ver un particular interés por la intensa relación de amistad y fértil dependencia que se establece entre Frankie y Tommy. De hecho, el fin precisamente pierde buena parte de su interés cuando en el tercio final la imposición de hacer hablar a cámara a todos los integrantes del grupo obliga a desviar la atención a este núcleo argumental.
En este tramo, el que tiene que ver con el ocaso y la disolución del grupo, la película pierde la sabia gracilidad lograda pues se rinde a las pinceladas de dramatismo de socorrido manual de urgencia folletinesca, propias de los libretos teatrales. A excepción de la magnífica escena que tiene lugar en la casa del mecenas mafioso, el resto de escenas no son sino previsibles ramalazos de simplificación narrativa insuficiente. Nada puede hacer Eastwood para solucionar esta fidelidad al musical original.
Una depuración radicalísima de prescindibles vericuetos argumentales hubiera, con toda seguridad, deparado una obra de mucho mayor calado. El veterano cineasta tiene el coraje de transmitir esa incomodidad: el film exige en todo momento una captura “eastwoodiana” de los conflictos que atañen al periplo de la relación entre los dos personajes principales. JERSEY BOYS deja intuir el film que hubiera debido ser, es decir, el que sería de no ser JERSEY BOYS. ¿Un film prescindible? No, por favor… la espera ante un Eastwood siempre, siempre resulta un motivo para la más sólida de las expectativas. Que luego salga regular es lo de menos. Queremos seguir esperándolo muchos, muchos años, porque en el momento menos pensado descerraja un GRAN TORINO y se la tienen que envainar los que le han puesto el The End antes de tiempo.